¿Cuántos años tiene tu corazón? Estos son los hábitos que permiten rejuvenecerlo

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La edad vascular es un buen indicador para predecir el riesgo de enfermedades del corazón.
La edad vascular es un buen indicador para predecir el riesgo de enfermedades del corazón. La Voz de la Salud | iStock

La cardiología emplea, cada vez más, este concepto para hablar del estado de las arterias

11 abr 2023 . Actualizado a las 20:18 h.

El corazón puede no tener la misma edad que su dueño. Puede ser más joven, y probablemente, más viejo («viejos son los trapos», que dirían algunos). Por mucho que el organismo simule avanzar con todos los sistemas a la vez, lo cierto es que van por libre. Al menos, en lo que a cumpleaños se refiere. Aquí importa, y mucho, el impacto de los hábitos de vida saludable de cada persona. Empezar a comer más verduras, reducir las grasas de mala calidad, dejar el tabaco o moverse más son decisiones que rejuvenecen

Para empezar hay que establecer una diferencia entre la edad cronológica y la biológica. La primera es la que corresponde al calendario, la que se va cumpliendo a medida que se suman días. Por su parte, la biológica es algo así como el ritmo al que envejecen los tejidos, las células, órganos y sistemas. Se relaciona con el estado funcional del organismo. Ambas comienzan a tomar caminos diferentes en función de los hábitos de vida y la genética de cada individuo. Así, hay gente que parece más joven de lo que es, mientras que de otros se suele decir «que están muy mal para su edad». En este último grupo está el problema, ya que esa diferencia entre edades ha demostrado ser un indicador de la futura mortalidad, especialmente, para el campo de la prevención. 

«Esto supone que sus órganos y estructuras no han envejecido de la misma manera entre unos y otros. En medicina, nosotros trabajamos más el concepto de edad cronológica de las arterias. Así, en dos personas de 60 años, las arterias de uno pueden estar mucho más sanas y parecidas a las de una persona más joven», explica el doctor Borja Ibáñez, director de Investigación Clínica del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), cardiólogo intervencionista en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y jefe de grupo en el Ciber de Enfermedades Cardiovasculares.

En este vaivén de cumpleaños, el corazón también puede diferir. Los factores de riesgo más conocidos y que todavía cuestan erradicar, como el tabaquismo, la diabetes, los niveles de colesterol altos o la hipertensión pisan el acelerador de envejecimiento de la salud cardiovascular. No es cosa menor, los cardiólogos recurren a esta edad para predecir el riesgo de enfermedad o accidente cardiovascular de sus pacientes. 

¿Es algo visible o solo es conocimiento sobre el libro? «En consulta vemos la importancia y es algo espectacular. Se observa como las arterias de las personas que han evitado factores de riesgo están mucho más reactivas y funcionales», explica el experto. Una diferencia presente en los pacientes y también en los individuos no diagnosticados. «De hecho, dentro de nuestros proyectos estudiamos en qué estado están las arterias antes de que hayan dado ningún problema», añade el cardiólogo. 

A partir de un cálculo con tablas, en el que se mide la edad, el colesterol y la presión arterial, los expertos saben cómo extraer un riesgo potencial. Así lo explican desde la Fundación Española del Corazón: «Una persona que acaba de soplar las velas de su 45 cumpleaños puede en realidad tener el corazón de alguien de 60 si fuma, tiene niveles elevados de colesterol y padece hipertensión o diabetes. Es decir, su edad vascular es 15 años superior porque sus arterias están década y media más envejecidas de lo que corresponde», detalla la entidad. 

La búsqueda de la eterna juventud siempre ha formado parte de la historia, intentando ser inmortal o, al menos, rejuvenecer. Uno de los casos más conocidos fue el del emperador Qin Shi Huang, que vivió en el siglo III a.C. Sus ganas de ser inmortal traspasaron las fronteras de la ambición. Mandó organizar varias expediciones cuyo objetivo principal era encontrar el secreto de la vida eterna. En una de estas participó un famoso alquimista llamado Xu Fu, quién tuvo que buscar la montaña mitológica Penglai, y allí dar con un mago conocido como Anqui Sheng. Este, según la leyenda, tenía más de mil años y podría conocer las claves de la vida eterna. Esta misión no salió bien. Así que, entre idas y venidas, el emperador acabó apostando por el mercurio como solución. Con el tiempo, la suma de pócimas y remedios acabaron con la vida de Quin Shin Huang a los 49 años. 

Así las cosas, sobra decir que en la actualidad tampoco se conoce el secreto de la inmortalidad, por el contrario, sí hay formas (más que repetidas) de reducir e incluso revertir la edad vascular. Los hábitos de vida saludables ayudan a mantener los factores de riesgo bajo control y, por lo tanto, disminuyen las posibilidades de padecer un evento cardiovascular. 

Dieta mediterránea

El primer consejo para vivir más y mejor es seguir una dieta mediterránea, «y a ser posible baja en calorías, para mantener el corazón y las arterias en forma». Si bien llevar una cuenta de todo lo que comemos resulta tedioso, lo mejor es llenar la despensa (y la cocina) de alimentos, y no de productos. El patrón mediterráneo se centra en un elevado consumo de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, evitando tanto como sea posible los azúcares añadidos y las grasas trans. Por el contrario, el consumo de grasas saturadas, presente en el aceite de oliva, los frutos secos o el pescado azul, es más que recomendable. 

Más movimiento

El siguiente puesto de la lista de cómo cuidar el corazón está ocupado por el ejercicio. Hay que moverse más de lo que actualmente hace la población. «El sedentarismo provoca el envejecimiento vascular haciendo que las arterias sean más rígidas y menos elásticas», explican desde la FEC. Por ello, tener un estilo de vida activo, así como dedicar una parte de la semana al entrenamiento, es imprescindible. La entidad aporta algunos ejemplos: subir escaleras y no coger el ascensor, ir caminando al trabajo, bailar o hacer las tareas domésticas. Al mismo tiempo, recomienda poner en práctica otras disciplinas deportivas, ya sea correr, caminar como si perdieses el bus o nadar; a la vez que trabajar la fuerza y la flexibilidad con dos o tres sesiones. 

Dejar de fumar, rejuvenece

El tabaquismo es uno de los principales factores de riesgo, no solo para enfermedades del pulmón, sino también del corazón. Por eso, dejarlo es una de las mejores estrategias para cuidar la salud cardiovascular. «El tabaco acelera la aterosclerosis, que es la enfermedad de las arterias, un proceso de degeneración que ocurriría con el paso del tiempo, pero que en esta situación se adelanta», explica la FEC. Por eso, al eliminarlo sumas años (y dinero, para qué engañar). 

Si bien no son hábitos de vida saludable, también existen ciertas conductas que pueden ayudar en la prevención. Controlar los niveles de colesterol, para que estos estén dentro de los límites establecidos, es más que recomendable. Si se descontrolan, se formarán placas de ateroma en las arterias, lo que aumenta el riesgo de padecer un infarto

De igual forma, hay que tener en cuenta la hipertensión, «ya que entre sus posibles consecuencias se encuentran el infarto de miocardio, además de la enfermedad renal, la insuficiencia cardiaca o el accidente cerebrovascular». Por último, no olvidarse de la diabetes. Esta enfermedad duplica el riesgo de enfermedad cardíaca en comparación a aquellos que no la tienen. 

 El peso de la genética

La genética importa, pero no tanto como se solía pensar. «Dentro de lo que consideramos factores de riesgo, unos son los no modificables. Es decir, que hagamos lo que hagamos no van a cambiar», detalla el doctor Ibáñez, en referencia a la edad cronológica y al sexo. Después, están los modificables, de los que ya hablamos antes: «O de exposición ambiental. Incluye la hipertensión arterial, el colesterol alto, el tabaquismo o el consumo de azúcar», apunta. 

Por último, se encuentra un tercer grupo, cada vez más presente en las fases iniciales de la enfermedad cardiovascular: los factores genéticos. «Clásicamente hemos pensado que no eran modificables, porque los genes con los que uno nace son esos y ya está. Sin embargo, en estudios de los últimos años hemos visto que la expresión de estos genes, que es una cantidad de material de DNA con un código para hacer la proteína, también podría cambiar», precisa Ibáñez. Es decir, no todo el mundo tiene el mismo código genético y por lo tanto riesgo.

¿De qué depende? De los hábitos de vida. «Los factores de riesgo ambientales pueden tener un impacto en la síntesis de estas proteínas por parte del DNA, y recientemente, hemos visto cómo las variables ambientales pueden modificar la genética», explica. Así nace la epigenética, que ha ido adquiriendo un peso muy relevante a la hora de diferenciar edad biológica y cronológica.

¿El daño se puede revertir?

El envejecimiento afecta, inevitablemente, al corazón. Para entenderlo, pongamos de ejemplo las arrugas y las canas. «La probabilidad de tenerlas aumenta con la edad. La piel se vuelve más cuarteada, más rígida. Esto mismo ocurre con todos los órganos del cuerpo, y el corazón no se desmarca de ello», detalla el doctor Ibáñez. De hecho, el proceso es incluso más acusado en este sistema: «Sus células no se pueden dividir. Son las mismas con las que nacemos, y cuando fallecemos, mantendremos la mayoría de ellas. Por eso van acumulando impacto de muchas circunstancias», precisa.

Aunque el envejecimiento fuese totalmente saludable la función se vería alterada de igual forma. «El corazón de la gente de edad avanzada es mucho más rígido, menos elástico y reacciona peor ante ciertos estímulos, como puede ser el calor o el frío», explica el cardiólogo. No solo se debe pensar en el órgano en sí, sino también en el sistema en general: «Las arterias se van endureciendo, tienen menos y peor movilidad y en función de los factores de riesgo, pueden tener aterosclerosis», explica el investigador. 

El cuerpo es una máquina perfecta. El organismo pone todo de su parte para que la calidad de vida sea la mejor posible. Claro está que no de forma consciente. Un ejemplo, imaginen a Jose, de 40 años, que nunca se ha cuidado, ni ha hecho ejercicio o comido sano. Además, ha fumado durante su vida adulta y tiene niveles altos de colesterol. Su corazón pide auxilio, ¿qué ocurriría si se lo da? Con toda probabilidad, el sistema cardiovascular se recuperaría. «En cardiología nos cuesta hablar de rejuvenecer o regenerarse, al contrario de lo que sucede en el pulmón», comienza explicando el experto del CNIC.

Sin embargo, al reducir la exposición, el riesgo de patología cardíaca disminuye. Es decir, que recupera, hasta cierto punto, su funcionalidad. Si ahora Jose dejase de fumar, «en cuestión de 10 o 20 años, su riesgo se habría normalizado bastante», responde. No llegaría a los niveles de una persona que siempre se haya cuidado, pero sí sería algo más aceptable. Ojo, esto no es carta blanca para comenzar a cuidarse a los cuarenta. La prevención se debe hacer desde el nacimiento. «Cuantos antes, mejor», aclara.

De hecho, esta diferencia también se ve en la capacidad de “regeneración”. En el CNIC han investigado el impacto de controlar ciertos factores de riesgo, como el colesterol. «El efecto que tiene reducirlo en personas de entre 20 y 40 años es mucho mayor que bajarlo en los grupos de entre 60 y 70. Cuando lo veíamos en los primeros, la tasa de infarto se reducía entre un 30 o 40 %, mientras que en personas de edad avanzada, la tasa era de un 10», precisa el investigador. Por esto, desde la institución apuestan por poder adelantar el control de este tipo de variables.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.