Resulta difícil distinguir de manera clínica el ébola de otras enfermedades infecciosas como el paludismo, la fiebre tifoidea o la meningitis
01 jun 2023 . Actualizado a las 17:22 h.Una mujer se encuentra ingresada en el Hospital Universitario de Donostia Osakidetza, en San Sebastián, con un posible caso de ébola. La paciente, que hace menos de un mes estuvo de viaje por el Congo, permanece aislada en el centro a la espera de los resultados de las pruebas. De confirmarse el caso, se trataría del segundo caso en España después del de Teresa Romero, que contrajo la enfermedad en el 2014. Sin embargo, tras un primer análisis, el equipo médico ha considerado «improbable» que se trate de este virus y han explicado que la paciente presenta «una infección tropical sin diagnóstico». Será entre esta tarde y mañana cuando se conozca el resultado definitivo. Pero ¿qué es exactamente?, ¿cuáles son los síntomas que provoca la infección?
La enfermedad por el virus del ébola (también conocido como EVE) es una enfermedad rara pero grave y a menudo, letal. Según indican desde la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), apareció por primera vez en el año 1976, a través de dos brotes simultáneos: uno en lo que hoy es Nzara (Sudán del Sur) y el otro en Yambuku (República Democrática del Congo). De hecho, como este último se produjo en un pueblo cercano al río Ébola, de ahí deriva el nombre de la enfermedad.
Posteriormente, se han sucedido diversos brotes esporádicos, la mayoría en África. El brote conocido más importante tuvo lugar entre el 2014 y el 2016. Se inició en Guinea y se propagó a Liberia y Sierra Leona sumando más de 28.600 casos y registrando una letalidad del 39 %. Además de estos casos en África, también los hubo esporádicos asociados en siete países más: España, Estados Unidos, Italia, Mali, Nigeria, Reino Unido y Senegal.
¿Cómo se contagia el ébola?
La infección se transmite por el contacto con animales infectados al prepararlos, cocinarlos o comerlos; líquidos corporales de personas infectadas como saliva, orina, heces o semen; así como objetos que contengan líquidos corporales de personas infectadas, como ropa de vestir o de cama. Además, se ha comprobado que ciertas ceremonias funerarias que implican el contacto directo con el cadáver también pueden contribuir a la transmisión del virus.
Si el virus se encuentra en la sangre, los pacientes son contagiosos. No obstante, la transmisión sexual es posible también tras la recuperación. Por contra, el virus del ébola no se contagia a través del aire, el agua, los alimentos. Tampoco hay vectores de transmisión entre los insectos.
Los virus del género ebolavirus pueden sobrevivir en superficies secas varias horas y, en fluidos, varios días a temperatura ambiente. Se desactivan con radiación ultravioleta y gamma, con el calentamiento durante 60 minutos a 60º C o hirviendo durante cinco minutos. Son sensibles al hipoclorito sódico (presente en lejías, cloro, blanqueadores…) y a otros desinfectantes. La refrigeración o congelación no los inactivan.
Fuente: Ministerio de Sanidad
¿Cuáles son sus síntomas?
El tiempo que puede transcurrir entre la exposición y el momento en el que se empiezan a producir los síntomas, es decir, el período de incubación, puede oscilar de 2 a 21 días.
Los síntomas del ébola abarcan la aparición súbita de fiebre, cansancio, dolores musculares, de cabeza y garganta, seguidos de vómitos, diarrea, hemorragias externas e internas y erupciones cutáneas.
Con todo, después de recuperarse de la enfermedad, algunos pacientes pueden seguir presentando síntomas durante dos años o más, según la OMS. Estos signos más persistentes pueden ser: cansancio, dolores de cabeza, musculares, articulares, oculares, abdominales, pérdida de apetito, trastornos del sueño, pérdida de memoria, de audición, depresión y ansiedad.
¿Cómo se lleva a cabo el diagnóstico?
La mujer que se encuentra actualmente ingresada en el Hospital Universitario Donostia de Osakidetza se encuentra aislada en el centro a la espera del resultado de las pruebas que puedan confirmar o descartar el diagnóstico de ébola. Pero ¿en qué consisten?
Antes de nada, cabe mencionar que puede resultar difícil distinguir de manera clínica el ébola de otras enfermedades infecciosas como el paludismo, la fiebre tifoidea o la meningitis. La confirmación se obtiene mediante una detección de antígenos, una seroneutralización, una microscopía electrónica, reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa, inmunoadsorción enzimática (ELISA) y aislamiento del virus mediante cultivo celular.
¿Qué tratamiento reciben las personas infectadas con el ébola?
No existe un tratamiento curativo para la infección. Tal como indica el protocolo de actuación frente a casos sospechosos de enfermedad por el virus del ébola del Ministerio de Sanidad, el tratamiento es sintomático. Hasta ahora se han utilizado varias opciones terapéuticas «como suero de convalecientes, anticuerpos monoclonales y fármacos antivirales. Se están realizando ensayos clínicos con diversos fármacos y la información sobre su eficacia y disponibilidad se está actualizando continuamente», indican.
¿Se puede prevenir la infección por el virus del ébola?
En la cabeza de todos está el caso de Teresa Romero, en el 2014. Por aquel entonces no existía una vacuna, pero ahora sí. El 11 de noviembre del 2019, siguiendo las recomendaciones de la Agencia Europea del Medicamento, la Comisión Europea autorizó la comercialización de una vacuna frente a la EVE: Ervebo. También existen otras en fase experimental.
«La vacuna Ervebo ha demostrado ser eficaz frente al Ebolavirus Zaire y está recomendada por el Grupo de Expertos de la OMS en Asesoramiento Estratégico en materia de inmunización junto con otras herramientas para responder a los brotes de EVE», declaran desde la OMS.
El caso de Teresa Romero fue el primero fuera de África
La auxiliar de enfermería Teresa Romero fue el primer caso diagnosticado de ébola fuera de África. La enfermera se debatió entre la vida y la muerte durante varios meses hasta que logró superar la enfermedad. Permaneció ingresada en el Hospital Carlos III de Madrid, el mismo en el que trabajaba y se contagió mientras atendía a dos religiosos españoles repatriados desde el continente africano, infectados por el ébola.
Años después, la propia Teresa confesó a los medios de comunicación que la situación le «generó tristeza, no entendía muchas cosas, estaba muy perdida, sentía mucha oscuridad». Lo que peor llevó, según confesó, fue «parecer culpable» de haberse contagiado.