La historia de Navia, la niña gallega de un año recuperada de una miocarditis fulminante gracias a un corazón artificial
ENFERMEDADES
Su madre, Eva Iglesias, comparte con La Voz cómo fue el comienzo de la afectación y agradece la labor del equipo médico del Chuac
04 ene 2025 . Actualizado a las 19:15 h.Navia. Así se llama la pequeña de un año que se convirtió en la protagonista de una intervención pionera en España realizada en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña. El equipo médico del Chuac logró la recuperación total de su corazón gracias a uno artificial, después de que la menor padeciese una miocarditis fulminante debido a una infección por parvovirus. Su madre, Eva Iglesias, prefiere que no se le reconozca, por eso no muestra su cara. Eso sí, cuenta su historia para destacar la labor de los profesionales médicos que hicieron que su hija hoy vuelva a gatear.
Su realidad cambió de un día para otro. Un miércoles de octubre, Navia no quiso cenar. Algo raro en la pequeña, quien suele tener mucho apetito. «El jueves no tenía fiebre, así que la llevé a la escuela infantil, pero como estaba un poco parada les dije que si seguía, me llamasen», recuerda esta madre de Santiago de Compostela.
La llamada se produjo, así que al salir de trabajar, acudieron a Urgencias del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (Chus). «Yo fui pensando que me iban a decir que era un cuadro vírico y que había que esperar a la evolución», dice. No se esperaba todo lo que estaba por venir. Una ecocardio fue suficiente para derivar a la menor al Chuac de manera inmediata. «Fue algo muy rápido. De repente, me vi durmiendo en A Coruña», precisa Eva, que aún tiene en la memoria cómo se sentía mientras todo sucedía ante sus ojos. «Desde Santiago, era como si estuviese en una obra de teatro. Sí, era mi niña pero no entendía bien lo que estaba pasando».
En el hospital de la ciudad herculina le pidieron que intentase recordar los episodios de fiebre de la niña en el último mes. Había sucedido recientemente, pero con la incredulidad del momento no conseguía recordarlo: «Terminé buscándolo en el móvil, en los mensajes que podría haberle mandado a mi madre o a su escuela».
En menos de 24 horas, el uso de un ECMO —un dispositivo de asistencia mecánica circulatoria y respiratoria capaz de proporcionar soporte cardíaco y pulmonar— se vuelve necesario. Este dispositivo funciona, en este tipo de casos, como un puente que conduce a una recuperación más rápida. «Nos dicen que hay que utilizarlo porque sino la niña se va. Había empeorado. La palabra que ellos utilizan es fulminante», dice esta madre.
«Una montaña rusa en el infierno»
Era cuestión de vida o muerte. La familia se hizo poco a poco a la idea de la gravedad, intentando darle serenidad en un contexto casi imposible. «Cuando me presentaron al doctor Carlos Velasco —el cirujano cardíaco del Chuac que formó parte del equipo que llevó el caso— yo no entendía por qué necesitábamos un cirujano, pero bendito fue el momento en el que lo conocimos», cuenta. Su voz transmite alivio al recordarlo.
Las noticias se sucedían día a día, y a medida que pasaba el tiempo, eran peores. «Siempre decía que era una montaña rusa en el infierno porque no tenía fin». El uso de ECMO no funcionó en el corazón de Navia y fue necesario dar el paso a un dispositivo de asistencia circulatoria, un corazón artificial paracorpóreo de larga duración, conocido como Berlin Heart.
Los mensajes a la familia eran cautos. «Al principio, nos decían que era muy complicado recuperar el corazón y retirar esa máquina, porque si el órgano fallaba era muy difícil volver a conectarlo», apunta. Así, se hicieron a la idea de que el siguiente paso sería un trasplante. Contaban con hacer del hospital su nueva casa. Una cirugía de este tipo requería pasar meses en el hospital y es lo que le habían dicho.
Cuando Navia llevaba un mes con un corazón artificial, el doctor Velasco estableció un tiempo de espera máximo de otro mes, tiempo suficiente para ver si el órgano podía volver a latir. No lo hacía. No reaccionaba. «Casi a estar próximos a cumplir ese plazo, empezaron a ver signos de mejoría que eran esperanzadores y permitían hablar del ''destete'' de la máquina», cuenta Eva.
Alegría, a la par que vértigo y cautela. «Tenía miedo porque era mi niña, y nos contaban todas las pruebas que había que hacer para ver si su corazón aguantaba. Pero siempre confiamos plenamente en el equipo médico», explica esta madre, agradecida con todo el personal con el que se cruzaron.
Navia pasó un tiempo sedada y otro despierta. Convivió durante unas semanas con su Berlin Heart, que llamaba su atención y le ayudaba a conciliar el sueño por la vibración que emana de la máquina.
La retirada del dispositivo se produjo y la recuperación de la pequeña fue todo un éxito. En la actualidad, su corazón vuelve a latir. Ella vuelve a gatear, está aprendiendo, de nuevo, a ponerse de pie y su madre espera que, no dentro de mucho, vuelva a caminar. Para Navia, parece que no ha pasado nada: «Es la misma niña de antes. Es muy risueña, está atenta, muy espabilada y sigue comiendo muchísimo», concluye Eva. La previsión es que pueda tener una vida totalmente normal.