Así fue el primer trasplante de vejiga exitoso del mundo: «La función renal del paciente mejoró de inmediato»

ENFERMEDADES

Un grupo de cirujanos de California han conseguido este hito histórico para la medicina tras décadas de investigación y desarrollo técnico
21 may 2025 . Actualizado a las 14:46 h.Un equipo médico ha realizado en California el primer trasplante de vejiga exitoso en la historia, un hito que permitirá a Oscar Larrainzar, el paciente receptor, de 41 años, dejar de someterse a diálisis. La operación llegó tras años de investigación y desarrollo de la técnica por parte de médicos, científicos y cirujanos de Keck Medicine, perteneciente a la Universidad del Sur de California (USC), y de la University of California en Los Angeles (UCLA), liderados por los doctores Inderbir Gill y Nima Nassiri, los dos cirujanos que realizaron la intervención. El procedimiento se realizó como parte de un ensayo clínico de la UCLA que están llevando a cabo Nassiri y Gill, y con el que esperan realizar más trasplantes de vejiga en el futuro cercano.
«Esta cirugía es un momento histórico en la medicina y podría tener impacto en la forma en que tratamos a pacientes cuidadosamente seleccionados con vejigas en estado terminal, altamente sintomáticas, que ya no funcionan», explicó el doctor Inderbir Gill, que es director ejecutivo del Instituto de Urología de la University of Southern California. «El trasplante es una opción de tratamiento que salva y mejora la vida de muchas personas con enfermedades que afectan a distintos órganos principales, y ahora se puede agregar la vejiga a la lista de ellos», añadió Gill.

Un caso único
Oscar Larrainzar había perdido la mayor parte de su vejiga tras una cirugía para extirpar un tumor y la parte restante estaba comprometida en términos de funcionalidad. También se le habían extirpado ambos riñones, ya que padecía enfermedad renal crónica y el cáncer también había afectado a estos órganos. Como consecuencia, se sometía a diálisis desde hacía siete años.
El procedimiento, de alta complejidad, «implicó el trasplante de una vejiga y un riñón nuevos, recuperados de un donante», detalla un comunicado de la UCLA, una de las instituciones que participaron del proceso. Los cirujanos trasplantaron primero el riñón, a continuación, la vejiga, para, finalmente, conectar uno a la otra utilizando una técnica innovadora que habían desarrollado.
El procedimiento completo duró aproximadamente ocho horas y los resultados, aseguró el doctor Nassiri, fueron evidentes rápidamente. «El riñón produjo inmediatamente un gran volumen de orina, y la función renal del paciente mejoró de inmediato. No hubo necesidad de diálisis después de la operación, y la orina drenó correctamente en la nueva vejiga», explicó. En otras palabras, poco después de la operación, Larrainzar pudo volver a ir al baño como cualquier otra persona sana, algo que no podía hacer desde hacía años.
El paciente se encuentra estable, en recuperación y observación médica. Sin embargo, como explica el comunicado de la UCLA, «todavía existen incógnitas asociadas con el procedimiento. Se desconoce cómo será el funcionamiento de la vejiga trasplantada a lo largo del tiempo y el grado de inmunosupresión necesario para prevenir el rechazo de los órganos trasplantados».
Los desafíos de vivir sin vejiga
Hasta ahora, las opciones para personas como Oscar Larrainzar han sido escasas y complejas. Cuando un paciente requiere una cistectomía (la extracción quirúrgica de parte de la vejiga), pierde la funcionalidad de este órgano, de manera parcial, lo que conlleva ir al baño con mucha mayor frecuencia, o total. En los casos de cistectomía radical (extirpación completa), los cirujanos tienen dos opciones. En ciertas ocasiones, crean una neovejiga artificial que cumple la función de la vejiga. Este órgano sustitutivo se crea con tejido artificial, o bien, utilizando el íleon, una parte del intestino delgado del propio paciente.
Pero este método tiene grandes desventajas. Los pacientes quedan con secuelas como la incontinencia, ya que este tejido no es una vejiga real y, por tanto, no envía señales claras al cerebro para saber cuándo orinar. Para adaptarse a esto, los pacientes tienen que acudir al baño con mucha frecuencia, teniendo que recurrir a alarmas para orinar incluso durante la noche. De lo contrario, el tejido podría llenarse en exceso y dañarse.
En otros casos, como explican desde la asociación de cáncer de vejiga BCAN, los cirujanos realizan un conducto ileal o urostomía, un procedimiento quirúrgico que permite que la orina sea desviada de la vejiga y drenada al exterior del cuerpo hacia una bolsa, a través de una pequeña abertura conocida como estoma. Esta opción también dificulta la vida cotidiana de los pacientes, que deben tener ciertos cuidados para evitar infecciones u otros problemas del estoma.
«Por su parte, un trasplante de vejiga da como resultado un reservorio urinario más normal y puede evitar algunos problemas a corto y largo plazo asociados con el uso del intestino como vejiga», detalla Nassiri.

Por qué es tan complicado trasplantar una vejiga
Este avance médico es una obra de innovación al servicio de la ciencia y es el resultado de décadas de investigación. La precisión de las herramientas quirúrgicas y el conocimiento profundo y detallado de la anatomía del sistema urinario fueron elementos clave para poder desarrollar la técnica que Gill y Nassiri utilizaron para tratar a Oscar Larrainzar.
Los cirujanos que realizaron la intervención en California citan «la complicada estructura vascular del área pélvica y la complejidad técnica del procedimiento» como las dificultades principales. En este sentido, el gran problema a la hora de trasplantar un órgano como la vejiga está en la cantidad de vasos sanguíneos que irrigan la zona, una serie de conductos que permiten que la sangre llegue al tejido y que, en casos como el de Lanzarriar, en los que ha habido una cistectomía, pueden estar dañados, ya que durante esta extirpación de la vejiga se cortan y cauterizan todas las venas y arterias de la zona.
El desarrollo de la técnica pionera que permite volver a conectar todos estos vasos a la nueva vejiga requirió años de práctica y experimentos, primero en ratones, posteriormente, en cerdos y finalmente en humanos con muerte cerebral que habían donado su cuerpo a la ciencia.