¿Cuántas veces al día es normal orinar? Así es el síndrome de la vejiga hiperactiva

Macarena Poblete / U.R.

ENFERMEDADES

La vejiga hiperactiva provoca urgencia de ir al baño.
La vejiga hiperactiva provoca urgencia de ir al baño. Freepik

La urgencia de orinar de manera rápida y fuerte sin causa aparente, los escapes de orina o las visitas frecuentes al baño pueden ser señales de un trastorno que afecta a millones de personas

14 jul 2025 . Actualizado a las 16:03 h.

Vivir con la constante urgencia de encontrar un baño o la vergüenza de un escape de orina inesperado es una dura realidad para quienes padecen vejiga hiperactiva (VH), un síndrome que va más allá de un simple inconveniente. Definida en 2002 por la Sociedad Internacional de Continencia, este problema se manifiesta como una necesidad repentina e intensa de orinar, a menudo con escapes y una frecuencia miccional alarmantemente alta, incluso durante las horas de sueño, y todo ello sin una causa aparente. 

Según el estudio EPICC de la Asociación Española de Urología, la vejiga hiperactiva impacta en el 6 % de las mujeres entre 25 y 64 años y al 4,6 % de los hombres entre 50 y 64 años en España. Pero el problema se agudiza drásticamente en la población mayor institucionalizada: hasta un 40 % de las mujeres y un 35 % de los hombres mayores de 65 años conviven con esta condición.

José María Sánchez Merino, responsable de la unidad de Urología Funcional, Femenina y Urodinámica, del Hospital Universitario de A Coruña (Chuac), explica que «uno puede esperar mucho para orinar, pero normalmente cuando llega el momento, te da tiempo a ir al baño. Lo que diferencia esta patología es que no puedes esperar». 

Síntomas clave: cuándo sospechar

El signo más característico es la urgencia de orinar, pero suele acompañarse de aumento de la frecuencia urinaria y, en algunos casos, incontinencia. Sánchez Merino explica que la incontinencia puede dividirse, de manera general, en dos tipos: de esfuerzo y de urgencia. La incontinencia de esfuerzo surge de la debilidad de los músculos del suelo pélvico, común tras partos o cirugías en mujeres, y después de intervenciones prostáticas, lo que provoca fugas al toser o realizar esfuerzos físicos. Por el contrario, la incontinencia de urgencia se caracteriza por una necesidad repentina e incontrolable de orinar, impidiendo al afectado llegar al baño a tiempo. En algunos casos, ambos tipos coexisten, lo que presenta un desafío mayor en su abordaje. 

Para el diagnóstico, primero se deben descartar otras posibles causas de la urgencia miccional. Esto implica verificar la ausencia de infecciones urinarias, problemas prostáticos en hombres, o el descenso de la vejiga en mujeres debido a partos previos. También se evalúa si existen enfermedades como la esclerosis múltiple, el Párkinson, lesiones medulares o cáncer de vejiga, que pueden generar síntomas similares. «Cuando se estudia al paciente, si ve que no existe nada de eso y no hay una causa aparente, entonces se hace el diagnóstico de vejiga hiperactiva», asegura el especialista.

Qué puede causarla

No existe una única causa conocida. Por ello, el tratamiento es sintomático. «Tratamos los síntomas, no la causa. Es un trastorno multifactorial. En una persona suele haber varios motivos por los que pueda aparecer esa vejiga hiperactiva», indica Sánchez Merino.

Entre los factores más frecuentes, el urólogo destaca:

  • Desequilibrios hormonales: En mujeres, la menopausia y la consiguiente caída de estrógenos es un factor clave. En hombres, el declive hormonal propio del envejecimiento también puede ser una causa.
  • Trastornos afectivos y estrés: Las emociones y el estado mental tienen un impacto significativo. En épocas de estrés o ansiedad, muchas personas experimentan un aumento en la urgencia por orinar.
  • Alteraciones en la microbiota urinaria: Contrario a la creencia antigua, se ha demostrado que la vejiga no es estéril. Un desequilibrio en la flora bacteriana puede afectar al comportamiento de la vejiga. 
  • Trastornos digestivos funcionales: Existe una «sensibilización cruzada» entre el intestino y la vejiga. Esto significa que problemas como el colon irritable pueden influir en la función de la vejiga, por lo que el paciente también experimenta síntomas de hiperactividad.
  • Problemas con la histamina: Algunas personas no procesan bien la histamina, una sustancia que se encuentra en ciertos alimentos. El consumo de productos ricos en histamina, como fruta muy madurada, vinos o cervezas, puede desencadenar o aumentar la urgencia urinaria en estos individuos.
  • Obesidad y sobrepeso: Estos son dos de los factores más prevalentes y directamente asociados con la vejiga hiperactiva. El exceso de peso corporal puede ejercer presión adicional sobre la vejiga y los músculos pélvicos, o influir a través de procesos inflamatorios.
  • Edad avanzada: Si bien este síndrome puede presentarse a cualquier edad, es más frecuente en edades avanzadas. «No hay que asumir que por ser mayor se tenga que sufrir vejiga hiperactiva, pero está claro que con la edad aumenta ese tipo de trastorno», explica Sánchez Merino.

Cuándo acudir al médico

El Dr. Sánchez Merino recomienda consultar con especialistas si, con una ingesta normal de líquidos —alrededor de litro o litro y medio al día— se orina más de seis u ocho veces, si es necesario levantarse por la noche o si hay urgencia constante. Ante cualquier cambio significativo en el patrón de micción o la aparición de urgencia, aconseja una primera visita con el médico de atención primaria.

Otras señales que no se deben pasar por alto ? ni normalizar por la edad? son la micción acompañada de un chorro débil, dificultad para orinar o una sensación de vaciado incompleto de la vejiga. Además, si un paciente observa sangre en la orina (sea visible o detectada en un análisis como microhematuria) o experimenta dolor al orinar, la derivación a urología es inmediata.

Tratamientos disponibles

Si bien el experto explica que no existe un único tratamiento efectivo para este síndrome, el abordaje inicial se basa en cambios en el estilo de vida. «Nuestra primera línea de tratamiento siempre son lo que llamamos las medidas higiénicas y dietéticas: mantener hábitos saludables, controlar el peso corporal, evitar en algunos pacientes la cafeína y el alcohol, reducir la cantidad de líquidos si es excesiva, tratar el estreñimiento… Todo eso mejora los síntomas», indica Sánchez Merino. A esto se suman ejercicios de fortalecimiento del suelo pélvico, como los de Kegel, así como actividades como pilates o yoga. «Lo que hay que evitar, sobre todo en las mujeres, son los deportes de impacto, que son negativos para el suelo pélvico», añade.

Si el paciente no tiene resultados positivos con estos cambios, se pasa a un tratamiento oral médico. El urólogo afirma que existen dos tipos principales de tratamientos para la vejiga hiperactiva: los anticolinérgicos y el mirabegrón. «Este tipo de medicamentos intentan relajar la vejiga», explica Sánchez Merino, ya que en estos casos de vejiga hiperactiva se presentan contracciones involuntarias durante el llenado vesical, lo que provoca una sensación constante de urgencia urinaria. Pero, su eficacia varía entre pacientes. Además, pueden provocar efectos secundarios como sequedad bucal y no son aptos para todas las personas, especialmente si tienen condiciones médicas previas.

Ya como recurso final, se puede recurrir a la inyección de toxina botulínica en la vejiga, aunque se reserva principalmente para casos donde la alteración del funcionamiento del órgano sea por enfermedades neurológicas. Este procedimiento tiene una eficacia temporal (alrededor de seis meses) y puede generar complicaciones como infecciones urinarias o la necesidad de sondaje para lograr un vaciado completo.