El corazón de Manuel, un nuevo hito del Chuac: «Confiaba al cien por cien en el doctor»

ENFERMEDADES

El hospital coruñés llevó a cabo con éxito la sustitución de dos válvulas de su corazón mediante una técnica poco invasiva, al reducir las complicaciones derivadas de una esternotomía
03 ago 2025 . Actualizado a las 15:16 h.«Este hombre es un fenómeno», dice Manuel Vivero, de 76 años, y vecino de Foz. Se refiere a Carlos Velasco, cirujano cardíaco del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) y autor, junto a su equipo, de una intervención pionera en España. «Yo lo sabía, por supuesto, él me lo dijo en la primera consulta que tuve. Pero ya era la sexta vez que entraba en quirófano y no tuve miedo. Confiaba al cien por cien en el doctor».
La cirugía, que se llevó a cabo hace ahora dos meses, duró cerca de tres horas y fue un éxito. «Estoy de maravilla», exclama Manuel. Padecía enfermedad valvular aórtica mitral, es decir, problemas con las válvulas cardíacas que regulan el flujo sanguíneo en el corazón. «Tenía doble lesión aórtica y doble lesión mitral predominantes, e insuficiencia cardíaca en las dos», explica el propio Velasco. «Le habían hecho una nefrectomía radical —extirpación completa de un riñón— hace dos años y había padecido un infarto en el 2020 que le había dejado secuelas en el corazón, con una parte cicatricial con la que faltaba cierta movilidad al miocardio», amplía el doctor sobre el historial previo del paciente. Estas múltiples comorbilidades previas aumentaban el riesgo de la intervención quirúrgica, pero esas dos válvulas dañadas necesitaban ser cambiadas.
Las novedades de esta intervención
«Con esa situación, lo novedoso de este caso es que la cirugía se llevó a cabo con videotoracoscopia». Un procedimiento quirúrgico mínimamente invasivo que permite la visualización de la cavidad torácica y sus estructuras internas utilizando una cámara y una óptica, a través de pequeñas incisiones. En este caso, el cirujano confiesa que solo fue necesaria una: «Este tipo de cirugía cardíaca es el equivalente a la laparoscópica en cirugía general o la videotoracoscópica en la torácica. Lo que se hace es, a través de un hueco entre las costillas, sin abrir el esternón, una pequeña incisión de cuatro centímetros». Ahí se introduce una cámara para asistir y poder facilitar la visión dentro del tórax del paciente. «Se entra en circulación extracorpórea a través de las venas y arterias femorales y se hace la intervención a través de la cámara, con esa pequeña incisión», indica el experto.
El hecho de que, cada vez más, se opte por hacer intervenciones cardíacas videotoracoscópicas, no es novedad. Según palabras de Velasco, en el Chuac han concluido cerca de setenta desde que comenzaron a implementarse. «Y las hacemos tanto en adultos como en pediatría; estas últimas, desde el año pasado». Con todo, todavía no están muy extendidas a nivel nacional e incluso europeo. «Hay algunos centros que sí las realizan, pero quizá de una forma no tan rutinaria como nosotros. Sí hay hospitales de referencia en esta técnica, como el Arrixaca de Murcia o el Clínico de Barcelona que sí que las hacen de forma frecuente», describe Velasco.
Lo relevante de este caso, que ha sido el primero a nivel nacional, es utilizar este abordaje para cambiar dos válvulas: la aórtica y la mitral. «Normalmente, con esta técnica se recambian la mitral y la tricúspide, pero la aórtica no suele ser posible porque está más alta y se necesita un acceso diferente. Pero en este caso, sí lo conseguimos, desde esa misma incisión», detalla Velasco.
Las ventajas frente a una cirugía convencional
En esta cirugía no fue necesario abrir el esternón de Manuel y, por lo tanto, no se necesita esperar a la cicatrización del hueso. «Solo se hace una incisión de piel y de tejidos blandos», indica Velasco. Ahí recae la principal ventaja de esta intervención: la recuperación es mucho más rápida.
«Por otra parte, existe menos riesgo de sangrado y de complicaciones derivadas de la esternotomía, porque como no se abre el hueso y se hace menos disección de tejidos, el cuerpo sangra menos. Se reduce la necesidad de transfusiones sanguíneas en el posoperatorio inmediato, así como sufrimiento renal que también puede conllevar pulmonar». Esa incisión más pequeña también conlleva menos dolor y el paciente se puede recuperar mucho antes que en una cirugía convencional por esternotomía completa.
Con todo, los riesgos no desaparecen. «Son exactamente los mismos que la cirugía cardíaca convencional: parar el corazón y volver a ponerlo en marcha. Es una intervención que siempre tiene peligro de mortalidad, de complicaciones en el posoperatorio. Por eso, el hecho de hacer una cirugía menos invasiva no tiene que aumentar estos riesgos que ya existen», asegura el cirujano.
Manuel no duda en remarcar que «miedo, yo, no tuve ninguno». Y tanto paciente como profesional están de acuerdo en la importancia que tiene el resto del equipo médico presente. «Para que no aumente este riesgo es necesario que el equipo cuente con una gran experiencia. «Tanto en cirugía abierta como en videotoracoscópica», amplía el cirujano. Según sus palabras, el Chuac es de los tres centros a nivel nacional con más volumen de cirugías cardíacas realizadas. «Esto nos está permitiendo llegar a un nivel de experiencia con el que podemos hacer intervenciones mínimamente invasivas, como esta, con seguridad».
El siguiente paso sería la cirugía cardíaca robótica, pero esta, no se puede llevar a cabo a nivel nacional. «Ahora mismo solo hay un centro acreditado para hacerlo, el Clínico de Barcelona», afirma Velasco. ¿La razón? «Que se trata de una patología con mucho riesgo y las evoluciones tecnológicas hacia técnicas menos invasivas van más lentas que en otras especialidades». Si bien confirma que, más a corto plazo que a largo, se espera que también lleguen. Es más, da fechas exactas: «Posiblemente, en dos o tres años, ya se amplíen las acreditaciones y ya podremos contar con esos programas de cirugía robótica también en la especialidad cardíaca».

El posoperatorio
Manuel reconoce que en el posoperatorio «se desubicó un pelín, pero muy poco», por el efecto de la anestesia. Su hija, María Jesús Vivero, añade que «al principio le costó un poco tirar para adelante porque no deja de ser una cirugía complicada; pero es innegable que él tiene mucha fuerza de voluntad».
A los once días le dieron el alta hospitalaria y ahora, dos meses después, empieza hacer una vida normal. «No puedo hacer esfuerzos, pero ya empiezo a dar paseos. Y por supuesto, tomo el tratamiento que me han recetado», cuenta. Sus cicatrices también evolucionan correctamente: «Tengo una en la axila y otra en la ingle, ambas están de maravilla». De hecho, no tiene problema en compartirlas para que el lector también pueda verlas.
Tanto Manuel como su hija María Jesús se deshacen en halagos hacia el doctor Velasco y el equipo médico del Chuac. «Cuando volví a consulta, más que mi cirujano, ya lo sentía como un amigo. Tremendo abrazo le di», confiesa Manuel entre risas. «Son unos genios. Ojalá mi padre sea el primero de muchos», concluye María Jesús.