José Luis Díaz, médico internista: «Sabemos que tomar siete huevos a la semana no resulta perjudicial»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

José Luis Díaz, médico internista del Chuac.
José Luis Díaz, médico internista del Chuac. CESAR QUIAN

El responsable de la Unidad de Lípidos y Riesgo Cardiovascular del Chuac destaca que, si no hay enfermedades vasculares previa, una persona podría reducir sus niveles de colesterol cuidando su estilo de vida

20 ago 2025 . Actualizado a las 18:06 h.

El doctor José Luis Díaz (Barcelona, 1968), especialista en Medicina Interna y responsable de la Unidad de Lípidos y Riesgo Cardiovascular del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), reconoce estar preocupado por la información falsa y errónea que mucha gente consume en redes sociales sobre el colesterol y su origen en la enfermedad cardiovascular. «El metabolismo del colesterol es complejo y requiere de un estudio muy profundo, por eso, es fácil que mensajes absolutamente falsos y simplistas calen entre la población», lamenta. Defensor de que la ciencia no es creencia, asegura que el colesterol y su influencia en la patología se trata de uno de los aspectos de la medicina con mayor respaldo de la literatura científica.

—¿Cuándo se convierte en un problema el colesterol?

—El colesterol es necesario para la vida, al igual que lo es el agua. Es necesario que esté en las células, pero no en la sangre. El que circula en la sangre tiene que ir en unas partículas que se llaman lipoproteínas, una sustancia estructural. Transportan triglicéridos y ácidos grasos, a nuestro organismo, lo que hace de combustible de nuestras células. En cambio, el colesterol que va en la sangre y que va en las lipoproteínas no tiene ningún papel. Esas partículas, una vez que han cedido todo ese  combustible a los tejidos, vuelven al hígado para ser nuevamente producidas. El colesterol que contienen no es utilizado en ninguna parte del organismo, acaba formando parte de un circuito cerrado. Y claro, si ese colesterol que va en esas partículas permanece mucho tiempo en la sangre, se convierte en un exceso. Penetran en los vasos sanguíneos y sufren modificaciones, se produce el depósito de la grasa, lo que da lugar a la aterosclerosis y la enfermedad cardiovascular. De hecho, no podemos destruir el colesterol. Es decir, una molécula de azúcar será más o menos perjudicial, pero la podemos metabolizar. Lo mismo ocurre con una molécula de un ácido graso y con un aminoácido de las proteínas. Sin embargo, no podemos destruir el colesterol. El ser humano no tiene enzimas para ello. De igual manera, un exceso de colesterol en las células también es negativo y puede provocar problemas en las mismas, ya no solo en la sangre. La célula tiene que eliminarlo porque no puede transformarlo en energía, ni en agua, ni en ninguna sustancia útil para la vida.

—En redes sociales se han popularizado varios mensajes sobre el colesterol. Uno de ellos asegura que no es malo ni el causante de enfermedades cardiovasculares.

—Desde luego, estas palabras desacreditan a quienes las dicen como interlocutores científicos. Esto del colesterol es ciencia, no es creencia. Y el colesterol es, probablemente, uno de los aspectos de la medicina donde más ciencia y verdad existe. No hay ninguna duda.

—¿Qué le diría a la población general que presta atención a estos mensajes?

—Que tengan cuidado porque, como decía Antonio Machado, estamos en tiempos donde hay muchos ecos y pocas voces. Hoy en día, en España, gracias al tratamiento de la hipercolesterolemia y a otros aspectos, las enfermedades cardiovasculares ya no son la primera causa de muerte en España. Por primera vez, han sido superadas por el cáncer. Y eso tiene que ver mucho con cómo se ha tratado estos últimos años, no solo el colesterol, sino también la hipertensión arterial, la diabetes, cómo la gente ha dejado de fumar y un largo etcétera. Pero fíjese, sin colesterol en la sangre, no habría enfermedad cardiovascular aterosclerótica. Las poblaciones primitivas, salvo que tengan una hipercolesterolemia familiar que es algo genético, no presentan enfermedad cardiovascular. No tienen tabaco, no tienen colesterol, y encima comen de forma frugal. Cuando nacemos, tenemos unos niveles de colesterol que son la cuarta parte de la vida. No hay momento en la vida de un ser humano que precise de más colesterol que el nacimiento; sin embargo, los niveles en sangre de colesterol son extremadamente bajos.

—Es necesario para la vida.

—Claro. Lo es el de las células, que todas lo forman. Pero no lo es el colesterol de la sangre. Cuando damos medicación, fundamentalmente estatinas, estamos inhibiendo la síntesis de colesterol en la célula, pero no privamos a la célula de colesterol, porque lo sigue sintetizando. ¿Por qué? Porque la célula tiende a ahorrar energía y, en vez de ponerse a sintetizar colesterol, lo recupera de fuera de la célula eliminándolo de la sangre y así baja los niveles de ellos que hay en el plasma. El colesterol de la sangre no hace nada más que pintar las arterias de grasa.

—¿De qué forma convive con otros factores de riesgo?

—Las enfermedades cardiovasculares son muy heterogéneas. Las hay de distintos orígenes. El origen más frecuente de la enfermedad vascular, que afecta directamente a las arterias del corazón y al resto de las arterias del organismo, es aterosclerótico, es decir, el depósito de grasa en las arterias que obstruye la circulación y que favorece la aparición de infartos a distintos niveles, en el corazón, en el cerebro o problemas en las extremidades. Para que se produzcan esas enfermedades por placa de ateroma, por placa de grasa, se necesita sí o sí colesterol; sin colesterol no existirían. Ahora bien, la velocidad a la que se desarrolla esa placa de aterosclerosis va a depender de la coexistencia de otros factores de riesgo. Es decir, si la persona fuma o tiene tensión arterial, el colesterol puede actuar de varias formas: o bien se deposita más rápido en las arterias, o bien es más difícil de eliminar de las paredes arteriales. Y claro, la aterosclerosis aparece antes.

—Aún explicándolo habrá gente que siga negando el peso del colesterol.

—El modelo irrefutable e innegable de que el colesterol provoca enfermedad cardiovascular y muerte es el caso de los niños que nacen con hipercolesterolemia familiar homocigota, es decir, que han heredado una variante genética perjudicial del padre y de la madre que le provoca tener niveles alterados desde el nacimiento llegando a 600, 700 u 800. Estos niños, muchas veces, sufren infartos en los primeros años de vida y mueren de ello con siete o diez años. Esto prueba la causalidad del colesterol en el desarrollo de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica. Afortunadamente, son muy pocos. Sin irnos a ese extremo, el colesterol desde cifras ligeramente elevadas ya puede provocar enfermedad cardiovascular aterosclerótica, pero influirán otros factores de riesgo que son importantísimos para que el proceso se acelere. Por ejemplo, una mujer de 40 años que nunca ha fumado, que no es hipertensa, que no tiene ningún factor de riesgo cardiovascular, que lleva una vida sana y sin antecedentes familiares y que tiene 160 de colesterol malo, quizás no tenga una imperiosa necesidad de tratarla. Esto es discutible, pero yo lo veo así. Por el contrario, un varón de 56 años que es hipertenso, que fuma, que tiene diabetes y el colesterol en 150, si no lo trato, estaré haciendo mala práctica clínica. La velocidad a la que se deposita ese colesterol en esa persona es completamente distinta a la de esa mujer joven sin otros factores de riesgo.

—¿Hay casos en los que no importen los factores de riesgo y solo se centren en los niveles?

—Hay un punto por encima del cual es innegociable que dudemos de la necesidad de tratar el colesterol malo. Por ejemplo, cuando uno tiene el LDL por encima de 190 o 200 miligramos por litro, a partir de la segunda o tercera década de la vida. Esto es independiente de que haya otros factores de riesgo. 

—¿El colesterol 'malo' es tan malo y el 'bueno' es tan bueno?

—El malo es tan malo y el bueno es mejor tenerlo tirando para arriba que para abajo. Pero el malo, cuanto más bajo, mejor. Otra cosa es que nosotros tengamos que tratar a toda la población con un nivel medio elevado de colesterol. Si nosotros tratáramos a todos los gallegos con medicación para el colesterol, disminuiríamos la enfermedad cardiovascular aterosclerótica. Seguro. Pero no estaríamos siendo eficientes, no estaríamos beneficiando a quien más lo necesita y, a lo mejor, estaríamos dando una pastilla a quien tendría un problema cardiovascular con cien años de vida. Quiero decir que el tiempo, la vida, el momento en el que nosotros pensamos que puede aparecer la enfermedad cardiovascular, también influye a la hora de tomar la decisión de tratar o no tratar.

—Otro mensaje que se escucha con frecuencia en redes sociales para denostar la teoría del colesterol es que los rangos que se consideran correctos han ido variando en los últimos años. ¿Qué dice al respecto?

—Ese planteamiento es como si cuestionase que por qué los coches corren más cada vez. Cuando se empezó a tratar el colesterol, allá por los años ochenta y se empezaron a hacer estudios —antes se abordaba pero con herramientas menos eficientes—, se seleccionaba a pacientes que tenían niveles de colesterol bastante altos y se les daba medicación. Estas estatinas iniciales tampoco eran igual de eficaces que las actuales. Total, que se analizaba a los que habían tenido un problema cardiovascular y se veía que con un colesterol malo por encima de 100, más o menos, se obtenían beneficios. Pero a medida que iban apareciendo fármacos más eficaces y se iban haciendo estudios, se observó que si los niveles se reducían un poco más, a 70, había más beneficio que si se dejaba en 100 en pacientes que ya habían tenido un infarto. Y luego aparecieron otros fármacos, y se volvió a ver que era mejor tenerlo por debajo del 55, que no en 70, porque seguíamos disminuyendo el riesgo cardiovascular. Es decir, es una cuestión de que la ciencia ha desarrollado, de que se han descubierto nuevas herramientas, nuevos fármacos que ayudan a controlarlo mejor. Todo ello ayudó a demostrar que cada vez que lo reducimos, más beneficio encontramos, porque disminuyen los episodios cardiovasculares. Esto no es una cosa caprichosa, ni arbitraria, sino que está avalada por estudios. Aprovecho para decir, además, que las estatinas es uno de los grupos terapéuticos que más beneficios ha aportado a la humanidad en términos de reducción de la morbi-mortalidad cardiovascular.

—¿Qué podemos hacer para mantener el colesterol en niveles correctos?

—Aquí hay que diferenciar a aquellos que han tenido problemas cardiovasculares frente a los que no. En la mayoría de estos últimos, con el estilo de vida se puede llegar a controlar su colesterol sin necesidad de fármacos. Para personas que han tenido problemas cardiovasculares, que tienen hipercolesterolemia familiar o incluso, en algunos casos, sin que se cumpla ninguna de estas condiciones, vamos a necesitar siempre fármacos para llevar el colesterol allí donde queremos que esté. Eso no quiere decir que no deban cuidar su estilo de vida. Los buenos hábitos son innegociables para todos, esté el colesterol alto o no. La dieta para gente con hipercolesterolemia es la misma que protege de la hipertensión, de la diabetes, del cáncer o de las enfermedades neurodegenerativas. Es el patrón mediterráneo. Aquí, primero y como decía el profesor Grande Cobián, hay que comer de todo poquito y mucho de nada. En segundo lugar, tienen que primar las frutas, legumbres, verduras, en la medida de lo posible, pocas harinas y más cereales integrales. La pasta de grano duro no es perjudicial para la salud; es un hidrato de carbono y es importante. También es fundamental incluir frutos secos y aceite de oliva virgen. Si yo tengo que prescindir de algo en mi vida será de ropa, será de iPhone y será de otras cosas, pero no de aceite de oliva virgen.Y luego pescado, carne de aves, conejo; que no tenemos dinero para comprar una lubina salvaje, pues compramos unas xoubiñas o unos xureles. Y ojo, no solo es importante la dieta, sino el estilo de vida mediterráneo. La comensalidad o la convivialidad, que es algo mal traducido del inglés porque en castellano no existe, el reunirnos todos en la mesa y el disfrute de la comida, en grupo, en familia, como se hacía antaño. Eso hace que comamos mejor. Tampoco es negociable hacer ejercicio. Estas recomendaciones son para mí, para ti, y para todos. No hay que pensar que las personas que tienen el colesterol alto tienen que hacer algo extremadamente restrictivo.

—¿Los huevos suben el colesterol?

—Es muy difícil hacer recomendaciones sobre los huevos. Es un alimento que, es muy raro, que se coma de forma aislada. Siempre se vincula a una preparación concreta. La mayoría de personas los toman fritos, con patatas fritas, chorizo o bacon. Por eso, cuando haces estudios, es difícil diferenciar el daño que te puede hacer el huevo de lo que te hace el bacon o el frito. Ahora bien, las investigaciones que hay a nivel mundial nos dicen que tomar no más de un huevo al día, o lo que es lo mismo, siete a la semana, no resulta perjudicial. A partir de ahí podríamos tener dudas. Que vaya por delante que es un alimento barato, proteico, energético y maravilloso.

—Siempre se había dicho que lo incrementaban porque la yema aporta colesterol.

—Sí, es cierto que la yema contiene mucho, pero aquí sucede una cosa. Las personas producimos todos los días colesterol y lo estamos eliminando a través de la bilis. En el intestino se juntan el colesterol que hemos eliminado con nuestra bilis y el colesterol que viene de la dieta, y como el intestino sabe que nuestro organismo va sobrado de ello, solo absorbe la mitad del colesterol que tiene disponible. Es más, con dos huevos al día ya saturas la cantidad de colesterol que puede absorber un organismo, con lo cual el colesterol del tercer huevo ya no lo está absorbiendo. Es algo muy complejo.

—¿Tienen evidencia los productos que se ven en los supermercados para bajar el colesterol?

—Son productos que dicen reducirlo porque contiene fitoesteroles. El colesterol es malo en exceso en la alimentación, tanto el de origen animal como el de origen vegetal. Estos esteroles bajan un 10 % el colesterol, aproximadamente, pero su impacto, sobre la prevención cardiovascular, es desconocido. No se han hecho estudios que demuestren que bajar el colesterol utilizando esteroles vegetales sea beneficioso para la salud.

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.