Beatriz Alonso De Castro, oncóloga: «Necesitamos explorar la posibilidad de expandir los cribados a edades más tempranas»

ENFERMEDADES

Beatriz Alonso de Castro, médica del servicio de Oncologia del Chuac.
Beatriz Alonso de Castro, médica del servicio de Oncologia del Chuac.

La especialista analiza qué hay detrás del aumento de casos de cáncer en pacientes de menos de 50 años

30 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay titulares que nos hacen parar y reflexionar. El fallecimiento de Verónica Echegui con tan solo 42 años a consecuencia de un cáncer sobre el que no han trascendido más datos pone sobre la sociedad una evidencia clínica que se viene apreciando desde hace años: el aumento de la incidencia —y también de la letalidad— de los cánceres llamados de «aparición temprana»; esto es, tumores que se presentan antes de los cincuenta años. Esta realidad la sustentan trabajos como el publicado en la revista científica BMJ (British Medical Journey) Oncology, en la que se recopilaron datos de cánceres en este perfil de pacientes entre 1990 hasta el 2019. El resultado: un aumento de más del 79 % en el número de casos. Sobre el porqué detrás de este incremento,  Beatriz Alonso De Castro (Santiago de Compostela, 1993), médico adjunto del Servicio de Oncología del Chuac e investigadora del INIBIC hace su análisis.

—¿Esta aumento de casos de cáncer en personas menores de cincuenta años cómo se explica?

—Probablemente, este aumento de la incidencia sea multifactorial. Por un lado, en la actualidad contamos con una gran promoción de estrategias de screening, de cribados, en países desarrollados. En algunos de ellos, como el del cáncer de cérvix o el de mama, ya se está planteando disminuir la edad para entrar en el programa desde los 49 años hasta los 45, ya que parece que hay una tendencia a disminuir la mortalidad con este cambio, aunque con resultados todavía poco concluyentes. Y por otro lado están los hábitos de vida. Llevamos una vida muy sedentaria, con una alimentación marcada por las prisas, rica en alimentos procesados, con exceso de grasas saturadas, baja en fibra y con bajo consumo de fruta. Todo esto conlleva una alteración en la microbiota intestinal, a un incremento en la inflamación crónica y un mayor riesgo de cáncer. Y no podemos dejar de lado otros hábitos tóxicos, como el tabaco, el alcohol o, incluso, la contaminación.

—Usted está especializada en tumores de mama y ginecológicos, ¿tienen alguna peculiaridad?

—En el caso concreto del cáncer de mama, el aumento de la incidencia también podría estar relacionado con los cambios en los hábitos reproductivos. Sabemos que la nuliparidad, la edad tardía del primer hijo, no dar lactancia materna, incluso el uso de anticonceptivos orales, pues son factores de riesgo para este tumor.

—Pues no es que haya especial cuidado a la hora de prescribir la píldora. No solo para evitar la concepción que es para lo que fue autorizada inicialmente, sino también para lidiar con la endometriosis, con el síndrome de ovario poliquístico...

—Es un factor de riesgo más. Obviamente, el cáncer es una suma de genes y de ambiente, pero sí es un factor de riesgo que está ahí. En otras enfermedades o en determinadas pacientes con síndrome de ovario poliquístico, también les puede reducir el riesgo de cáncer de ovario, pero sí que es un riesgo para el de mama. Para entender este incremento, hay que tener en cuenta que en los estudios que me comentabas se objetivó una muestra que habitaba, sobre todo, en países en vías de desarrollo y  desarrollados. Buena parte de África no tiene los programas de screening que tenemos aquí; tampoco nuestro ritmo de vida sedentario ni una alimentación tan rica en alimentos procesados, y tampoco se hacen estudios. Es verdad que es el estudio más amplio que tenemos, porque se ha desarrollado en 204 países. También hay un trabajo reciente publicado en Cancer Discovery, en Estados Unidos. Se está llevando a cabo sobre todo en países desarrollados y, concretamente en Estados Unidos, que es donde se está viendo esta incidencia tan importante.

—Lo que pasa es que excluir a África implica ver la incidencia en zonas donde, probablemente, el estilo de vida sea muy distinto y podía aportar datos interesantes.

—Claro, pero también nos encontraríamos con el problema de que allí los programas de screening, el papel del sistema sanitario para el diagnóstico precoz, nos fallaría.

 —Ha comentado el papel que juega la alteración de la microbiota intestinal en estos tumores de aparición temprana. De hecho, una parte importante de ellos son gastrointestinales: colorrectal o páncreas entre ellos. ¿La alimentación explica una parte importante de todo esto?

—Como dije al principio, es algo multifactorial. No podemos afirmar que solo la alimentación esté detrás. Es un hábito de vida, es un estilo de vida y la alimentación forma parte. Las prisas, que ya no nos paramos como hace 40 años, como nuestras abuelas para preparar un guiso con productos del campo. Ahora vamos al súper, compramos lo que esté hecho y comemos en el trabajo o un bocadillo por el camino.

—Mencionaba otros factores de riesgo detrás de este crecimiento, el tabaco o el alcohol, por ejemplo. Pero es que llevamos conviviendo con estos tóxicos desde mucha antes de la década de los noventa. Lo realmente sorprendente es que nuestra forma de vivir sea capaz de disparar de esta manera los casos de cáncer.

—Depende también un poco también del tipo de tumor. En el estudio del British Medical Journal que antes comentábamos, se realiza un análisis en función del tipo de tumor, porque los factores también cambian según sea uno u otro. Se ha visto que el aumento de la incidencia del cáncer de mama sí se debe más a cambios en la dieta, al sedentarismo y a cambios de hábitos reproductivos. En el caso del cáncer de pulmón, se ve claramente que este aumento está relacionado con un incremento del hábito tabáquico, especialmente en mujeres. Antes de los noventa, quienes fumaban eran los hombres y no tanto las mujeres. En cambio, como bien dices, el cáncer de estómago y el colorrectal sí están más asociados a cambios en los patrones alimentarios y al alcohol; pero también al tabaco.

—Según cuenta, en esta incremento también computan casos que hoy conocemos gracias a los cribados, pero que hace unos años hubiesen pasado desapercibidos. Básicamente, personas que fallecían sin que se supiese claramente el porqué.

—Exacto. Ahora ya se está haciendo mucho hincapié en el consejo genético. Si existe una mutación en BRCA presente en la familia, sabemos cómo seguir a esas pacientes desde muy jóvenes, sabemos hacerles cirugías preventivas. Hace años que una paciente presentase un cáncer de mama a los 40 años, pese a que su tía había tenido cáncer de mama y su tío con cáncer de próstata,  no nos hacían reflexionar sobre la alta incidencia de la enfermedad que había en esa familia y no se buscaba si existía una mutación concreta. Hoy ya se estudia a estas pacientes, se realizan screenings y estudios cuando son jóvenes, porque es un factor a tener en cuenta.

—Y aún así, ni siquiera una mutación de altísimo riesgo es sinónimo de acabar padeciendo la enfermedad, ¿no?

—Bueno, la incidencia de cáncer de mama y ovario en pacientes con mutaciones puede llegar hasta el 80 o el 90% de los casos. Si tienes localizadas a estas personas, si sabes que tienen la mutación, puedes plantear estrategias preventivas. A una mujer de 25 años que sabes que tiene altas probabilidades de tener un cáncer de mama le puedes plantear una mastectomía profiláctica entre los 25 y los 30 años y la salpingoferectomía bilateral —extracción de los ovarios y trompas de Falopio— una vez pase de los 36 año y ya haya cumplido su deseo genésico, que va a disminuir mucho su riesgo de padecer cáncer; tanto de mama, como de ovario.

—Por edad, puede que no haya vivido si esta situación se producía hace treinta años, pero supongo que los más veteranos comentarán si ha cambiado este fenómeno desde su percepción clínica.

—Es verdad que no tengo esa perspectiva a años vista, lo que sé es lo que está pasando ahora y no cabe duda de que vemos pacientes muy jóvenes. Ahora mismo voy a ver en consulta a una paciente de 23 años con cáncer de mama. Vemos sobre todo cáncer de mama y cáncer colorrectal, algún gástrico y también algún cáncer de pulmón en gente muy joven. De hecho, el estudio del British Medical Journal del que venimos hablando dice que el cáncer de mama fue el tumor donde se objetivó el mayor incremento en incidencia y mortalidad, seguido de pulmón, de estómago y colorrectal. Otros estudios, en cambio, como el de Cancer Discovery que también he mencionado, coinciden en señalar que el cáncer que más ha aumentado es el de mama,  pero seguido del de colon, del de riñón y de útero. Por otra parte, en otro trabajo, en este caso de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), se vio que la supervivencia gracias a los avances de las nuevas terapias y el diagnóstico precoz también se ha duplicado en los últimos 40 años.

—Se relaciona ese incremento con nuestro estilo de vida apresurado, pero sinceramente, no parece que el mundo en el que vivimos vaya a pisar el freno y hacer así que la situación mejore. ¿Qué hacemos?

—Pues es un problema de salud pública, la verdad. Creo que es necesario resolverlo con diversas estrategias. Por un lado estrategias preventivas, con educación sanitaria a nuestros jóvenes, animándoles a un estilo de vida sano, con dieta baja en grasas y rica en verdura y fibra, evitando hábitos tóxicos y potenciando el ejercicio físico. Y también necesitamos explorar la posibilidad de expandir los cribados poblacionales a edades más tempranas. También es muy importante personalizar los tratamientos, con la comprensión de la naturaleza de cada tumor a través de la secuenciación genética que nos permita desarrollar nuevas estrategias terapéuticas más personalizadas. Y es importante optimizar los cuidados y preparar a los pacientes para la vida después del cáncer. El problema de los tumores en gente joven es que, muchas veces, nos lleva a diagnósticos muy tardíos, con más carga de enfermedad, más indiferenciados y más agresivos. Por esta razón, los tratamientos que les pautamos pueden limitar su calidad de vida; dejarles secuelas para los años que vengan después de la enfermedad. Es obvio que un cáncer a los 30 años no tiene la misma repercusión en términos de años de vida perdidos y que tiene un impacto en la vida socioprofesional de los pacientes.

—¿Por qué habla de diagnósticos tardíos?

 —Cuando un chico de 40 años llega a la consulta con dolor abdominal y hábito intestinal estreñido, es muy probable que un diagnóstico oncológico no sea en lo primero que se piense. Tenemos que hacer un esfuerzo mayor por incluir dentro de los diagnósticos diferenciales este tipo de patología. Y necesitamos estrategias preventivas, incluyendo educación sanitaria y estrategias de diagnóstico precoz, tenerlo en cuenta en diagnóstico diferencial, ampliar los screenings poblacionales teniendo en cuenta factores de riesgo asociados de cada paciente a edades más tempranas y también, aunque hemos logrado mucho en los últimos años con la medicina personalizada y nuevas terapias, estudiar la genética de estos tumores y buscar nuevos tratamientos que sean menos tóxicos y más dirigidos a las alteraciones que presentan estos cánceres en pacientes jóvenes. E insisto, preocuparnos por la adaptación de estos pacientes en la vida sociofamiliar y socioprofesional, porque muchos tienen niños pequeños o no están trabajando y una baja laboral puede tener un gran impacto económico en las familias. Y el famoso borrado de la huella esta oncológica, que parece que quedes marcado de por vida. 

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.