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09 sep 2025 . Actualizado a las 10:59 h.El flujo cambia a lo largo del ciclo menstrual y de la vida, y aprender a interpretarlo puede ayudarte a detectar desequilibrios hormonales, infecciones e incluso enfermedades más graves. Si bien puede resultar incómodo hablar de él, es una de las herramientas más valiosas para conocer el estado de salud íntima de las personas. No solo cumple funciones esenciales, como proteger de infecciones o facilitar las relaciones sexuales, sino que también actúa como una señal de alerta cuando algo no marcha bien. La doctora Belén Viñas, jefa del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Complexo Hospitalario Universitario da Coruña (Chuac), ayuda a descifrar lo que nos dice el cuerpo a través del flujo vaginal.
«Tiene muchas funciones. Desde una tan simple como la lubricación a la hora de mantener relaciones sexuales, hasta una función protectora frente a infecciones del tracto urinario y genital», explica la especialista, quien detalla que esta protección se debe, en gran parte, a la microbiota vaginal, compuesta por bacterias —principalmente lactobacilos— que generan un ambiente ácido capaz de impedir que gérmenes patógenos se instalen en la zona.
Uno de los cambios más notorios del flujo es su variación a lo largo del ciclo menstrual. Durante la ovulación, suele ser más abundante, transparente y con una textura similar a la clara de huevo: «Esa estructura es como un facilitador para el ascenso de los espermatozoides hacia la cavidad uterina», detalla Viñas. En cambio, fuera del período fértil, el flujo se vuelve blanquecino y más espeso, formando una especie de tapón que dificulta el paso tanto de espermatozoides como de microorganismos no deseados.
¿Cuándo preocuparse?
La ginecóloga advierte que no todos los cambios son motivo de alarma. El flujo varía también con la edad. «Antes de la primera regla o tras la menopausia, suele haber menos cantidad de flujo, más amarillento y con un olor distinto, pero no por ello patológico», aclara.
Sin embargo, hay señales que pueden indicar infecciones. Por ejemplo, un flujo blanco, denso y grumoso, «como yogur», suele ser característico de una candidiasis, provocada por un hongo que habita naturalmente en pequeñas cantidades, pero que puede proliferar si se altera el equilibrio vaginal. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la candidiasis es una infección micótica común, siendo la cándida la principal levadura responsable. Aunque existen tratamientos eficaces con medicamentos antimicóticos, la aparición de cepas resistentes a los fármacos puede complicar la recuperación.
Otro caso frecuente es la vaginosis bacteriana, originada por la Gardnerella vaginalis: «Produce un flujo amarillo verdoso, maloliente, con olor a pescado, además de irritación y picor», indica. También existe la tricomoniasis, una infección de transmisión sexual que genera un flujo grisáceo y olor fuerte, así como inflamación vaginal y del cuello uterino.
En el caso de las mujeres mayores, pueden aparecer infecciones causadas por bacterias intestinales, como la Escherichia coli, debido a la pérdida de estrógenos tras la menopausia, lo que reduce la protección natural de la vagina.
De acuerdo a un manual publicado por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, las infecciones vaginales son un motivo frecuente de consulta en ginecología, constituyendo cerca del 20 % de las visitas. Su recurrencia las convierte en una de las principales razones por las que las pacientes vuelven a la consulta.
Se estima que más de la mitad de las infecciones vulvovaginales son de origen infeccioso, y que el 75 % de las mujeres experimentará al menos un episodio en su vida. Estas afecciones suelen ser causadas por un crecimiento excesivo de microorganismos que forman parte de la flora vaginal, lo que indica un desequilibrio en el ambiente interno. Las infecciones más comunes en esta categoría son la vulvovaginitis por cándida, la vaginosis bacteriana y la vaginitis aeróbica.
				
		
			
		
		
												
								
 
    	
Estrés, dieta y anticonceptivos: ¿afectan?
La respuesta es sí. El estrés y la alimentación inciden en la salud vaginal: «Es muy típico que en pacientes diabéticas haya infecciones de repetición, especialmente por hongos», explica la doctora Viñas. También influye el uso de anticonceptivos hormonales, que tienden a disminuir la cantidad de flujo, aunque sin provocar infecciones por sí mismos.
En cuanto a los geles específicos para la higiene vaginal, la ginecóloga es tajante: «No se debe utilizar ninguno. La vagina tiene su propia flora, y si nosotros introducimos cualquier producto, aunque sea agua, altera ese medio», afirma. Solo se justifica el uso de ciertos desinfectantes en contextos de infección y siempre con indicación médica. Tampoco recomienda realizar más de un lavado vulvar al día.
La ropa interior también importa. Si bien no afecta al flujo directamente, los materiales sintéticos o el uso prolongado de salvaslips pueden causar irritaciones por el calor corporal, sobre todo en verano.
Ver flujo marrón o restos de sangre fuera del período menstrual puede ser normal, dependiendo del momento del ciclo o de la edad: «Puede haber manchado a mitad de ciclo o en los días previos a la regla, y no es preocupante», comenta. En mujeres posmenopáusicas, en cambio, cualquier sangrado, aunque leve, debe ser revisado para descartar patologías como el cáncer de endometrio, aunque la causa más común suele ser la atrofia vaginal.
Escuchar al cuerpo
Muchas mujeres creen tener una infección por cambios en el olor del flujo, cuando en realidad se trata de variaciones fisiológicas: «Cambios de olor durante el ciclo o tras la menopausia suelen ser normales y no indican patología», apunta Viñas. El problema aparece cuando se acompaña de otros síntomas como picor, dolor o cambios drásticos en el color y la consistencia.
El flujo vaginal es un espejo de la salud ginecológica. Conocer sus características, entender sus cambios y saber cuándo acudir al médico es clave para prevenir complicaciones y promover el bienestar: «El cuerpo habla, y el flujo es una forma de lenguaje que hay que aprender a interpretar», concluye la especialista del Chuac.