
La sanidad gallega ofrece un control rutinario para los tumores de mama, de cérvix, de colon y recto y de próstata, además, está realizando un programa piloto para el de pulmón
09 oct 2025 . Actualizado a las 14:09 h.La prevención salva vidas, y dar con el diagnóstico de una enfermedad en etapas tempranas asegura un tratamiento, a su vez, temprano. Esta es la filosofía de los cribados poblacionales que todos los servicios públicos de salud ofrecen a sus ciudadanos. Consiste en realizar pruebas diagnósticas a personas que, en principio están sanas, para distinguir en este grupo a aquellos que están enfermos.
Para que un sistema sanitario los ponga en práctica con una mirada general, se requiere que la prueba cumpla con varios requisitos. En primer lugar, que se haya demostrado la eficacia a la hora de reducir el riesgo de mortalidad o morbilidad basándose en estudios de calidad. Además, estos resultados deben poder extrapolarse a la población y contexto en el que se va a desarrollar; y hacer ver que el balance entre el riesgo y el beneficio es positivo.
El ejemplo más claro es el del cáncer: el Consejo de la Unión Europea y la estrategia del cáncer del SNS recomienda que se llevan a cabo programas de cribado de cáncer de mama, de cuello de útero y de colon y recto, especificando población y edad. En el caso del resto de personas que se salen del límite establecido y de tumores malignos, no hay suficiente evidencia para decir que hacer el cribado tenga un beneficio que compense los efectos adversos que podría suponer.
El fallo en el sistema de notificación del cribado de cáncer de mama en Andalucía, que hizo que al menos 2.000 mujeres que habían participado no recibieran ni el aviso ni el siguimiento, y la posterior dimisión de la consejera de Sanidad, Rocío Hernández, puso de manifiesto la importancia de estas pruebas.
En la actualidad, la sanidad gallega recoge ocho programas de cribado distintos. Algunos con mayor tradición y otros que todavía se están probando a través de programas pilotos. Al principio de la vida se realiza un cribado neonatal, con una participación que es, prácticamente, del 100 %. Y no es hasta la etapa adulta cuando estas pruebas se vuelven a repetir.
El cribado de cáncer de mama
El cribado de cáncer de mama se implantó en Galicia en 1992 y cubre a todas las mujeres comprendidas entre los 50 y los 54 años de edad. Consiste en realizarse una mamografía voluntaria cada dos años. «Es la prueba más eficaz para detectar un posible cáncer de mama de pequeño tamaño, que está comenzando a crecer. Sin embargo, no es una prueba definitiva», destaca el Servizo Galego de Saúde (Sergas) en un documento acerca de este programa.
Como a veces no se encuentra este tipo de cáncer y, otras veces, se da con una sospecha que, finalmente, no resulta serlo, se debe repetir bianualmente. Entre el 81 y el 83 % de las que son llamadas a realizarse las pruebas, acuden.
Hasta el 2023, la prueba solo se realizaba hasta los 69. Pero el Sergas amplió la edad. «También hemos sido pioneros con esto, adelantándonos a la decisión a nivel nacional, y ha sido acertado porque hemos visto que la tasa de detección en ese grupo de edad aumentó. Lo hizo además con un alto porcentaje de estadios precoces y de no afectación ganglionar, todavía más precoces que el grupo de edad anterior, lo sea que nos está indicando que fue sido una buena decisión», precisaba Ángel Amorín, jefe del Servizo de Detección Precoz de Enfermidades da Consellería de Sanidade, en este reportaje.
La población diana de mujeres reciben un mensaje que les hace saber que tienen una cita en la unidad de exploración correspondiente. Si alguien no habilitó un contacto telefónico, le llegará una carta. La cita aparecerá también en la app Sergas Móbil.
Cribado de cáncer de colon y recto
Otro de los grandes conocidos es el cribado de cáncer colorrectal. Se implementó en Galicia en el 2013, con una prueba de sangre en heces. Está destinado a hombres y mujeres a partir de los cinco años. Para ello, recibirán un colector —acompañado de un pequeño cepillo para facilitar la recogida y una bolsa donde introducirlo una vez finalizado el proceso— en la que tienen que depositar una muestra de sus heces.
Como norma general, el período de cribado finaliza cuando la persona cumple los 69 años —la intención es ampliarlo también hasta los 74, algo aún por materializarse—. La participación se sigue considerando baja, pues solo el 55 % de las personas que son llamadas a participar lo hacen. No obstante, el porcentaje ha crecido diez puntos en los últimos cuatro años —las mujeres un 8 % más que los hombres—.
Esta brecha llama especialmente la atención porque los varones presentan un mayor riesgo de este tumor, tienen un porcentaje de positividad más alto y también más presencia de lesiones avanzadas tras el positivo. En otras palabras, «son los que más se pueden beneficiar de un cribado de cáncer de colon y son los que menos participan», indicaba Amorín, quien confesaba que la aspiración de la Xunta es acercarse al 70 % de respuesta.
Cribado de cáncer de cérvix
Uno de los más recientes es el cribado de cáncer de cérvix, aunque son muchas las que todavía desconocen su existencia o funcionamiento. La buena noticia es que ya han participado en él, incluso sin saberlo. Así lo explicaba el representante de la Xunta: «No es tanto que sea desconocido, sino que probablemente las mujeres no lo asocian con esas citologías que periódicamente se han ido realizando. Esas citologías de control, tanto las realizadas en la privada como las que se realizan en la sanidad pública, están enfocadas a la detección precoz de lesiones que pueden desembocar en un cáncer de cuello de útero. Estás participando en un cribado, pero no te estás enterando».
Está indicado a partir de los 25 años, pero su forma varía en función de la edad. En la etapa comprendida entre los 25 y 34 años, el cribado consiste en una citología cada tres años en busca de algún indicio de displasia. De los 35 en adelante, lo que se explorará es la presencia del virus del papiloma humano (VPH), factor de riesgo principal de cáncer de cérvix. «La mayor parte de esas lesiones, incluso aquellas que ya están en una fase intermedia, acaban siendo reparadas por el propio sistema inmunológico de la mujer. No obstante, en más del 90 % de los casos, detrás de esas lesiones celulares está involucrado el VPH. La mayoría de las veces, el virus acaba siendo eliminado por el propio sistema inmune. Pero puede permanecer latente durante muchos años y, al sufrirse un bajón de defensas, reactivarse. Por eso, a partir de los 35 años, el cribado de cáncer de cérvix se hace mediante una prueba primaria, que es la determinación de la infección de virus de papiloma humano», detallaba Ángel Amorín. de esta forma, se evitan falsos positivos entre los 25 y los 34, cuando la actividad sexual es notablemente mayor.
«El virus del papiloma humano es una infección de transmisión sexual, lógicamente asociado a una mayor actividad sexual en esas edades. Si siguiésemos esta estrategia en esa franja, daríamos con muchos falsos positivos y, por tanto, mucho sobrediagnóstico y un sobretratamiento», justificaba.
El despliegue de este cribado en Galicia está siendo progresivo en cada área sanitaria y todavía no se disponen de cifras exactas de participación. No obstante, los datos preliminares parecen hacer rondar en más de un 60 % la asistencia a las revisiones periódicas.
Cribado de cáncer de próstata
El cáncer de próstata es un cribado oportunista. Es decir, que cuando un varón de cincuenta años o más aparece por la consulta de su médico, es este último quien le sugiere someterse a esta prueba. Por ello, no existe una llamada, carta o mensaje oficial.
Se realiza hasta los 69, con una medición del antígeno prostático en una analítica de sangre. Se considera una prueba muy sensible pero muy poco específica, lo que hace que haya muchos falsos positivos.
Cribado de cáncer de pulmón
El cáncer de pulmón es el tipo de tumor más mortal en España. Solo en 2023 —según los últimos datos del INE— causó casi 23.000 muertes, de las cuales 1.607 correspondieron a Galicia. Ante esta realidad, urge actuar, y el cribado poblacional de este cáncer empieza a tomar forma. Sin embargo, su implementación no es sencilla: el riesgo de desarrollarlo se concentra principalmente en un grupo muy concreto, los fumadores.
En Galicia, se está realizando un programa piloto en un centro de salud del área de A Coruña y se está planeando una ampliación para contar con una mayor muestra. Este plan se centra en personas de entre 55 a 74 años, que cumplan con un criterio de hábito tabáquico: al menos veinte paquetes al año, o aquellos que hayan fumado veinte cigarrillos diarios durante veinte años, o cuarenta durante diez años. «La prioridad es la estratificación del riesgo porque la prueba primaria es un TAC, que es un recurso muy escaso del sistema. No tendría sentido dirigirlo a población general de una franja de edad», indicaba Amorín, que participa en este programa con su equipo.