Álvaro Quesada reconstruye pezonas tras el cáncer de mama: «Las pacientes agradecen poder cerrar el ciclo»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Álvaro Quesada, tatuador.
Álvaro Quesada, tatuador.

Tras sufrir un tumor en el ojo, el tatuador Álvaro Quesada decidió lanzar este proyecto para ayudar a pacientes que han pasado por una mastectomía

24 oct 2025 . Actualizado a las 12:59 h.

El trabajo de un tatuador va más allá de la creación artística. En muchos casos, un tatuaje puede funcionar como un refuerzo para la autoestima y la identidad de una persona. En estas ocasiones, pasa a formar parte de un tratamiento reconstructivo a nivel de salud. No es inusual que los clientes decidan tatuar la piel que ha sido marcada por una cicatriz, por ejemplo. Y en determinados casos, el tatuaje puede incluso convertirse en parte de la superación de un proceso oncológico.

Esta es la labor que lleva a cabo Álvaro Quesada. A través de su proyecto «En la piel de ellas», el tatuador de 42 años realiza la reconstrucción del complejo areola-pezón mediante tatuaje permanente, para mujeres que han pasado por un cáncer de mama y se han sometido a una mastectomía. Esta cirugía consiste en la extirpación parcial o total del tejido de la mama para eliminar un tumor o evitar que aparezca. Con una técnica que él mismo ha desarrollado a lo largo de más de 15 años de experiencia, Quesada ha llegado a trabajar con más de mil pacientes oncológicas.

Todo comenzó con su propia experiencia con el cáncer, a sus 25 años. «Empecé a tener problemas en un ojo y al final acabó siendo un tumor. A partir de ese momento, ves la vida de otra manera, nunca mejor dicho», cuenta. «Me he llegado a ver sin un ojo en la cara y cuando te miras al espejo pierdes totalmente la identidad. Es natural que quieras, en algún momento, volver a encontrarte», explica.

Así comenzó a acercarse a pacientes que, de un día para el otro, tienen que someterse a una mastectomía y en muchos casos no se reconocen tras la operación. «Sé lo que es perderte de vista en el espejo y esa sensación no tiene nada que ver con la estética. No quiere decir, ni mucho menos, que uno sea una persona superficial», sostiene.

El tatuador destaca la resiliencia de las mujeres a las que ha tatuado. «He visto a gente muy optimista, que le quita hierro al asunto y que se muestra muy valiente. En general, ellas rechazan el concepto de la lucha en el que se ha encasillado a las personas que tienen cáncer. Más bien, es una actitud de aceptar lo que ha tocado y continuar hacia adelante», señala.

Álvaro Quesada realiza reconstrucciones de pezón en pacientes que se han sometido a mastectomías.
Álvaro Quesada realiza reconstrucciones de pezón en pacientes que se han sometido a mastectomías.

El cierre de un ciclo

Para Quesada, el trabajo de apoyo emocional que supone reconstruir un pezón en una piel que ha pasado por un tumor es tan importante que «a veces se te queda grande». Se trata de una catarsis que ayuda a darle cierre a la etapa de tratamiento. «Las pacientes agradecen el poder cerrar un ciclo que, en mayor o menor medida, les ha supuesto una situación dolorosa a ellas y a sus familias», explica el tatuador.

Este deseo de poder finalizar esa etapa «es humano», asegura. «Cuando tú has pasado por algo así, eres muy consciente de todo lo que podría haber salido mal y de que podrías haber muerto. No hay que tener miedo de enfrentar esas emociones, son totalmente normales», sostiene. 

Quesada considera que la fusión entre el lado artístico del tatuaje y este tipo de aplicaciones contribuye, a su vez, a la integración del tatuaje en la cultura desde un lugar diferente. «Hasta hace poco, el tatuaje evocaba para todo el mundo a un hombre en moto, con melena y cazadora de cuero. Otras generaciones lo relacionaban con expresidiarios, mercantes o grupos marginales. Creo que esto es importante para poder desbloquear esas barreras que, por prejuicios u otros motivos, persisten», observa.

Pero este tipo de iniciativas son un aporte para comprender la práctica del tatuaje en todas sus dimensiones, incluida la psicológica. «Cuando ves que una paciente rompe a llorar de la emoción después de ver cómo ha quedado, evidentemente, te cambia mucho la perspectiva», asegura.

Álvaro Quesada traza el contorno con rotulador antes de tatuar.
Álvaro Quesada traza el contorno con rotulador antes de tatuar.

La técnica

Actualmente, Quesada se dedica en parte a ofrecer formación para profesionales sanitarios que deseen aprender a realizar esta reconstrucción del complejo areola-pezón. Ha visitado centros como el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHOU), el Hospital Universitario Montecarlo de Pontevedra y el Hospital Abente y Lago, en A Coruña.

La técnica se diferencia de otras frecuentemente utilizadas, como la micropigmentación. «Con esta última el tono cambia con el paso del tiempo. Además, obliga a pasar por la clínica o el centro cada cierto tiempo, mientras que el tatuaje es para toda la vida. Una vez se lo hacen, se olvidan, y eso supone un alivio para la paciente», señala. Utilizando una plantilla de círculos, Quesada diseña el pezón y la areola trazándolos con rotulador y asegurándose de que ambos pezones queden paralelos para un resultado óptimo.

El cuidado de estos tatuajes es igual al de cualquier otro: hay que mantenerlo cubierto durante las primeras 24 horas y posteriormente asegurarse de que esté limpio e hidratado, protegiéndolo además del sol.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.