Hugo padece una enfermedad que modifica el aspecto físico: «Me alegró localizar el problema que me estaba castigando un poco la vida»
ENFERMEDADES
La acromegalia es una patología crónica y rara provocada por un exceso de secreción persistente de la hormona de crecimiento, pudiendo desencadenar cerca de treinta síntomas diferentes
01 nov 2025 . Actualizado a las 11:30 h.Hugo Barral, de 45 años, empezó a sufrir dolores articulares muy intensos, sobre todo en los hombros, hace más de una década. Fue el inicio de un periplo de pruebas «en las que nunca veían nada», lamenta. Aunque él no le ponía nombre todavía, eran los primeros síntomas, «o por lo menos de los que yo me diera cuenta», de acromegalia, una enfermedad crónica y rara provocada por un exceso de secreción persistente de la hormona de crecimiento (GH). En la mayoría de los casos, este aumento se produce por un adenoma (tumor benigno) que aparece en la hipófisis. Se calcula que la padecen 3.000 personas en España y uno de los grandes retos en su abordaje es, precisamente, el que también vivió este pontevedrés: el retraso en el diagnóstico, que llega a demorarse entre cinco y diez años.
La calidad de vida de Hugo se fue mermando cada vez más. «Por las noches era insoportable, porque no podía dormir». Hasta que, después de años de sufrimiento, acudió a un especialista en reumatología que le solicitó hacer un análisis de sangre. «Con todas las pruebas que lleva encima, resonancias, radiografías, gammagrafías... Al principio pensé que no me lo estaba diciendo en serio. Pero él, tan pronto como me vio, ya supo lo que tenía».
Celia Pérez, directora médica de Recordati Rare Diseases, explica que esta exposición prolongada al exceso de hormona de crecimiento produce síntomas muy variables y que existen alrededor de treinta descritos. «Lo más característico es que se produzca un crecimiento excesivo de manos y pies. También una alteración de los rasgos faciales: una mandíbula que crece mucho, la frente más prominente, los labio o la nariz más anchos, e incluso espacio entre los dientes (diastema)». Pero también hay otros que no son tan característicos, como dolor en las articulaciones, fatiga, sudoración excesiva, molestias visuales, dolores de cabeza, «y patologías frecuentes en la población, como hipertensión arterial, alteraciones del metabolismo de la glucosa o diabetes tipo 2», añade la doctora.
El diagnóstico
La analítica de Hugo desveló que tenía la hormona de crecimiento disparada. «Y ya se me derivó a hacer una resonancia de la cabeza para ver los dos adenomas pequeño que había, microadenomas». Al diagnóstico de la enfermedad le acompañó una explicación ante la que su madre rompió a llorar. «Ella, que me acompañó a todas las pruebas, lo llevó peor. En realidad, yo estaba contento por localizar el problema que me estaba castigando un poco la vida», cuenta.
Pérez asegura que uno de los principales retos de la acromegalia es que este diagnóstico sea más precoz. Si este no llega, la mortalidad puede ser hasta cuatro veces mayor que en la población general. «Pueden llegar a pasar diez años desde que se inicia la enfermedad hasta que debutan los síntomas. Esto ocurre porque muchos signos son inespecíficos o frecuentes en la población general».
El tratamiento
Hugo tuvo que entrar en quirófano para retirar los dos microadenomas, pero no fue suficiente. Su cuerpo sigue generando en exceso la hormona de crecimiento, por lo que debe tomar tratamiento farmacológico. «En teoría, de por vida».
«Existen diferentes vías para intentar normalizar los niveles de hormonas de crecimiento y suprimir los síntomas. La primera línea es, mediante neurocirugía, intentar extirpar el tumor de la hipófisis. Si es exitosa y se consigue eliminar por completo, se puede curar la enfermedad. Pero, con frecuencia, queda algún resto tumoral que provoca que los síntomas sigan presentes, por lo que se recurre a medicamentos para regular la secreción de hormona de crecimiento para intentar mantenerla bajo control», expone Pérez. En casos más resistentes, también se puede plantear la radioterapia.
Más allá del control de la enfermedad, los especialistas coinciden en que el abordaje debe ser integral. La acromegalia no solo altera parámetros hormonales, sino también la vida emocional, laboral y social de quienes la padecen.
Hugo confiesa que la enfermedad no le ha cambiado la vida, sino la forma en la que quiere vivirla. «Sé que cada caso es diferente, pero para mí, el ejercicio físico ha sido clave para revertir los dolores que sufría. Siempre he sido deportista, pero ahora más». Defiende que este, junto con una dieta equilibrada y el ayuno intermitente, han sido fundamentales en el transcurso de su enfermedad. Además, «me cambió el chip, porque la salud mental también hay que cuidarla; he decidido que no quiero dedicarme únicamente al trabajo, sino que también es importante descansar y viajar, disfrutar de la vida».