Lo más leído de La Voz de la Salud en 2023: «Si el niño no come la fruta, que coma otra cosa»

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De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Valter Longo, Carlos González, Santiago Canals, Gabriela Pocoví, Mario Sánchez, Luis Torras, Laura Jamardo, Vicente Hernñandez, Pablo Irimia y Esperanza Cortiñas.
De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Valter Longo, Carlos González, Santiago Canals, Gabriela Pocoví, Mario Sánchez, Luis Torras, Laura Jamardo, Vicente Hernñandez, Pablo Irimia y Esperanza Cortiñas. La Voz de la Salud

La nutrición, el cuidado de los más pequeños o la prevención del cáncer se sitúan entre los temas más consumidos por los lectores

26 dic 2023 . Actualizado a las 11:42 h.

Durante el año 2023, La Voz de la Salud, el portal de salud y bienestar de La Voz de Galicia, te ha seguido acompañando, acercándote las voces de los mayores expertos nacionales e internacionales de todos los ámbitos sanitarios. Los lectores, un año más, han mostrado gran interés por los temas que hemos publicado. Pero han sido la nutrición, la prevención del cáncer, las cefaleas, el cuidado de los más pequeños y la atención a las enfermedades neurodegenerativas las voces que se han colado en nuestro top. A continuación, recopilamos nuestras diez noticias más leídas de este año que termina y un puñado más de recomendaciones que también se colaron entre los puestos más altos del ránking de visitas.

Carlos González, pediatra: «Si el niño no come la fruta, que coma otra cosa, no pasa nada»

Carlos González es pediatra y autor de varios libros sobre crianza, alimentación y salud.
Carlos González es pediatra y autor de varios libros sobre crianza, alimentación y salud.

Carlos González confiesa que ahora mismo trabaja poco como pediatra y que «la mayoría de los niños que veo vienen a mi consulta porque sus padres han leído mis libros». En concreto, ha escrito nueve, sobre temas como crianza, alimentación y salud infantil.

—¿Qué hacer cuando un niño no come?

—Hay que tener claro que los niños sí que comen, a no ser que estén muy enfermos. ¿Cómo distinguir a uno que te parece a ti que no come, de otro que realmente no come? Por el peso. Eso no engaña, no hay milagros. Si el niño empieza a perder peso es verdad que no come y hay que llevarlo al médico. Si por el contrario está feliz, juega y salta y va engordando más o menos, quiere decir que sí que come aunque a ti te parezca que no. Los niños comen menos de lo que los padres imaginan. Y mucho menos de lo que unos cuantos médicos o enfermeras recomiendan. Está demostrado científicamente que algunos comen más del doble o casi el triple que otros de la misma edad. Cualquier recomendación que te de un médico o leas en un libro, normalmente está calculada para el niño que más come del mundo.

—Podría decirse que, como los adultos, no todos comemos lo mismo.  

—Exacto. Y nadie va al médico para que este le diga qué cantidad tiene que comer de cada cosa, salvo que tenga una enfermedad concreta. Como un diabético o una persona con colesterol, a los que se le recomienda una dieta. Sin embargo, a una persona sana, no se le ocurre ir al médico para preguntarle: «Oye doctor, ¿qué tengo que comer?». De hecho, incluso a esos pacientes que necesitan que un médico o un nutricionista les explique lo que deben de comer, se le dan solo recomendaciones generales. A un diabético no se le dice que tiene que comer una pera o una manzana a las 17.00 horas. En cambio a los bebés, sí. Se están dando unas pautas que rozan la paranoia, no tiene ningún sentido. En todo caso se puede decir: ya puede tomar fruta. ¿Cuál? La que esté de oferta. ¿A qué hora? Pues cuando le vaya mejor. ¿Qué cantidad? La que el niño tenga hambre.

—«El niño no me come la fruta». 

—Pues que coma otra cosa, no pasa nada. 

—¿Entonces, no debo obligarle a tomarla?

—Jamás y bajo ninguna circunstancia. Probablemente, todos tengamos parientes o amigos vegetarianos o veganos. ¿Se te ocurriría insistirle a tu prima la vegetariana para que, al menos, coma el pollo? Cuando un adulto dice «esto no lo como», todo el mundo le respeta. No le insistes, no le riñes, al contrario, adaptas el menú. A los adultos les respetamos cualquier manía que tengan con la comida, en cambio, los niños parece que tienen que comer de todo. No, dejémoslos en paz.

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 Valter Longo, bioquímico: «Las personas con menor consumo de proteínas tienen menos probabilidades de desarrollar cáncer»

Valter Longo es bioquímico especializado en longevidad.
Valter Longo es bioquímico especializado en longevidad.

El bioquímico Valter Longo es reconocido a nivel mundial por sus investigaciones en el campo del envejecimiento y de la longevidad, así como de las enfermedades relacionadas con esto. Es director del Instituto de Longevidad de la Facultad de Gerontología de la Southern California University en Los Ángeles y del programa de longevidad y cáncer del Instituto de Oncología Molecular (IFOM) de Milán.

Uno de los principales protagonistas de los estudios de Longo es el ayuno. El doctor apunta que estar sin comer durante unas horas al día es un aliado para mejorar la salud y, por lo tanto, alargar la esperanza de vida. Sus estudios al respecto le han llevado a publicar en revistas científicas como Nature o Science y Cell. La revista Time lo nombró en el 2018 como una de las 50 personas más influyentes en el cuidado de la salud por sus investigaciones. 

Tras años de estudios y programas experimentales, el bioquímico ha demostrado que la aplicación de este ayuno controlado también es un aliado en la lucha contra varios tipos de tumores. A partir de esa idea, ha desarrollado intervenciones dietéticas y genéticas que protegen las células normales mientras sensibiliza a las cancerosas, combinándolas con las terapias estándares como pueden ser la inmunoterapia, quimioterapia o radiación. Unas investigaciones que recoge en su nuevo libro El ayuno contra el cáncer (Grijalbo, 2023) y que se siguen probando a día de hoy en hospitales de Europa y Estados Unidos. 

—Mucha gente le reconoce por su dieta de la longevidad. ¿Qué tiene que ver esta con el cáncer?

—Tiene mucho que ver. En el sentido de que una célula cancerosa es una célula rebelde y a estas células no les gusta tener entornos extremos en los que no estén cómodas. Así, podemos ver cómo las células cancerosas cuando nosotros hacemos ayuno sufren mucho más. Por ejemplo, el ayuno mata a las células autoinmunes, a las células que están muy dañadas y a las células cancerosas. 

—¿Cómo ha llegado a esta investigación sobre el cáncer?

—Estábamos investigando el ayuno contra el envejecimiento y nos dimos cuenta de que el mismo gen que controla la protección contra el envejecimiento es el que está siempre encendido, por así decirlo, cuando tenemos un paciente con cáncer: los oncogenes. Entonces aprendimos que ningún cáncer va a saber protegerse por definición. Porque las células normales y las cancerosas cuando tienen estos problemas van en direcciones totalmente opuestas. Es una de las pocas maneras que tenemos de diferenciar las células cancerosas de las células que son normales. Da igual el tipo de cáncer que sea y el tipo de célula normal que sea, la diferencia es que cuando tienen este entorno que no les gusta actúan de manera opuesta.

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Pablo Irimia, neurólogo: «Cuando el dolor de cabeza aparece más de tres veces al mes, se recomienda utilizar un tratamiento preventivo»

Pablo Irimia Sieira, Coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la SEN
Pablo Irimia Sieira, Coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la SEN

¿Cuántas veces has pronunciado o escuchado esta frase en los últimos meses?: «Me duele la cabeza». Probablemente más de una. Lo cierto es que el 46 % de la población española presenta algún tipo de cefalea activa. El coruñés Pablo Irimia es el Coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología y nos ayuda a comprender en esta entrevista todo sobre la forma más frecuente de dolor en el ser humano.

— Probablemente no exista nadie en el mundo que no haya pronunciado esa frase alguna vez. Me gustaría empezar por el principio. ¿Qué es una cefalea y qué tipos de cefalea existen?

—Una cefalea es cualquier tipo de dolor que afecte a la zona de la cabeza o también al cuello, incluyendo las estructuras faciales. Y cuando hablamos de cefalea, hay multitud de enfermedades que se manifiestan con dolor de cabeza. Desde el punto de vista médico, nosotros dividimos los dolores de cabeza en distintos tipos. Están las cefaleas primarias, en las que el dolor de cabeza es la enfermedad en sí misma, por ejemplo, la migraña, que es probablemente una de las cefaleas primarias más frecuentes y es un tipo de dolor de cabeza que tiene un componente genético y unas características muy típicas y afecta, más o menos, al 12 % de la población general. Luego, tenemos aquellos dolores de cabeza que son secundarios a otros problemas de salud, por ejemplo, un infarto cerebral o una lesión en el cerebro y, como manifestación de esa lesión, puede producirse un dolor de cabeza. Las cefaleas secundarias son relativamente infrecuentes, representan un 5 % de los dolores de cabeza. Por último, tenemos las denominadas neuralgias, que son un tipo de dolor que afecta a un nervio muy concreto, que está en la cara, y, aunque no son muy frecuentes, pueden producir dolores muy intensos y muy incapacitantes.

—¿Cuándo es necesario consultar a un médico por un dolor de cabeza?

—Cualquier dolor que a la persona la incapacite y le impida hacer vida normal debería ser motivo de consulta médica. Cuando el dolor es muy frecuente, también tendríamos que consultar. Y luego, hay una serie de síntomas que a uno le tienen que hacer pensar que no se trata de una cefalea primaria sino de una secundaria. Cualquier dolor de cabeza que se inicie de forma muy repentina, como puede ocurrir en pacientes que tengan hemorragia, con un inicio súbito. Y siempre que el dolor de cabeza se acompañe de otra sintomatología, como problemas de memoria, problemas para caminar, trastornos visuales muy frecuentes, aquí es cuando hay que hacer una consulta médica para asegurarse de que no se trate de una causa secundaria que requiera un tratamiento específico. Además, y esto ya de manera específica, se recomienda que cualquier persona que comience con dolores de cabeza relativamente frecuentes después de los cincuenta años, si no ha tenido en su vida dolores de cabeza, tiene que estudiarlo, porque la posibilidad de una cefalea secundaria es mayor que en los pacientes más jóvenes.

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Gabriela Pocoví, experta en inmunonutrición: «Un desayuno con pan blanco de molde y un café con leche no tiene nada que aportarnos»

La doctora Pocoví es nutricionista y dietista experta en inflamación.
La doctora Pocoví es nutricionista y dietista experta en inflamación. Carlos Ruiz

«Siento mi cuerpo pesado y lento», «mi barriga parece de embarazada». Son expresiones comunes que podemos llegar a escuchar en nuestro día a día. La inflamación crónica es un mal moderno en constante auge por factores muy presentes en nuestra vida como el estrés, una alimentación cada vez más pobre en nutrientes, un mal descanso, poca exposición solar y un abuso de alcohol, drogas y fármacos. Todo esto, genera inflamación, alterando nuestro sistema inmunitario. 

La doctora Gabriela Pocoví es especialista, precisamente, en el impacto que tiene la alimentación en nuestro sistema inmunitario. Es doctora en Medicina y Salud Pública por la Universidad de Granada y nutricionista-dietista por la Universidad Central de Venezuela; además de haber cursado un máster en Inmunología Celular y Molecular. Después de diez años en el área de la inmunonutrición publica Atención con la inflamación (Zenith, 2022), una guía con la que pretende ayudar a combatir la inflamación crónica y mejorar el sistema inmunitario de aquellas personas que la sufren. 

—Es inevitable no empezar con esta pregunta: ¿Qué es la inflamación?

—Solemos asociar la inflamación a tener la tripa hinchada. Es verdad que es uno de los signos que podemos notar cuando tenemos inflamación, pero no es el único. La inflamación es un proceso que ocurre en nuestras células del sistema inmunitario para defendernos de cualquier potencial agresor que nuestro cuerpo detecte. Desde virus, tóxicos, alimentos a los cuales podemos reaccionar de forma adversa… Todo lo que nuestro sistema considere como un potencial agresor va a disparar una respuesta de defensa y esta genera inflamación. Todos los días estamos lidiando con cosas que nos pueden inflamar, que pueden desatar esa respuesta inmunitaria. El problema está en que al igual que el sistema inmune tiene esa capacidad de inflamarnos y defendernos, tiene otra parte que se encarga de desinflamarnos, de apagar esta respuesta inflamatoria. Porque si no, siempre estaríamos en modo defensa, que es lo que puede llegar a ocurrir. Realmente la inflación es normal, fisiológica, tiene que existir. De hecho gracias a ella nos hemos podido adaptar a tantas adversidades. 

—¿Qué agentes pueden influir en que lleguemos a estar constantemente en modo defensa?

—Lo que sucede es que estamos expuestos a muchos factores ambientales que están desatando esa inflamación. Yo diría que hoy en día el estrés de una vida acelerada, la cantidad de cosas que hacemos y el poco descanso que le damos a nuestro cuerpo es uno de los factores más influyentes. Y, sobre todo, la alimentación, que es una de las cosas de las que hablo en el libro. Al final creo que es una especie de bucle: si tienes una vida acelerada es normal que acudas a alimentos rápidos. Si una persona no tiene tiempo, va a comer cosas de fácil acceso. Eso lleva a que la alimentación sea cada vez más baja en nutrientes, a que cada vez tengamos más deficiencias nutricionales, más déficits de vitamina D, magnesio u omega 3. Son nutrientes que nos ayudan a mejorar el ambiente de inflamación. Si yo tengo, de por sí, una ingesta de alimentos proinflamatorios (de comida rápida y procesada) y al mismo tiempo tengo deficiencias de algunos nutrientes que me ayudarían a reducir esa inflamación, voy a generar un escenario inflamatorio en mi cuerpo.

A esto también hay que sumarle el sedentarismo, el poco sueño y descanso, el poco contacto con la naturaleza… Son muchas las cosas que nos están inflamando a día de hoy. También la contaminación y la sobreexposición a tóxicos, alcohol, tabaco, drogas, antibióticos y antiinflamatorios. Abusar de ciertos fármacos también puede llevar a la inflamación. No estoy diciendo que no haya que tomar un medicamento si tenemos un dolor eventual, sino ser conscientes de que no todo puede ser tomarnos una pastilla y ya está. 

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Santiago Canals, neurocientífico: «Una copa de vino o una pinta de cerveza tiene correlación con un daño cerebral cuantificable»

Santiago Canals, investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante (CSIC), es un científico de prestigio internacional en el estudio de la memoria
Santiago Canals, investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante (CSIC), es un científico de prestigio internacional en el estudio de la memoria

Santiago Canals (Madrid, 1974) es un prestigioso científico a nivel internacional, sus trabajos se centran en el estudio de la memoria y cómo los cambios en esta pueden ayudar a entender las adicciones. El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), responsable del grupo de Plasticidad de las Redes Neuronales del Instituto de Neurociencias, ha liderado el estudio que demuestra que los daños que produce el alcohol en el cerebro no se detienen al dejar de beber.

—Hablemos sobre el daño que produce el alcohol en el cerebro una vez que se deja de beber. ¿Cómo se explica?

—El mensaje no es que dejar de beber sea peor que seguir bebiendo. Lo primero que hay que entender es que este es un estudio hecho con pacientes que ya tienen un consumo crónico elevado. Es lo que llamamos trastorno por consumo de alcohol, no estamos hablando de consumo social de unas cañas, un aperitivo o una copa de vino con la comida, aunque eso también tiene un efecto, nos guste o no. Pero el estudio se centra en personas con un problema ya existente de consumo crónico. En estos pacientes, que llevan años bebiendo a niveles elevados, encontramos que ya tienen un daño cerebral bien conocido y caracterizado en la sustancia blanca del cerebro. La llamamos así porque la mielina es de color blanco, y está compuesta fundamentalmente por los axones, los cables que comunican las neuronas entre sí en distintas regiones del cerebro. Están mielinizados, aislados, para que la transmisión del impulso nervioso sea más eficiente. Cuando esa cubierta, esa vaina de mielina, se daña, la transmisión de la información y actividad entre neuronas empeora. Este daño es bien conocido. Estos pacientes, comparados con los que están sanos de la misma edad, tienen la mielina afectada.

—Y lo último que han estudiado es qué pasa desde que se deja de beber.

—En esta última investigación, lo que hemos hecho, fue seguir estudiando desde el momento en que dejan de beber estos sujetos. Porque la fase que tiene mayor interés clínico para nosotros es la de abstinencia. Con una droga como el alcohol, que es de uso socialmente aceptado, la prevención es complicada. Por lo general, los problemas que te encuentras son ya de abuso. Por eso, es necesario conseguir que aquellos que están en un consumo crónico perjudicial dejen de beber. Y no es tan complicado que den el paso, lo que pasa es que hay un índice de recaída muy alto. Dejan, pero al poco tiempo vuelven a consumir. En el laboratorio, nos interesa entender qué sucede en el cerebro en ese período de abstinencia en el que han decidido dejar de beber, para ver por qué recaen.

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Mario Sánchez, tecnólogo de los alimentos: «El arroz o la pasta solo deben dejarse un día en la nevera después de cocinarlos»

Mario Sánchez, tecnólogo de los alimentos y autor del blog «Sefifood».
Mario Sánchez, tecnólogo de los alimentos y autor del blog «Sefifood».

¿Cuánto tiempo almacena el arroz o la pasta en su nevera?, ¿lava el pollo antes de cocinarlo?, ¿y el huevo?, ¿es del equipo que no le da la importancia necesaria a un buen lavado de manos? Si ha respondido que sí, debe saber que está aumentando el riesgo de sufrir una toxiinfección alimentaria. Los síntomas incluyen, de forma general, diarrea, vómitos, malestar estomacal o náuseas. Una situación muy poco agradable que puede prolongarse de 1 a 3 días. 

Lejos de lo que se suele pensar, «la mayoría ocurren por malas prácticas que la gente comete en su casa», explica Mario Sánchez (Murcia, 1994), graduado en Ciencias y Tecnología de los Alimentos, y un conocido divulgador en redes con su blog «Sefifood». Reconoce que algunos de sus consejos crean debate. Es lo que tiene ir en contra de la tradición. Ahora bien, la ciencia está de su mano. «La seguridad alimentaria es una especie de garantía que tienen los alimentos que adquirimos en el supermercado», detalla. Una cuestión diferente es lo que cada uno haga en la comodidad de su hogar. Precisamente, para que esta materia no se complique en la encimera de casa, publica A tomate pocho no le hinques el diente (Plataforma Actual, 2023). 

—Con el auge de la alimentación saludable se ha popularizado el batch cooking, para ahorrar tiempo entre semana. Sin embargo, usted plantea que debe hacerse con cabeza, especialmente en lo que al arroz o pasta se refiere. 

—Sí. Realmente, esta estrategia es una maravilla, pero es cierto que hay alimentos sensibles y no siempre se alerta de eso. La recomendación respecto al arroz o a la pasta es que solo se dejen en el frigorífico 24 horas una vez han sido cocinados. Resulta, que hay una bacteria llamada bacillus cereus. Está en el campo donde se cultivan algunos alimentos como el arroz que, por su propia naturaleza de cómo se producen, están mucho en contacto con la tierra. Estas bacterias tienen unas esporas, las cuales son una especie de caparazón, de protección, que hacen que no se puedan destruir tan fácil como se piensa. De hecho, algunas aguantan hasta más de cien grados de cocción. Lo que sucede es que, esas esporas pueden permanecer en el alimento, estar aletargadas, y mediante el cocinado se crea un caldo de cultivo perfecto con disponibilidad de agua, nutrientes y temperatura. Así que la bacteria se reproduce. Cuanto más tiempo pase, más se puede multiplicar, y de ahí, la recomendación de que no se conserven más allá de un día. 

—Por último, hago referencia directa al título, ¿por qué no vale con quitar la parte pocha de un alimento? 

—El moho, que le sale a alguna fruta o verdura que se encuentra en la nevera, es un tipo de microbio aunque se vea. Es microscópico como otras bacterias solo que tiene esas características visuales. Suele estar presente en alimentos muy acuosos y, por esta razón, puede ser que, aunque solo se vea en una parte, esté repartido por el resto del alimento. De hecho, la gente que quita el trozo y come el resto, ya ve que eso no sabe bien. Ha perdido sabor, está raro, y puede ser que, más allá de la parte fea, el resto siga contaminado. De hecho, algunos mohos producen micotoxinas, que son sustancias muy dañinas, problemáticas para hígado o riñones e, incluso, aumentan el riesgo de cáncer. No quiere decir que la persona vaya a tener cáncer, pero sí que aumenta probabilidades, y sobre todo, es una cuestión acumulativa. Estas micotoxinas hacen daño con el paso del tiempo y si se repiten estas malas prácticas. Lo normal es que esto último suceda, que si se hace algo mal, el sujeto lleve pensando toda la vida que está bien y no sea cosa de una vez. 

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 El secreto de la longevidad: «La primera persona que se va a tomar una pastilla antienvejecimiento ya ha nacido»

Esperanza Cortiñas tiene 106 años.
Esperanza Cortiñas tiene 106 años. Santi M. Amil

¿Por qué envejecemos?, ¿por qué unas personas lo hacen mejor que otras?, ¿qué podemos hacer en nuestro día a día para ser jóvenes durante más tiempo?, ¿en qué punto se encuentra la ciencia?, ¿podremos tomarnos algún día (nosotros, nuestros hijos o nuestros nietos) una pastilla antienvejecimiento? Abordamos este tema desde tres perspectivas diferentes: los avances en la investigación, el futuro que dibujan los datos y la mirada de aquellos que han soplado ya más de cien velas

Galicia es uno de esos puntos que se denominan «santuarios azules» (así se conocen los lugares donde vive mucha gente longeva). Lo cierto es que, en estos momentos, España es el cuarto país más longevo del mundo tras Japón, Suiza y Singapur, con una esperanza de vida media de 83 años —80,2 años para los hombres y 85,8 para las mujeres—, pero todas las proyecciones apuntan a que se situará, en los próximos años, en el primer puesto y que los españoles desbancarán, incluso, a los nipones. 

De longevidad sabe mucho Luis Torras, con 110 años es el abuelo de Galicia. Este pintor, y cuando decimos pintor lo decimos en tiempo presente, no pasa ni un día sin un pincel en la mano. Hace unos meses, el pasado diciembre, entró en otro club todavía más exclusivo, el de los denominados superlongevos (las personas que logran superar los 110 años). ¿Su secreto? «No hay fórmula ni caralladas», dice. Pero lo cierto es que lo suyo es un no parar, se pasa prácticamente todo el día de pie. «Tengo tanto que hacer, que no me llega el día. Desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde trabajo en mi profesión», asegura. Además, cuida mucho su dieta en la que no incluye carne y que se basa en comer mucho pescado y verduras. Tampoco prueba el alcohol. Su mujer, María Jesús Incera, ha soplado las cien velas y su madre también vivió más de cien años.

Y de Vigo, donde vive este matrimonio centenario, a Ourense. Esperanza Cortiñas tiene prisa porque a las cuatro y media coge el autobús para ir al centro de mayores a pasar la tarde y jugar la partida. Son 106 años que no le impiden bailar, es más, «el día que no bailo, parece que los huesos me están encogidos, pero en cuanto bailo dos o tres piezas ya me encuentro mucho mejor», cuenta. Mantenerse activa es clave en su buen estado de salud.

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Laura vive con sinestesia: «Fue un shock darme cuenta que la gente no veía las letras y números de colores, como yo»

Laura Jamardo tiene sinestesia y relaciona las palabras y los números con colores.
Laura Jamardo tiene sinestesia y relaciona las palabras y los números con colores.

Laura Jamardo confiesa, mientras atiende la llamada de La Voz de la Salud, que ve el número de teléfono que aparece en la pantalla de su móvil, en colores. «Veo ocre, naranja, amarillo, verde... Para cada número, un color. Y no puedo evitarlo, es imposible para mí no verlo así», comenta. Esta gallega de 24 años tiene sinestesia, una facultad poco común que solo poseen algunas personas. Consiste en experimentar sensaciones de una modalidad sensorial particular a partir de estímulos de otra distinta. Concretamente en su caso, es del tipo grafema-color: «Ver las letras, las palabras y los números de colores, de manera inconsciente. Cuando leo, escribo o pienso en una palabra, veo todo el rato colores». 

«La palabra sinestesia viene del griego y significa percepción conjunta. Podríamos decir que tiene como característica diferencial que se perciben unas modalidades sensoriales a partir de otras o se tienen experiencias típicas de una modalidad sensorial a partir de estímulos de otra», explica Juan Lupiáñez, investigador del centro de investigación sobre mente, cerebro y comportamiento de la Universidad de Granada y coautor del libro Sinestesia (Alianza Editorial, 2012). 

Aunque se suele caracterizar o definir como una mezcla de los sentidos, Lupiáñez confirma que la más común de todos los tipos de sinestesia es la que tiene Laura. «En este caso, no estaríamos hablando de una mezcla entre sentidos, sino de una mezcla dentro de la modalidad visual. Es decir, una mezcla entre la percepción de la forma y el color», asegura. Para que el resto de los mortales podamos llegar a entenderlo, amplía: «Normalmente, el color lo percibimos a partir de la longitud de onda que nos llega reflejada a los ojos. Es decir, el rojo lo percibimos como tal porque esa superficie que vemos como roja refleja más longitud de onda larga que longitud de onda corta, que sería azul. Pero las personas sinestésicas son capaces de ver rojo a partir de una forma, una letra o un número». 

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El cambio de Vicente, de los 130 kilos a perder 40: «Caminaba 15.000 pasos, pero solo me destrozaba las rodillas»

Vicente Hernández decidió cambiar sus hábitos en el 2018, cuando empezó a hacer ejercicio y a comer mejor.
Vicente Hernández decidió cambiar sus hábitos en el 2018, cuando empezó a hacer ejercicio y a comer mejor. La Voz de la Salud

Vicente Hernández tiene 68 años. En unos días cumplirá 69, pero rejuvenece cada vez que entra en un gimnasio: «Veo las poleas, a la gente entrenando o los sacos de boxeo, y me siento un chaval. La primera vez que fui me emocioné». No siempre fue así, hace cinco años pesaba 130 kilogramos. Ahora, unos 40 menos. Dejó atrás una carga física y mental, pero ganó el doble en salud. Eso lo tiene claro. Quiere contar su historia, en el Día Mundial de la Obesidad, para animar a otras personas que estén en una situación parecida: «Cuando veo a alguien por la calle que estaba grueso como yo, quiero decirles que, en muchos casos, se puede. Sé que a veces hay una cuestión metabólica detrás». 

Por sus características físicas, Vicente entraba dentro del marco de la obesidad, pero cuando decidió dar un giro radical a su vida, este no era su único problema. «Tengo miastenia gravis, una enfermedad autoinmune y neurológica que produce mucho cansancio y fatiga. Es crónica, no tiene cura, pero no es invalidante. En el 2017, tuve un brote muy grave que se juntó con la obesidad que presentaba. Los problemas se multiplicaron», recuerda. A su vez, también tenía apnea obstructiva del sueño, con duraciones de hasta dos minutos, que estaban en su grado más severo. Un cóctel de contraindicaciones para poder sentirse bien. Era la pescadilla que se mordía la cola. 

La única solución a la miastenia es la medicación, que en situaciones normales «consigue dar respuesta en tres o cuatro meses». Por aquel entonces, tardó cerca de un año. Mientras tanto, apenas podía moverse, se le cerraban los ojos y no tenía fuerzas ni en las manos. Como guinda del pastel, tenía pautadas grandes dosis de cortisona «correspondientes a lo que pesaba», precisa. Vicente era consciente de que tenía que cambiar. De que no podía seguir así. De hecho, lo había intentado en varias ocasiones sin éxito. 

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Guía de los procesados que puedes (y debes) comer

Muchos alimentos en conserva pueden formar parte de una dieta saludable.
Muchos alimentos en conserva pueden formar parte de una dieta saludable. La Voz de la Salud | iStock

Los alimentos ultraprocesados están en el ojo del huracán con estudios que, cada vez más, los vinculan a enfermedades metabólicas, tumores y sobrepeso. El auge de lo que se ha llamado «comida real» es un movimiento que viene a reivindicar una alimentación más próxima a la que tenían nuestros antepasados. Con base en los alimentos frescos y el foco en los productos integrales de origen vegetal, así como la incorporación de grasas saludables como la del aceite de oliva virgen extra, tan característico de la aclamada dieta mediterránea. Esto tiene como objetivo principal desplazar el consumo de esos otros productos que siguen siendo, pese a la evidencia en su contra, omnipresentes en las estanterías de los supermercados: los procesados.

Pero la nutrición es un terreno que no permite definiciones absolutas. Hablar de alimentos «buenos» o «malos», «aptos» o «no aptos», es caer en una clasificación que no solo no se ajusta a las posibilidades de la mayoría de las personas en su día a día, sino que puede resultar perjudicial para aquellas que sufren trastornos de la conducta alimentaria. Por otro lado, hay que tener en cuenta que existen alimentos procesados que pueden formar parte de una alimentación saludable.

«Son dos dimensiones diferentes. Está la dimensión del procesamiento y, luego, está la calidad nutricional. Estos dos aspectos están bastante correlacionados, pero no siempre coinciden», señala en este sentido María Adoración Romaguera Bosch, investigadora responsable del grupo de investigación Epidemiología Nutricional y Fisiopatología Cardiovascular (NUTRECOR) del Instituto de Investigación Sanitaria Illes Balears (IdISBa) y jefa de grupo del CIBER Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN).

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