Laura vive con sinestesia: «Fue un shock darme cuenta que la gente no veía las letras y números de colores, como yo»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

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Laura Jamardo tiene sinestesia y relaciona las palabras y los números con colores.
Laura Jamardo tiene sinestesia y relaciona las palabras y los números con colores.

También han asegurado poseer esta cualidad artistas como Miguel Bosé, Lady Gaga, Vincent Van Gogh y Kandinsky | Lupiáñez, investigador experto en este fenómeno neurológico: «Hay muchas personas que son sinestésicas y no lo saben»

22 dic 2023 . Actualizado a las 11:49 h.

Laura Jamardo confiesa, mientras atiende la llamada de La Voz de la Salud, que ve el número de teléfono que aparece en la pantalla de su móvil, en colores. «Veo ocre, naranja, amarillo, verde... Para cada número, un color. Y no puedo evitarlo, es imposible para mí no verlo así», comenta. Esta gallega de 24 años tiene sinestesia, una facultad poco común que solo poseen algunas personas. Consiste en experimentar sensaciones de una modalidad sensorial particular a partir de estímulos de otra distinta. Concretamente en su caso, es del tipo grafema-color: «Ver las letras, las palabras y los números de colores, de manera inconsciente. Cuando leo, escribo o pienso en una palabra, veo todo el rato colores». 

«La palabra sinestesia viene del griego y significa percepción conjunta. Podríamos decir que tiene como característica diferencial que se perciben unas modalidades sensoriales a partir de otras o se tienen experiencias típicas de una modalidad sensorial a partir de estímulos de otra», explica Juan Lupiáñez, investigador del centro de investigación sobre mente, cerebro y comportamiento de la Universidad de Granada y coautor del libro Sinestesia (Alianza Editorial, 2012). 

Aunque se suele caracterizar o definir como una mezcla de los sentidos, Lupiáñez confirma que la más común de todos los tipos de sinestesia es la que tiene Laura. «En este caso, no estaríamos hablando de una mezcla entre sentidos, sino de una mezcla dentro de la modalidad visual. Es decir, una mezcla entre la percepción de la forma y el color», asegura. Para que el resto de los mortales podamos llegar a entenderlo, amplía: «Normalmente, el color lo percibimos a partir de la longitud de onda que nos llega reflejada a los ojos. Es decir, el rojo lo percibimos como tal porque esa superficie que vemos como roja refleja más longitud de onda larga que longitud de onda corta, que sería azul. Pero las personas sinestésicas son capaces de ver rojo a partir de una forma, una letra o un número». 

«Desde que tengo uso de razón»

Para Laura, la letra A es de color blanco, aunque justo con este grafema en concreto, ha variado con el tiempo. «Siempre son los mismos colores para cada número y letra. Pero cuando era pequeña, en algunas dudaba, como con la 'A'. A veces la veía blanca, otras rosa. A medida que ha pasado el tiempo, se ha establecido como blanca únicamente»,

También tiene otro tipo de excepciones, como su nombre: «Principalmente lo veo amarillo, pero justo con él, veo cada letra de manera independiente, cuando no suele ser así. Normalmente, el color de la la letra inicial de las palabras predomina sobre el resto. Por ejemplo, el nombre de María, la 'M' predomina sobre el resto. Como es mayúscula y más grande, el nombre entero sería naranja porque la 'M' para mí es así. No obstante, justo mi nombre lo veo amarillo, destacando el morado y el verde de la 'U' y la 'R'». Además, confiesa que los días de la semana y los meses, también los ve en colores. 

Algunos tipos de sinestesia:

  • Sinestesia grafema-color: consiste en relacionar las palabras, las letras y los números con un color específico. 
  • Sinestesia tiempo-color: está relaciona con las unidades de tiempo y la visión de colores. Por ejemplo, una persona con este tipo de sinestesia puede ver las 13.00 horas de color azul y las 20.00 horas de rojo.
  • Sinestesia música-color: la persona ve un color o varios a la hora de escuchar una canción. 
  • Sinestesia sonido-color: sería igual que la anterior, solo que con cualquier tipo de sonido. 
  • Sinestesia léxico-gustativa: experimentar un sabor al percibir ciertas palabras o sílabas. 

¿Se nace teniendo sinestesia?

No existen estudios concretos que confirmen si una persona nace o no con esta característica, según confirma Lupiáñez. Sin embargo, sí se han hecho investigaciones que apuntan a que todos los recién nacidos interpretan los estímulos como una persona sinestésica. «Cuando nacemos, nuestra percepción sería más propia de una persona sinestésica, donde las modalidades sensoriales no están tan separadas, sino que hay una percepción más global. Conforme va madurando el cerebro entorno al primer año de vida, que es lo que tarda en madurar la corteza visual, se van cortando conexiones en un proceso que se llama poda neuronal. Se van creando centros de procesamiento especializados: un área donde se procesa la visión, otra la forma, otra de los sonidos, etcétera. Ahí es cuando los niños dejan de ser sinestésicos, por así decirlo». 

De esta forma, también se podría asociar el hecho de tener sinestesia con esta maduración y cambio del sistema perceptivo, «algunas personas no separan lo suficiente las diferentes áreas cerebrales, se quedan interconectadas y eso es lo que haría que esas personas siguieran siendo sinestésicas de mayores». 

«Fue un shock darme cuenta que la gente no veía las letras y números de colores»

Laura confiesa que nunca llegó a plantearse si era normal o no el hecho de relacionar los grafemas con colores. Hasta que un día, tomando algo con unos amigos, la joven le preguntó a uno de ellos de qué color veía una palabra. «Y él me dijo: "Laura, tú sabes que la gente no ve las palabras de colores, ¿verdad?". Me contó que ese fenómeno tenía un nombre y que justo él había leído sobre el tema. A partir de ahí empecé a investigar, pero fue un shock darme cuenta de que la gente no veía las letras y números de colores, como yo». 

Lupiáñez asegura que «sobre todo hace tiempo, cuando no se hablaba del tema o no se conocía, se ha vivido la sinestesia como una patología, cuando no lo es». Él mismo formó parte, junto con Alicia Callejas, de un grupo de investigación de neurociencia cognitiva de la Universidad de Granada especializado en este fenómeno neurológico. De hecho, todas las conclusiones a las que llegaron se publicaron en el libro Sinestesia (Alianza Editorial, 2012). «Por aquel entonces, cuando salíamos en algún medio de comunicación explicando lo que era, siempre nos llamaba gente para darnos las gracias. Nos decían: "Qué alegría darme cuenta que no tengo nada raro"». 

«En España no hemos hecho un estudio concreto sobre la incidencia, pero sí hemos recogido datos de gente que nos escribía, observando que es muy similar a la de otras investigaciones», confirma Lupiáñez. Aunque en un principio se creía que era un rasgo más típico entre población femenina, ahora estos datos empiezan a precisarse: «Ya en la primera base que se hizo sobre sinestesia, de Baron Cohen, se vio que se dan como seis veces más casos en mujeres que hombres. Pero hay que tener en cuenta que cuando se hacen estudios de ese tipo, como hemos hecho nosotros, ellas suelen informar más. Por eso, al principio se pensaba que era común en las mujeres. En realidad, lo que ocurre es un error típico de estas investigaciones que no tienen los controles necesarios, un error de muestreo. No sabes si hay más mujeres sinestésicas o si ellas, por características de género, están más dispuestas a hablar de sus características personales que los hombres». 

Más allá de esa diferencia entre sexos, la incidencia entre la población española no es tan pequeña como se pensaba. «Se ha visto que si consideramos todos los tipos de sinestesia, realmente es algo mucho más común. Estaríamos hablando de en torno al 2 y el 5 % de la población. ¿Qué ocurre? Que hay muchas personas que son sinestésicas y no lo saben», señala Lupiáñez.

«He aprendido hace poco a sacarle el lado positivo»

Laura confirmó que tenía sinestesia gracias a unas pruebas que se hizo en la Universidad de Sussex, donde estuvo viviendo durante un tiempo. «Te enseñaban una letra o un número y te mandaban elegir, en una especie de paleta de colores, cuál era el que veías. Te iban pasando varias y, después de un tiempo, te volvían a poner la primera. Así, solo aquellas personas que tienen sinestesia, iban a poner de nuevo el tono correcto. Me lo hicieron con todo el abecedario y con todos los números, tardé casi dos horas en hacer la prueba», recuerda. 

«Hasta hace no mucho, no había aprendido a utilizarlo como algo que me beneficiara en mi día a día, pero ahora sí», confirma Laura. De hecho, ha creado su propio lenguaje a base de colores, con el que es capaz de recordar contraseñas, el número de sus tarjetas de crédito y «cosas que la gente no debería de saber». Explica que, para ella, el 1, 2 y 3 son blanco, azul y naranja, respectivamente. ¿Y qué letra del abecedario ella asocia también con el color blanco? La 'A'. «El 2, que es azul, iría con con la 'S', que también lo es. El 3, que es naranja, iría con la letra 'E'. La palabra resultante sería 'ASE' y esos son los términos que suelo utilizar, aquellos que no quiero perder ni que nadie descubra, solo yo los conozco», añade. 

Aunque reconoce que ella nunca le ha encontrado aspectos negativos a su tipo de sinestesia, sí cree que pueden existir en otro tipo de casos: «He conocido a una persona que si veía una imagen de basura, podía sentir, literal, su olor. Me imagino que para esas personas puede ser más molesto tener esa sinestesia. Pero para mí, la mía, no».

Una opinión con la que concuerda el investigador : «Personas que tienen múltiples tipos de sinestesia pueden pasarlo mal en ambientes muy recargados. Si ves la música, escuchas las formas y estás en un sitio en el que hay mucha estimulación o en una discoteca con luces, sonidos, gente hablando, puede se que estés en un ambiente muy cargado de estimulación, te canses y requieras tranquilidad. Pero eso es porque hay un exceso de estimulación. La sinestesia en sí, no es mala. Es más, yo la calificaría como un don».

¿Una característica propia de artistas?

La sinestesia se ponía de actualidad en los últimos días después de que el cantante Miguel Bosé anunciara en un programa de televisión que él también convive con este 'don'. También la tienen otras voces del panorama musical como Lady Gaga, Pharrel Williams, Lorde, Billie Eilish; al igual que grandes de la pintura como Vincent Van Gogh y Kandinsky. Y curiosamente, Laura, también ha estudiado interpretación. ¿Quiere decir esto que la sinestesia es una característica propia de artistas?

«Hay hipótesis que confirman esto —indica Lupiáñez— y, en principio, es posible. El tener una capacidad de generalización entre diferentes cosas y modalidades sensoriales, en principio, nos podría dar mayor capacidad para la creatividad o para el arte. Por ejemplo, autores como Ramachandran, un conocido neurocientífico, consideran que esto podría ser la base del pensamiento metafórico, donde alguien tiene conexiones de largo alcance y es capaz de percibir una entidad en términos de otra entidad muy diferente, pero que tiene sentido, por lo que daría una cierta capacidad para la metáfora. Es posible». 

No obstante, el autor añade otra posibilidad que, según él, también hay que tener en cuenta. «Si haces un llamamiento pidiendo a las personas sinestésicas que te escriban, seguramente lo hagan más artistas que aquellos que no lo son. Eso se ha hecho y de ahí, la gente ha pasado a concluir que el tener sinestesia te da cierta propensión o facilidad para ser artista, pero estamos hablando de correlaciones. No sabemos si el ser sinestésico hace más factible que te conviertas en artista o que el hecho de ser artista hace más probable que me digas que tienes sinestesia. Seguramente a Miguel Bosé le cueste menos decir que lo es, que a un físico atómico, por ejemplo. No sabemos si es un sesgo de muestreo o si realmente hay una mayor facilitación de la creatividad por la sinestesia», concluye el investigador. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.