Miguel Blanco, podólogo: «La suela plana de algunas zapatillas hace sufrir a la planta del pie»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

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¿Sueles utilizar zapatillas de suela plana?
¿Sueles utilizar zapatillas de suela plana? iStock

A esta variable, los expertos suman otras como el calcetín alto o la puntera dura para asegurar que este calzado es poco recomendable

16 jul 2024 . Actualizado a las 13:12 h.

Las zapatillas de suela plana y tela de algodón son mundialmente conocidos. Si bien su diseño puede ser aplaudido por los expertos en moda, no sucede lo mismo con los podólogos. La estructura de este tipo de zapatillas hace que muchos recuerden la necesidad de un uso moderado, lejos de la aparición habitual de la que goza en los looks españoles. 

Puede dar la sensación de que este tema es menor, pero los zapatos son mucho más importantes en la salud de lo que se puede pensar. «A veces, son el gran causante de problemas y patologías», expone Miguel Blanco, miembro del Colegio de Podólogos de Galicia, que añade: «Pueden producir afectaciones como que se clave un uña, que te aparezca un juanete, o que te empiecen a doler las rodillas o la espalda», indica. Todas ellas derivan de una mala pisada muy relacionada con el zapato y la morfología del pie. 

En aquellas personas que tienen un puente más bajo, «hacen que este se aplane más, lo que puede provocar lesiones en la uña, que esta se despegue o se caiga, que le duela la rodilla o incluso la zona baja de la espalda», precisa el experto en podología. Una serie de problemas que, según el experto, son muy habituales en la consulta. 

Por su parte, para los individuos que presentan un puente más alto, el problema principal son las lesiones del tendón de Aquiles. Este se define como una especie de cordón fuerte y fibroso que conecta los músculos de la parte posterior de la pantorrilla con la estructura ósea del talón. 

A este nivel, las lesiones pueden tener distinta gravedad. La tendinitis Aquilea supone la inflamación del tendón, y suele tener un inicio progresivo y lento; el dolor crece con los días y la inflamación es fruto de fuerzas repetitivas en el paso del tiempo. La tendinosis supone un proceso crónico con degeneración de este cordón; la bursitis es la inflamación de las bolsas serosas, que contienen líquido, se encuentran entre los huesos y el tendón y contribuyen a que se deslicen con maor facilidad. Y, por último se encuentra la lesión de mayor gravedad, la ruptura del tendón. 

La suela plana, el inicio de todo

¿Dónde reside el problema de este tipo de zapato? Blanco divide su estructura en tres partes. Por un lado, la suela, que es muy plana, y hace que la puntera esté muy pegada al suelo. «Cuando caminamos, levantamos los dedos hacia arriba. En este tipo de calzado, el dedo gordo está empujando, constantemente, el zapato en sentido superior. De esta forma, se acaba machacando la uña», detalla el experto. 

A su vez, esta suela tan plana que se flexiona por el medio y no por la parte de los metatarsianos, «hace sufrir muchísimo a la planta del pie, y repetido en tiempo hace que aparezcan fascitis o tendinitis», añade. Al avanzar, el pie tiene tres rockers o rotaciones, con la función más evidente, transferir la carga del cuerpo hacia delante. 

En términos generales, y de manera resumida, el miembro del colegio de podólogos, explica que un paso se puede dividir en una fase de balanceo y otra de carga. El primer rocker se produce cuando comienza esta última, al chocar el talón con el suelo. La segunda rotación es el balancín del tobillo, cuando el pie ya está apoyado, por completo, en el suelo, y la articulación del tobillo facilita el avance de la pierna por encima del pie. 

Por último, el tercer rocker comienza con el levantamiento del talón y finaliza cuando el pie está en el aire. «¿Qué sucede con este tipo de calzados? Al provocar la flexión en el medio del pie, se hunde la mitad de la planta y la articulación del dedo gordo se queda bloqueada», responde. Con el paso del tiempo, esta situación puede conducir a la aparición de artrosis en la zona, problemas articulares en el pie, no solo musculares, «sino también en la rodilla o en la espalda», precisa. Todo ello se agrava si el zapato tiene una plataforma más alta de lo habitual, algo que en años recientes ha estado en tendencia. La rigidez de este tipo de suela hace que los tendones sufran todavía más el impacto. 

La punta dura y poco flexible también puede llevar a que el usuario coloque sus dedos en forma de garra y, por lo tanto, aparezcan hematomas como consecuencia de los constantes traumatismos de los dedos con su superficie. El calcetín alto tampoco ayuda, «muchos piensan que, al estar elevado, puede sujetar mejor el tobillo y esto no es cierto», aclara Blanco. 

De hecho, todo lo contrario. Resta movimiento a la articulación cuando, al caminar, necesita flexionar su estructura. «Al tener algo que no le permite hacerlo, el pie se viene hacia adentró y se aplana el puente, lo que aumenta los problemas», indica. 

Los juanetes, un problema habitual

Los juanetes, tan odiados como comunes, se conocen como hallux valgus y pueden deberse a varias causas. El uso de zapatos con puntas muy estrechas es una de ellas: «Estas empujan el dedo gordo hacia dentro, lo que provoca que el primer metatarsiano salga hacia fuera, lo que provoca una deformidad si se comprime durante mucho tiempo», precisa Blanco. 

Otra razón puede ser el uso muy frecuente de un calzado plano, que hace que el pie se meta hacia dentro, se aplane el puente y el dedo gordo se torsione ligeramente. «Es un problema en el que los tendones no trabajan tanto en su línea recta, sino que trabajan más diagonales. El dedo gordo se va descolocando y aparece esta deformidad. Todo ello se debe a que pisamos mal y se aplana el puente», detalla el podólogo. 

Esta afectación puede presentarse en tres grados según su gravedad. En el primer nivel, el juanete, «el bulto en sí mismo», todavía no ha aparecido: «Aquí, el dedo gordo empieza a girarse hacia el otro dedo. Este primer paso debe hacer que ya estemos alerta», aclara. El segundo grado es el juanete en sí, y el tercero, la deformación de todos los dedos en garra. 

Para que este problema llegue a más desde su origen, suele ser necesario que pasen años. «Hay niños, pero sobre todo, niñas, que ya con 10 o 12 años apuntan maneras de que algo se está formando ahí. En cualquier caso, a partir de los 40 o 50, en las mujeres, el problema se acelera bastante», reconoce el experto. Esta situación se puede ralentizar, «con un calzado de puntera ancha, con unas plantillas y un separador de silicona», pero una vez se presentan, «sería necesario operarlos», concluye Blanco.

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.