La enfermedad de Carme Chacón contada por su madre: «Cuando estaba embarazada, me dijeron que no le pusiera nombre»
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Esther Piqueras se abrió en el programa de Sonsoles Ónega y describió cómo la cardiopatía congénita que sufría su hija marcó su vida desde el momento en que nació «con muy pocas pulsaciones»
16 sep 2025 . Actualizado a las 14:03 h.Esther Piqueras ha hablado acerca de la enfermedad de su hija, Carme Chacón, en el programa Y ahora Sonsoles. La ministra falleció en el 2017 a los 46 años por una cardiopatía congénita conocida como síndrome del corazón invertido, una condición que marcó su vida. Piqueras contó en el plató de Sonsoles Ónega que vivió con el temor de que el corazón de su hija se parara incluso desde antes de dar a luz.
«Ella era conocedora de siempre de su problema y lo hablábamos con toda la naturalidad del mundo», expresó la madre ante las cámaras. Chacón había hablado abiertamente acerca de su enfermedad. «Tengo una cardiopatía congénita y eso me hace pensar que todos los días son un regalo. Tengo 35 pulsaciones por minuto, el corazón al revés, un bloqueo auricular y ventricular completo. Desde muy niña me advirtieron que debería llevar un marcapasos y una vida muy tranquila», contó la ministra en una entrevista concedida a La Vanguardia en el 2015.
Por esta razón, llevaba un marcapasos y debía llevar una vida tranquila. De hecho, llegó a contar que le habían desaconsejado ser madre, ya que un embarazo suponía un alto riesgo para su salud. Sin embargo, en el 2008 dio a luz a su hijo, Miquel.
Nacer con el corazón «al revés»
La patología congénita de Chacón se hizo evidente antes del nacimiento. «Yo tenía 18 años cuando me quedé embarazada. Fue tremendo cuando me dijeron que apenas tenía latido. Los médicos estaban convencidos de que no duraría muchos días, pero a pesar de las limitaciones de su corazón, llevó una vida normal. De hecho, me dijeron que no le pusiera ni nombre. Yo lloraba muchísimo», recordó Piqueras.
La madre contó que, si bien Carme nació con vida, «pero con muy pocas pulsaciones», le dijeron que la niña «podía morir como quien apaga un interruptor». Sin embargo, la familia no supo lo que le ocurría hasta que Carme tenía cuatro años. Fue entonces cuando se confirmó el diagnóstico: «una cardiopatía compleja. A los 15 años se desmayó en la pista de baloncesto y ahí le descubrieron otra patología más», detalló Piqueras.
Carme Chacón tenía una transposición de los grandes vasos (TGV), un defecto congénito del corazón en el que los principales vasos sanguíneos que entran y salen del órgano (la vena cava superior, la inferior, la arteria pulmonar, las venas pulmonares y la aorta) presentan una disposición anormal. La transposición de los grandes vasos es el segundo defecto cardíaco congénito más frecuente que ocasiona problemas en la infancia temprana. Representa entre el 5 y el 7 % de todos los defectos cardíacos congénitos.
Normalmente, la sangre pobre en oxígeno circula desde el cuerpo hacia el corazón (ventrículo derecho), y luego, a través de la arteria pulmonar, se dirige hacia los pulmones donde recibe oxígeno. La sangre ya oxigenada regresa desde los pulmones hacia el corazón (ventrículo izquierdo), y a través de la aorta, se dirige hacia todo el cuerpo. «En la transposición de grandes vasos, la arteria pulmonar sale del ventrículo izquierdo y la aorta del derecho, alterándose, por tanto, la circulación normal de la sangre de forma muy importante», explican desde la Fundación Española del Corazón (FEC).
De esta manera, la sangre pobre en oxígeno que llega al ventrículo derecho circula por todo el cuerpo, mientras que la sangre recién oxigenada en los pulmones que llega al ventrículo izquierdo vuelve de nuevo a los pulmones, formándose dos circuitos separados. Con frecuencia aparecen otros defectos cardíacos asociados a esta patología, «que son, paradójicamente, los que permiten que sobreviva un niño con transposición de los grandes vasos. Estos defectos cardíacos hacen que la sangre de un circuito se mezcle con el otro, permitiendo así que logre oxigenarse», detalla la FEC.
El recuerdo de Esther Piqueras
La madre de Chacón contó que la enfermedad de su hija causó preocupación a lo largo de su vida. «Siempre hemos vivido con miedo, pero ella nos lo quitaba porque vivía todo con mucha pasión», aseguró. No ayudaba el hecho de que Carme llevara una vida pública, con el estrés y la tensión que conlleva. «Tengo un ventrículo obturado en un corazón que está al revés, pero hago una vida totalmente normal», aseguró la propia Chacón en una entrevista.
Cuando falleció, la ministra «estaba en un momento feliz y tranquilo. No estaba en primera línea de la política. Ese día de la muerte, volvió de Miami, porque daba clases en la universidad. Con este tipo de cardiopatía los viajes no son buenos. Llegó bien, hablamos con ella. Ese día jugaba el Barça. Ella era una culé empedernida. La llamaron unos amigos para cenar y ella dijo que estaba cansada, que al día siguiente podían quedar para comer. Esa mañana no llegó», recordó Piqueras.
Consciente de la patología que padecía y que podía, efectivamente, quitarle la vida de un momento a otro, Chacón había hablado con su hijo y, como señala su madre, lo había «preparado» para el momento en el que ella ya no estuviera. «Una vez muerta Carme, hablé con el niño y me dijo que ya sabía que su mamá estaba muy enferma, porque ella se lo había dicho. El niño me consolaba a mí, me decía 'no llores'», aseguró.