¿Por qué se sigue practicando el electroshock en España?: «Si tuviese una psicosis aguda pediría por favor me den terapia electroconvulsiva»

SALUD MENTAL

La Terapia Electroconvulsiva (TEC) se emplea a diario en España ante depresiones severas resistentes a los psicofármacos.
La Voz de la Salud

Pese a la leyenda negra que le acompaña, a este método lo respaldan unas cifras de mejoría en el 80 % de los pacientes que se someten a ella

09 jun 2022 . Actualizado a las 12:11 h.

Año 2022 y la terapia electroconvulsiva, conocida antiguamente como electroshock, se practica a diario en España. Se sigue haciendo porque la literatura científica respalda su uso y, sobre todo, porque los resultados en pacientes con episodios psicóticos la avalan, pese a toda la leyenda negra. Una brillante actuación de Jack Nicholson en «Alguien voló sobre el nido del cuco» y «Los renglones torcidos de Dios» de Torcuato Luca de Tena han alimentado su mala fama, pero la terapia electroconvulsiva no es hoy ni un castigo ni una tortura. Así lo defienden la gran mayoría de psiquiatras, independientemente de su escuela. El electroshock funciona, mejora la situación de pacientes graves y, pese a la imagen que muchas personas tienen en su imaginario, apenas tiene efectos secundarios. Es más, algunos profesionales defienden que está infrautilizada. 

La terapia electroconvulsiva consiste, a grandes rasgos, en lanzar descargas eléctricas al cerebro para provocar en el paciente una crisis convulsiva. Son palabras gruesas; hablar de «crisis» o «convulsiones» tal vez pueda chocar o resultar violento. Pero lo que muchos no sabrán es que el origen de este tratamiento está en una reacción natural del cuerpo. «Esta técnica partió de una observación natural. Se apreció que las personas que tenían crisis convulsivas de forma natural, básicamente pacientes de epilepsia, tenían una mejoría de sus síntomas psicóticos. En aquellos tiempos no existían tratamientos para la epilepsia, por lo que era habitual que la enfermedad cursase con psicosis. Se apreció que las personas con epilepsias psicóticas, en el momento en el que tenían la descarga, mejoraban espontáneamente. Por eso se empezaron a buscar formas de inducir esas crisis», explica Manuel Martín, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM).

¿Qué es, cómo, cuándo y por qué se utiliza la terapia electroconvulsiva?

Lo primero debe ser aclarar que, cuando hablamos de electroshock y terapia electroconvulsiva, en esencia, nos referimos a lo mismo. Ahora bien, el modo de aplicarla a lo largo de los años ha cambiado mucho. «Electroshock era el nombre tradicional y terapia electroconvulsiva es el nombre que se le da actualmente. En sí mismo no hay diferencia. Donde sí hay diferencia es en la forma en la que se utiliza, que ha sido responsable de la mala prensa que tiene», explica el directivo de la SEPSM.

La técnica se basa en producir una descarga eléctrica en el cerebro que produce una crisis convulsiva. Hoy en día, la terapia electroconvulsiva se realiza en un quirófano, con anestesia general y con un equipo de reanimación presente durante las sesiones. El único efecto secundario descrito es una ligera amnesia tras las sesiones. «Cuando se utilizaba en los años sesenta, se hacía sin anestesia y sin aplicar relajantes musculares. Eso era muy aparatoso, aunque la amnesia hacía que el paciente no recordase el episodio con sufrimiento. Pero al aplicarse en las antiguas salas de los manicomios, otras personas asistían a sesiones de compañeros antes de que se lo aplicase a él mismo, con lo cual nos podemos imaginar la situación. Eso no tiene que ver con la aplicación moderna, que se hace con una anestesia ligera, en el que la persona está inconsciente y el tratamiento hace que la crisis sea realmente muy leve. Es apenas perceptible. La musculatura apenas tiene una ligera contracción o ninguna. No hay ningún signo de electrocución ni nada por el estilo», dice Martín, comparando con las técnicas más arcaicas y que, curiosamente, muchos siguen imaginando cuando escuchan hablar de este método.

Riesgos y efectos secundarios de la terapia electroconvulsiva

  • Amnesia temporal
  • Riesgos derivados del uso de anestesia (reacciones alérgicas, etc.)

Pacientes susceptibles de recibir electroshock

Sergio Álvarez Silva es un psiquiatra español especialmente crítico con el tratamiento de la salud mental. Tanto que ha llegado a publicar artículos médicos en los que se pregunta si el actual diagnóstico que se realiza de la esquizofrenia es útil o dañino. Pero pese a su posición combativa con el actual sistema, también defiende a pies juntillas la terapia electroconvulsiva. «Es una terapia muy, muy, muy eficaz que en algunos cuadros es sin duda la primera opción de tratamiento. En ciertos casos de depresiones catatónicas en las que, sin que sepamos muy bien por qué, el paciente está postrado y no es capaz de hablar ni de comer, los resultados de esta terapia son espectaculares. Este tipo de cuadros tienen una mortalidad del 30 % y un 80 % de los pacientes salen gracias a la terapia electroconvulsiva», dice. Cifras en las que coincide su colega de la SEPSM: «Hay algunos que son resistentes pero las cifras de mejoría están entorno al 80 %, mientras que en el caso de los fármacos las cifras de mejoría están entorno al 60 % en el conjunto de la depresión. Esta técnica se utiliza solo en casos graves, en personas que no han respondido a tratamientos farmacológicos. Pero aún así los porcentajes de éxito son elevados».

El objetivo de la terapia electroconvulsiva es tratar de controlar los episodios psicóticos de pacientes que lo pasan mal durante estas crisis. Así se lleva haciendo desde principios del siglo XX, cuando se comprobó que el electroshock es la primera terapia biológica eficaz para tratar este problema. «Al ver cómo en muchos pacientes había una mejoría, se utilizó en distintas entidades: en la esquizofrenia o para la manía en el trastorno bipolar hasta que se fue precisando su indicación, que es en primer lugar la depresión psicótica. Se trata de casos normalmente muy resistentes a los tratamientos antidepresivos y con riesgo importante para la salud; para personas mayores que son más propensas a este tipo de depresión es una indicación que sigue estando ahí. Es la terapia antidepresiva más eficaz, superior a cualquier tratamiento que se utilice», asegura Manuel Martín.

La terapia electroconvulsiva como castigo: ¿realidad o mito?

De nuevo, las referencias populares han hecho que se instale una idea falsa de que la terapia electroconvulsiva tiene un uso punitivo. Algo que no tiene ningún sentido para Sergio Álvarez.. Lo argumenta de la siguiente manera: «No creo que se haga terapia electroconvulsiva como forma de castigo. Porque además no lo sería. ¿Que te bajen a un quirófano, que te anestesien y que no recuerdes nada más? No creo que eso fuese un castigo grave para nadie. Y además conlleva unos costes que no tendría sentido». El psiquiatra, actualmente en ejercicio privado tras varios años trabajando en el Servicio Aragonés de Salud, va más allá y culpa a la industria farmacéutica de afanarse en demonizar esta práctica.

«Creo que está infrautilizada porque nadie saca un beneficio de la terapia electroconvulsiva. Nadie se lucra con un aparato que hay en el hospital de turno de A Coruña, Vigo, Zaragoza o Huesca. Lleva 20 años ahí, son aparatos muy sencillos que no valen dinero y por el que no viene ningún representante a intentar beneficiarse, a decirte que te lleva de viaje si usas eso. Sin embargo, sí que hay mucho interés por parte de la industria en que eso se estigmatice porque si, en lugar de la terapia electroconvulsiva, usamos el fármaco de turno que esté dando beneficios pingües, pues les viene muchísimo mejor», razona con contundencia. 

Esta es una de las imágenes que encontramos cuando buscamos «electroshock» en un banco de imágenes. Ese sótano lúgubre, desconchado y lleno de pintadas está muy lejos de los quirófanos en los que se practica realmente la terapia electroconvulsiva.
Esta es una de las imágenes que encontramos cuando buscamos «electroshock» en un banco de imágenes. Ese sótano lúgubre, desconchado y lleno de pintadas está muy lejos de los quirófanos en los que se practica realmente la terapia electroconvulsiva. iStock

Además, en su experiencia clínica, Álvarez asegura que los pacientes no la contemplan como un método coercitivo. «No tengo ningún paciente que haya vivido la terapia de una manera traumática. Normalmente hablan de que les ''bajaban a dar las corrientes'' o de que ''les vinieron muy bien las corrientes''». Cree que el estigma social se debe a que es un procedimiento «muy gráfico». «Cuando quieres poner algo muy gráfico del daño que hace la psiquiatría, pones la imagen de un electroshock o de alguien a quien le están dando descargas en la cabeza. Es muy fácil. Resulta mucho más difícil plasmar la rigidez que puede producirte un fármaco determinado durante tres meses, o la pesadez y la falta de ganas de vivir de que te pongan una inyección una vez al mes. Yo esto lo considero muchísimo más traumático», apunta antes de lanzar una afirmación personal con rotundidad: «Es más, si a mí me diese una psicosis aguda o un cuadro catatónico, les he dicho a mis compañeros que a mí por favor me den terapia electroconvulsiva, que no me tengan veinte días hinchándome a medicaciones, que me va a ir mucho mejor».

La aplicación más habitual de terapia electroconvulsiva suele consistir en varias sesiones (entre siete y quince), que variarán en función de la respuesta obtenida al tratamiento. Se realizan con una frecuencia de tres veces por semana hasta que se completa el ciclo. Tras él, se espera para ver si se produce una respuesta. Si no hay resultados, se podría repetir otro ciclo. 

¿Generan las descargas eléctricas daños cerebrales?

Los actuales aparatos de electroconvulsión permiten medir de manera precisa cuál es la descarga mínima necesaria que produzca la electricidad suficiente para poder producir una convulsión en el cerebro que produce una liberación masiva de neurotransmisores en el cerebro, aliviando el cuadro psicótico. Como se ha explicado anteriormente, la amnesia es el único efecto secundario descrito como consecuencia de estas descargas. «El único efecto secundario es una leve amnesia de los días previos y durante el episodio. Y casi es mejor olvidar lo que te estaba pasando, porque es horroroso», apunta García. «Se trata de un problema limitado», coinciden desde la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental. 

Manuel Martín explica, además, que «hay estudios de personas con enfermedad de Alzheimer con cuadros depresivos graves con estas características en las que se utiliza y no se ha encontrado que produzca efectos de memoria a largo plazo». Razones, todas ellas, por las que los psiquiatras la consideran una técnica segura.

¿Polémica entre profesionales?

Reconocen desde la Sociedad Española de Psiquiatría que hay sectores minoritarios, incluso dentro de los propios profesionales, que abogan por la desaparición de todos los tratamientos que tengan una base biológica. «Pero la realidad es que hay enfermedades que deben ser abordadas de esta manera. Más allá de posiciones ideológicas los estudios están ahí y son incontestables. Ahora, sí que es cierto que hay algunas voces críticas por un recuerdo de su uso punitivo, como en Alguien voló sobre el nido del cuco. Pero es como si alguien le cortan la pierna en un quirófano como castigo. Nadie pensaría que eso es cirugía. Si se aplica como método de castigo no es una técnica. Tiene que ser una utilización reglada», razona Manuel Martín.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.