Así beneficia la gratitud a tu cerebro y a tu salud mental

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Una pareja pasea por A Coruña.
PAULA QUIROGA

Se ha visto que escribir un agradecimiento diario reduce la sintomatología ansiosa y mejora el estado de ánimo

20 ene 2025 . Actualizado a las 12:48 h.

La gratitud ha sido descrita, según la cultura, como un estado emocional, un rasgo, una respuesta de afrontamiento, una virtud moral, un hábito, como una actitud o como una orientación de vida. Descripciones que varían de occidente a oriente, y que el refranero español ha resumido al decir: «Es de bien nacido ser agradecido».

La práctica de la gratitud, dar las gracias por las pequeñas o grandes cosas de la vida, es una técnica habitual en las consultas de psicología, aunque la población todavía lo desconozca.

No es algo que forma parte de la idiosincrasia española. De hecho, es probable que muchos los relacionen con la cultura cuqui, de mundos rosas y felices, que triunfa desde hace unos años. «Hay países en los que hay prácticas formales de la gratitud muy enraizadas», comienza explicando Carmelo Vázquez, catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid, quien cuenta que esta costumbre es algo mucho más habitual en la cultura anglosajona. «En sociedades más latinas como la nuestra, la gratitud se expresa de un modo más implícito, más informal y no necesariamente con rituales verbales», añade. Se trata de un elemento de aproximación, cercanía y conexión. Esta última puede darse con uno mismo, con otras personas, así como con el mundo inmaterial. «Por eso creo que es algo interesante, porque podemos estar agradecidos a la vida o a otra persona», comenta.

Ruta cerebral

María Leirós, psicóloga y neurocientífica, indica que la intención de la gratitud no es cuestión de darle una vuelta a las cosas o de mirar siempre la parte buena, algo que podría resultar muy forzado. «Implica alimentar una forma de pensamiento que a nivel neuropsicológico tiene un sentido, una carretera neuronal», señala.

En un nivel más profundo, está práctica puede relacionarse con el concepto de plasticidad neuronal, que es la capacidad del cerebro para aprender y generar modificaciones estructurales y funcionales. «En otras palabras, de modificarse a sí mismo», precisa la psicóloga.

En este sentido, cualquier tarea que suponga un esfuerzo por ser una novedad, como puede ser la gratitud en algunos individuos, fomenta que la carretera neuronal y los beneficios de la práctica se vuelvan más fuertes. «Cuando yo empiezo a hacer un camino puede ser estrecho, estar sin asfaltar y lleno de piedras, pero a medida que lo trabajo, se hace más ancho, se va asfaltando hasta convertirse en una nacional», ejemplifica Leirós, con una metáfora, y añade: «Si yo lo trabajo lo suficiente terminará por ser una autovía». Por ello, cuanto más se practica la gratitud, mayores son sus ventajas.

Esta práctica tiene una traducción cerebral. Por un lado, se activa el área media de la corteza prefrontal. Entre muchas de sus funciones se encuentra la del procesamiento de emociones desagradables. «A medida que practicamos la gratitud, vamos haciendo que sea más fácil elaborar un cambio de pensamiento en el que no solo veamos las cuestiones más negativas, sino que nos ayuda a ampliar la perspectiva, a encontrar otras posibilidades», matiza Leirós.

A nivel hormonal —según la neurocientífica— también se observa una respuesta. En concreto, un incremento de la producción de dos hormonas asociadas al placer y al estado de ánimo, la serotonina y la dopamina. Precisamente, «una de las carreteras neuronales que refuerza es la que tiene que ver con los centros de placer del cerebro», precisa. De esta forma, se entiende que la gratitud favorezca una mejor gestión de las emociones porque conlleva toda una serie de cambios a nivel funcional, hormonal y de neurotransmisores.

Razones para agradecer

Neurobiología aparte, los beneficios de este hábito se traducen al día a día de múltiples formas. Disminuye la sintomatología ansiosa y depresiva, «por así decirlo —explica Leirós— es como si la ansiedad y la depresión no fuesen compatibles con la química que necesitamos para agradecer», indica. También disminuye la sensación autopercibida de estrés y de soledad.

En otras palabras, agradecer no acompaña, pero sí consigue que quien lo practique «obtenga mejoras en el estado de ánimo y aumente su capacidad para reconocer las emociones agradables», detalla.

Además, se ha visto que las personas que adquieren este hábito descansan mejor y tienen una menor presencia de síntomas psicosomáticos, como son los dolores de cabeza o problemas de estómago. En suma, contribuye a tener un mejor sistema inmune por la regulación de las hormonas del estrés, las cuales pueden debilitarlo.

Beneficios que Carmelo Vázquez resume en evitar la adaptación hedónica: «Hay una inercia de acostumbrarnos a todo. Pasa en las relaciones de pareja», comenta. El experto lo compara con una rutina gimnástica diaria a la que uno puede recurrir para recordar que también le suceden cosas buenas. Diferentes estudios que involucran esta práctica encontraron que «tiene un efecto tangible en el estado emocional de los participantes e, incluso, en el número de visitas médicas», destaca Vázquez. Una reciente investigación, publicada en la revista JAMA en el 2024, siguió a un grupo de cerca de 50.000 enfermeras, todas ellas voluntarias. Al cabo de tres años, se registraron unos 4.000 fallecimientos. «Se intentó descubrir qué factores psicológicos estaban asociados a la mortalidad, y se vio que las personas con altos niveles de agradecimiento en su vida tenían un 10 % menos de probabilidades de morir por cualquier causa», precisa el catedrático. A nivel epidemiológico, otras publicaciones también vieron que la gratitud es la fortaleza psicológica más conectada con el resto de actitudes, incluso más que el amor. «Está muy en el centro de nuestro bienestar», señala el catedrático de Psicopatología.

Por escrito

En consulta, Leirós suele pedir a sus pacientes que escriban un agradecimiento diario. Pueden hacerlo en papel o en una nota del móvil, pero es necesario que quede registrado. Al principio, no sale de manera natural. «Hay quien pone que agradece su coche», ejemplifica. Si bien no existen respuestas correctas o incorrectas, Leirós anima a incluir cosas más pequeñas: «Haber ido a la peluquería, un buen desayuno, haberme preparado una comida que me gusta, o el trato amable de una farmacéutica», detalla.

Para la neurocientífica, lo ideal es redactarlo en papel. «La escritura es una enorme herramienta terapéutica», explica. Verbalizar algo implica un procesamiento muy superficial de la información, «es tan frágil que tiende al olvido». Por ello, al escribirlo, «no solo lo redactamos, sino que primero lo pensamos, después lo verbalizamos y, además, tengo la oportunidad de volver a leerlo al final del mes», . En otras palabras, el nivel de procesamiento es más amplio.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.