La evidencia científica detrás de la intuición: «Es interesante apoyarse en ella, pero asegurándonos de que no hay ningún prejuicio involucrado»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

La intuición es esa percepción instantánea o corazonada que nos lleva a tomar decisiones rápidas sin una gran reflexión sobre ellas.
La intuición es esa percepción instantánea o corazonada que nos lleva a tomar decisiones rápidas sin una gran reflexión sobre ellas.

Apodada como un sexto sentido, en realidad se trata de un proceso cognitivo sobre el que existe evidencia científica, aunque faltan pruebas de imagen que confirmen qué sucede exactamente en el cerebro

02 may 2025 . Actualizado a las 18:22 h.

«Tengo el presentimiento de que empieza la acción», «y las mujeres somos las de la intuición», canta Shakira. Una canción cuyo lanzamiento cumple veinte años y en la que se han visto (y se ven) reflejados muchos de sus oyentes. Porque todos hemos experimentado de alguna manera la intuición. Es la que provoca que sintamos una corazonada y tomemos una decisión sin tener una razón lógica clara, o la que nos lleva a tener una buena o mala impresión de una persona. Hay quien lo denomina un sexto sentido y presume de tenerlo muy desarrollado, pero no deja de ser un proceso cognitivo. Si bien es cierto que utilizarla de forma correcta sí puede necesitar cierto entrenamiento.

Qué es y de dónde viene la intuición

«La intuición es la capacidad del cerebro para procesar grandes cantidades de información rápidamente, a menudo basándose en experiencias pasadas y aprendizaje subconsciente», avanza Anaïs Roux, psicóloga especializada en neurociencia. «Puede ser increíblemente precisa en situaciones familiares, como reconocer un peligro o leer las emociones de alguien. Sin embargo, la intuición también es propensa a sesgos cognitivos y puede engañarnos, especialmente en situaciones complejas o desconocidas», añade.

Hablamos de la percepción inmediata de una respuesta, una decisión que se toma sin ayuda del razonamiento. «Nueve de cada diez decisiones se toman sobre una base intuitiva», según el psicólogo americano Gaby Klein. «De 93 premios Nobel, 82 afirman que la intuición jugó un papel importante en sus descubrimientos», indica Roux en su libro Neurosapiens (Espasa, 2025).

Así, la intuición solo aparece si ha sido previamente entrenada durante años. «Cuando un jugador de fútbol lanza un penalti, puede hacerlo a la izquierda, derecha o centro de la portería. Si tiene éxito, lo más seguro es que no pueda explicar por qué tomó esa decisión y lo achacará a la suerte o a la intuición. Sin embargo, su acción ha sido el resultado del conocimiento inconsciente almacenado en su memoria y resultado de su aprendizaje por repetición», ejemplifica Roux.

«El problema que se da con la intuición es que no sabemos con certeza su base científica y por eso también es propensa a que se puedan inventar cosas sobre ella, como que es un fenómeno místico, que en realidad, no tiene ningún fundamento», asegura Juan Casto Rivadulla, catedrático de Fisiología, neurocientífico y miembro del Centro Interdisciplinar de Química e Bioloxía (CICA). Es decir, sí existe evidencia de por qué recurrimos a ella, pero no se conoce con exactitud qué sucede en el cerebro cuando esta se da. Básicamente, «porque es muy difícil hacer experimentos donde se pueda poner de manifiesto la intuición».

Rivadulla explica que el área del cerebro que se encarga del procesamiento cognitivo de la toma de decisiones es la corteza orbitofrontal (COF), que forma parte del lóbulo frontal. Se encuentra justo encima de nuestros ojos. «Pero es difícil ver en un estudio científico si esta región se activa o no en ese proceso de intuición, de por qué vas por un lado de la calle y no por el otro. Además, son acciones complejas que requieren un proceso de redes neuronales y en los que también influye mucho tu historia anterior».

Lo que se esconde detrás de la intuición desde el punto de vista psicológico

Uno de los grandes investigadores sobre la intuición fue Daniel Kahneman, el único psicólogo que ha ganado el Premio Nobel de Economía en el 2002 por su trabajo pionero sobre el modelo racional de la toma de decisiones. Durante toda su trayectoria (falleció el año pasado), mostró un gran interés por los errores que comete la mente humana. En su libro Pensar rápido, pensar despacio (Debate, 2011), expone la extraordinaria capacidad de ese pensamiento rápido, pero también sus errores y sesgos. Para él, la intuición no es tan fiable como a veces pensamos.

Así, el reputado psicólogo defiende que los individuos contamos con dos sistema para tomar decisiones y resolver problemas: el intuitivo o automático, que funciona mediante la intuición y realiza operaciones de forma rápida y disociativa, utilizando heurísticas (estrategias para llegar al conocimiento); y el analítico o reflexivo, que trabaja de una forma mucho más lenta y deliberada.

En psicología, las heurísticas son atajos mentales o estrategias que el cerebro utiliza para simplificar la toma de decisiones o la resolución de problemas; es decir, sesgos cognitivos. Teniendo en cuenta el alto volumen de decisiones a las que nos enfrentamos a diario, recurrimos mucho más a ellas que a dedicar tiempo al pensamiento más analítico que se basa en unas reglas más precisas.

Existen varios tipos de heurísticas, siendo la de disponibilidad una de las que se da con más frecuencia entre los individuos. Consiste en evaluar la probabilidad de que suceda algo basándonos en los recuerdos que tenemos relacionados con él. Es decir, cuanto más recordemos algo, más probable lo consideramos. Por ejemplo, si vemos una noticia sobre un accidente de avión, exageramos las probabilidades de que nosotros mismos también lleguemos a sufrir uno, cuando en realidad son bastante bajas.

Por mencionar otro tipos de atajos de este tipo que utiliza el cerebro, Kahneman también exploró la heurística de la representatividad. A través de esta, asumimos que una persona pueda tener una profesión u otra por su aspecto físico y forma de vestir. O, profundizando más en su campo de estudio (el económico), abordó la aversión a la pérdida: un individuo siente más el dolor de perder algo que el placer de ganar algo de igual valor.

«Aunque estudiar la intuición es complejo, ciertas cosas relacionadas con ella sí que se saben, como los sesgos cognitivos. Uno de ellos es que solemos recordar solo aquellas cosas que refuerzan nuestra teoría. Todos hemos podido soñar que nos ha tocado la lotería, pero aquel al que le sucede de verdad dice: ‘'Ya lo sabía''. Lo mismo sucede con el horóscopo. Puedes leerlo todos los días, pero te acordarás mucho de él cuando de verdad acierta. A lo largo del día se nos pasan un montón de cosas por la cabeza, pero solo cuando se confirman es cuando decimos: ‘‘Ya sabía yo que iba suceder''», reflexiona Rivadulla.

Con mesura

Kahneman era psicólogo experto en economía. Un ámbito en el que dejar la toma de decisiones solo en manos de la intuición es sinónimo de fracaso. Pero defendía que en muchos otros aspectos de nuestra vida, la intuición sí funciona. Una idea que también comparte Roux. En su libro, defiende que la intuición parece ser tan fiable como un razonamiento largo cuando se trata de tomar una decisión compleja. Con todo, amplía: «Pero quien dice rapidez, dice automatismo, estereotipos y prejuicios. Por eso es interesante apoyarse en la respuesta intuitiva, pero asegurándonos de que no hay ningún prejuicio involucrado».

¿Cómo abordar, entonces, la toma de decisiones? «El mejor enfoque es utilizar la intuición como guía, pero verificarla con el pensamiento racional al tomar decisiones importantes. Entrenar nuestra intuición a través de la experiencia y la reflexión puede hacerla más confiable con el tiempo», responde la psicóloga a La Voz de la Salud.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.