Laura Coronel, psicóloga experta en sectas: «Cualquier persona es susceptible de ser captada por una»

SALUD MENTAL

Algunos grupos cuentan con años de historia, otros crecen con la ayuda de las redes sociales
14 jul 2025 . Actualizado a las 18:13 h.Encontrar un propósito, éxito, paz, unido a que todos queremos sentirnos parte de algo. Es entonces cuando entran ellos, con soluciones a los problemas o con elogios a esa capacidad que puede llegar a tener el sujeto de «querer cambiar el mundo». No existe la violencia, ni las amenazas, solo palabras envolventes, promesas e incluso sabiduría.
Se calcula que en nuestro país hay alrededor de 250 sectas identificadas en las que han caído más de 400.000 personas, lo que supone cerca del 1% de nuestra población. Pero las cifras no son, cuanto menos, exactas. «Si uno se mete en el registro de entidades religiosas del Ministerio de Justicia, podrá ver que muchos grupos sectarios son considerados religiones que tienen miles y miles de seguidores», asegura Laura Coronel, psicóloga experta en este tipo de grupos de persuasión coercitiva. Graduada en psicología por la Universidad Complutense de Madrid, cuenta con varios másteres: en psicología general sanitaria, en ciencias de las religiones y en neurociencia por King's College de Londres.
Así, resulta complicado determinar el número de seguidores de un grupo y determinar qué es exactamente una secta. «Primero, porque no tenemos una definición jurídica de la misma. Es un tema muy invisible a nivel social. Implica que operan de forma clandestina y no se pueden investigar de una manera seria y oficial», añade la experta, y por eso, desvela claves sobre cómo funcionan estos grupos. Algunos, con una historia que se remonta años atrás, otros, que acaban de emerger gracias a las redes sociales.
—Por poner un poco de contexto, ¿qué es exactamente una secta?
—El concepto de secta ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Lo que significaba originalmente es un grupo minoritario que se separa de una religión mayor por tener unas creencias diferentes. Pero no es el que utilizamos hoy en día, porque en su momento ser una minoría y separarte de una religión tradicional era visto como una traición y por lo tanto era algo perseguido, porque podía alterar el orden social del lugar en concreto. Pero evidentemente a lo largo del tiempo la cosa ha cambiado mucho. Ya no es un problema tener unas creencias religiosas diferentes. De hecho, constitucionalmente es hasta un derecho el poder tener creencias distintas. Es decir, la palabra secta que utilizamos hoy en día en realidad es un sinónimo de grupo coercitivo, que independientemente de su tamaño y de su ideología (religiosos, políticos, filosóficos, terapéuticos, etcétera) ejercen la persuasión coercitiva.
—¿Qué es la persuasión coercitiva?
—Es una expresión que engloba una serie de técnicas de manipulación que lo que buscan es controlar la vida de los miembros de ese grupo, en favor de unos intereses totalmente ocultos para ellos; dominar su comportamiento.
—¿Existe una clasificación de sectas?
—Existen muchos tipos de sectas en función de la ideología que tiene la misma. Podemos hablar de sectas religiosas, políticas, ufológicas (las que creen en extraterrestres), terapéuticas, comerciales, deportivas, etcétera. Al final, lo que define una secta no es tanto el tipo de ideología que profesa, sino cómo opera el grupo, cómo funciona por dentro, independientemente de lo que crean. Y lo hace de tal manera que lo que busca el líder y la dinámica del grupo es dominar el comportamiento de los miembros. Pero no hay ninguna clasificación oficial, por así decirlo, porque tampoco hay una definición jurídica de sectas; sí las hay de diferentes eminencias académicas de este sector.
—Has hecho un apunte, pero ¿cómo funciona una secta por dentro?
—Existen muchos comportamientos que definen a un grupo sectario. Hay una estructura jerárquica donde suele haber un líder o varios, que son el fundador o fundadores, normalmente, del grupo. Este líder es autoproclamado, es decir, no hay ningún tipo de democracia a la hora de definir quién es, sino que él dice de sí mismo tener unos conocimientos superiores, unas habilidades divinas. Algo que le hace muy especial y único por lo que debe ser venerado.
—¿Cómo es la relación entre ese líder con los miembros de la secta?
—Suele ser una relación totalitaria, es decir, el líder domina y los seguidores se someten a él. Lo obedecen de manera ciega, por esa autoridad que el líder convence que tiene. Esto es importante porque una de las características de las sectas es que el líder es esa autoridad suprema y acaba, digamos, gobernando todas las esferas vitales de los seguidores.
—¿A qué nos referimos con todas las esferas vitales?
—Por ejemplo, te dice qué comer, cuánto dormir, con quién casarte, en qué cosas invertir tu economía. Una tercera característica es que ese líder es totalmente incuestionable. Es decir, como tiene ese conocimiento único o tiene algún tipo de poder divino, es una autoridad tan suprema que por lo tanto lo que diga él es lo correcto. No hay opción a cuestionarle o criticarle. Es más, si lo haces, puedes ser castigado, expulsado o lo que sea. Otra clave fundamental es que para conseguir esa veneración lo que va a hacer el líder es convencer a sus seguidores de que les conviene estar en el grupo.
—¿Y cómo los convence?
—Por ejemplo, hace promesas: «Si perteneces a mi grupo, te vas a salvar cuando mueras». La salvación religiosa. O si es una secta más de carácter comercial, lo que te van a prometer, no de una forma tan explícita, sino más sutil, es que si sigues su método te vas a hacer rico. O si sigues su método te vas a desarrollar mucho psicológicamente o lo que sea. Te hacen una promesa que en realidad es tan grande que no se puede cumplir. Pero eso es un poco como el anzuelo para que tú decidas entrar en el grupo y estar ahí y mantenerte ahí. Te proponen algo, pero te exige a cambio una obediencia absoluta y que sigas los pasos que el líder te vaya marcando sin cuestionamiento alguno. Por lo tanto, otra de las características es que una vez que se genera ese vínculo, el líder lo que va a hacer es poner en marcha toda una serie de técnicas de manipulación que están muy estudiadas.
—¿Podría poner un ejemplo de técnica de manipulación?
—Hay varios. Por ejemplo, el modelo BITE, de Stephen Hassan. Es muy conocido porque hace una clasificación de esas técnicas de manipulación. Lo que quiere decir la persuasión coercitiva es que la persona cree estar haciendo con plena libertad y voluntad lo que se le pide, pero la realidad es que está siendo presionado para ello, en contra, precisamente, de su voluntad. Y esa es a veces la mayor de las dificultades, porque cuando tú hablas con una persona miembro de una secta, realmente defiende al grupo y su discurso es: «Estoy aquí porque quiero y hago esto porque quiero». Por ejemplo, imaginemos una secta religiosa. Si tú no predicas como nosotros te estamos diciendo, no te vas a salvar. Ya hay una amenaza encubierta. Al final, el miedo y la culpa son las columnas vertebrales de una secta.
—¿Otra de las características de las sectas es el aislamiento?
—Sí, las sectas te convencen de que tu entorno habitual, que está fuera de la secta, no te conviene. No es que te lo digan así, pero te van generando una narrativa, un discurso muy dirigido a pensar que tu familia no te entiende o que en realidad te tienen envidia y no quieren que progreses. O por no estar en el grupo, tu entorno está dominado por «Satán» o influenciado por alguna «energía maligna», y ellos todavía no han «despertado». Consiguen que tú te vayas distanciando de tu familia y acabes únicamente cerrando tu círculo a las personas del grupo. Y esto es una técnica muy hábil, porque cuando tú solamente te rodeas de personas que piensan igual que tú, tienes muchas menos posibilidades de hacerte preguntas y de criticar al grupo. Eso es un poco lo que se busca: que obedezcas sin cuestionar. Por lo tanto, lo que va a hacer la secta es anular tu capacidad crítica, y que te enamores, por así decirlo, de la secta, para que tú quieras estar ahí dentro. Y una vez que consiguen dominar tu comportamiento, que es el objetivo principal de una secta, a partir de ahí logran otras cosas, como dinero, poder o sexo; depende de la secta.
—Justo en las sectas religiosas, esa figura de líder o gurú no está tan clara. ¿Siempre existe?
—Cuanto más grande es el grupo, digamos que más jerarquizado está. Sucede mucho con las religiosas. Puede haber directores, digamos, de la organización. Además, ellos se presentan como el canal de comunicación con Dios, como una especie de mesías. Debajo de ellos hay toda una serie de estratos, donde el poder se va repartiendo. Después están las congregaciones y cada una pues tiene su estructura jerárquica. De esa manera pues sí que logran, digamos, ese control. El fundador no siempre está vivo, a veces pasa ese poder al hijo u otra persona. Eso se da en grupos coercitivos que son grandes y conocidos.
—¿Podemos hablar de sectas modernas, propias del siglo XXI?
—Cien por cien. De hecho, algunos autores hablan de diferentes generaciones de sectas. Primero estarían las religiosas, en los años 80 aparecen más las de tono de nueva era y ahora hay una tercera generación de sectas múltiples, es decir, con todo tipo de ideologías, pero la característica que las hace modernas es que precisamente utilizan la tecnología para todo: tanto para captar como para ejercer la persuasión coercitiva sobre los miembros. Estamos hablando de sectas que ya no requieren de la presencia física de los miembros, les basta hacerlo a través de internet para que la persona pertenezca al grupo. La cuestión es que hacen uso de la tecnología para sostenerse, una cosa muy novedosa, pero muy a la orden del día. Es un peligro enorme porque están mucho más presentes.
—Se habla de lo parecidas que suelen ser algunas dinámicas en redes sociales a una secta. ¿Qué opina al respecto?
—Es una buena pregunta, porque cuando hablamos de sectarismo, no estamos hablando de algo que se pueda clasificar en blanco o negro. La realidad es que es una cuestión de grados. Un grupo que no es nada sectario, que sería un 0, a una secta de manual, que sería un 10. Pero entre el 0 y el 10 hay grupos que están un poco en medio. No todas las sectas son igual de peligrosas ni destructivas para los miembros. Lo que hacemos los profesionales es estudiar muy bien el grupo en concreto en el que pueda estar adherida una persona.
Sí hay temas que efectivamente están a la orden del día. Todo lo que tiene que ver con invertir, con criptomonedas, sería uno de los temas que interesan hoy en día a muchas personas y que están muy en auge. Y por lo tanto, muchos grupos de orden sectario se están aprovechando. Pero lo mismo está pasando, por ejemplo, con el interés que hay en la autoayuda e incluso en la salud mental. Evidentemente, ni todo lo que vemos en redes sobre criptomonedas, ni todo lo que vemos en redes sobre autoayuda, es secta. Pero sí hay, en algunos casos, grupos detrás de ciertas cuentas que sí que funcionan como sectas.
—¿Todo el mundo podría acabar en una secta?
—Sí, cualquier persona es susceptible de poder ser captado por una secta. Aunque no todos en el mismo grado, hay factores que nos hacen a unos más vulnerables que a otros. Además, creo que hay que romper con la idea de que lo que nos hace vulnerables son los problemas. Puede que si estás desesperado por algo seas mucho más vulnerable a ser captado por una secta que te ofrezca una terapia alternativa que te vaya a curar. Y si eres una persona que tiene pocos amigos y de repente una serie de personas se empiezan a interesar en ti, tú te ves arropado, y eres más vulnerable a ser captado por una secta. Pero no solo nos hacen susceptibles los problemas o las carencias, también las virtudes. Si eres una persona idealista que quiere cambiar el mundo o que lo quiere mejorar, posiblemente encajes mucho con grupos que tengan este discurso que también son sectarios.
—¿Es fácil salir de una secta?
—Es muy difícil. Normalmente las personas que son captadas por sectas pasan por una serie de fases que pueden durar más o menos, dependiendo del caso. Normalmente estamos hablando de años, incluso de décadas. En un principio hay una fase de captación, donde la persona tiene sus dudas porque hay cosas que no le terminan de cuadrar, pero por otra parte, todo lo que viene es muy positivo. Si se genera ese primer enganche y la persona empieza a participar con un poco más de frecuencia, se genera lo que se llama luna de miel: la persona se enamora completamente del grupo, siente que está feliz dentro. Y eso puede durar tiempo. En ese momento se genera un enganche emocional tan grande que el corazón, por así decirlo, entra en guerra con la cabeza y claramente gana. No es hasta tiempo después cuando ya se le empieza a exigir muchas cosas, donde se empieza a destruir la autoestima de la persona. Es ahí cuando a lo mejor, y repito, a lo mejor, puede la persona empezar a pasarlo más y cuestionarse ciertas cosas. Pero es una lucha enorme porque al mismo tiempo la secta está haciendo porque tú no te cuestiones nada.
Algunas personas sí empiezan a cuestionarse cosas y acaban distanciandose. Pero lo que se tiene que dar para que una persona deje una secta es un «click» mental. Es muy importante entender que la dependencia de una secta no es física, sería un delito. Te secuestra mentalmente. Y esa es la gran dificultad porque no eres consciente. Es complicado salir, pero no imposible. Se puede salir con ayuda profesional e incluso sin ella, cuando la persona está en un punto en el que ve que los valores que fomenta el grupo no se cumplen.
—¿Y cómo es la vida al salir?
—Es una situación delicadísima. No es lo mismo una persona que es captada por un grupo a sus 20 años a otra que ha nacido directamente dentro del grupo. Esto es lo que llamamos las segundas generaciones. La persona que nace dentro, su mundo y su normalidad es esa, con lo cual, no tiene una referencia anterior, tampoco una vida fuera del grupo y por lo tanto muchas veces tiene menos red de apoyo, menos referentes por detrás.
Es muy importante también las circunstancias en las que sale una persona. No es lo mismo salir convencido de ello que hacerlo por otros motivos. Una cosa muy común a todas las personas exmiembros de grupos es que salen muy solos. La secta te ha aislado y te ha puesto muy en contra de todo el mundo. Es más, te ha metido mucho miedo con respecto a las personas de fuera. Sales asustado, solo, muchas veces sin referencias. Es cierto que hay muchos testimonios de personas que han salido de una secta que sirven como ejemplo de que se puede, pero hay que tener en cuenta también que dentro de las sectas, a todo el que se va lo difaman. Se te mete miedo, se te enseña a desconfiar de todas las personas de fuera y esa sensación de soledad es muy profunda. Además, la persona que sale está abandonando una promesa muy importante para ella.
—¿Una promesa importante, en qué sentido?
—Estamos diciendo que le han dicho que si se va, se juega la salvación o que nunca más podrá tener una buena autoestima o recuperarse mentalmente de su problema, depende de la secta. La persona que abandona la secta siente miedo, culpa y cree que su futuro va a ser un desastre. Por eso, a las familias que tienen un ser querido en una secta, trabajo mucho con ellas para prepararlas por si este momento se da, para ser una buena red de apoyo. No es lo mismo salir pensando que no tienes a nadie fuera, que hacerlo sabiendo que tienes un cierto respaldo.
Luego hay que tener en cuenta que hay gente que sale en unas condiciones pésimas. Ya sea porque ha hecho donaciones económicas muy grandes, porque ha dejado su trabajo y leva mucho tiempo desconectado de su vida laboral, porque sexualmente han abusado de ella… Estamos hablando de ejemplos que parecen muy drásticos, pero pasan y están a la orden del día. Se sale en unas circunstancias muy delicadas.
—¿Cómo se trabaja desde el punto de vista psicológico?
—Desde el punto de vista psicológico trabajamos mucho en que la persona logre una estabilización de su vida, su identidad, porque dentro de la secta es como si la desdoblas en dos. La identidad esencial de la persona que es anulada y se le crea una identidad sectaria que es la que lo abarca todo. Trabajamos mucho en esa dualidad en sus creencias, en su autoestima y sus miedos, para que la persona reconstruya su vida o tenga un proyecto. Trabajamos en habilidades sociales, reconstruir la confianza en las personas, intentar reparar las relaciones, reconstruir la vida de la persona que ha sido saboteada por la secta. Igual con la toma de decisiones. Cuando estás en una secta te acostumbran a obedecer y cuando sales, cuesta mucho tomar decisiones. Esa habilidad para decidir, trabajar la independencia, lo hacemos mucho en sesión.