Pepe Serrano, pediatra: «El niño puede irse de casa sin desayunar»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

El pediatra, Pepe Serrano.
El pediatra, Pepe Serrano. Xavier Torrens Bacchetta

El experto, que es Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, no recomienda poner colonia a los recién nacidos

10 abr 2024 . Actualizado a las 14:15 h.

Cuando Pepe Serrano estudiaba medicina, compartía edificio con una de las clínicas pediátricas más prestigiosas de su ciudad. «Hice los deberes y preparé el MIR con los bebés llorando de fondo. Así que solo tenía dos opciones: odiarlo o amarlo», cuenta. Cuarenta años después es Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría y secretario general de la Societat Catalana de Pediatría, por lo que queda bastante claro por qué opción se decantó. 

El pediatra acaba de publicar Bebepedia (Roca Editorial, 2024), una guía para que las familias sepan sobrellevar la crianza. Dos meses después de jubilarse, dedica parte de su día a la divulgación científica porque, como dice, para criar a un hijo «no existe cursillo ni carnet que valga».

—¿Sigue viendo muchos mitos en relación a la crianza?

—Cada vez llegan menos mitos. La población está mejor formada, no solo a nivel de madres y padres, sino también a nivel de cuidadores en general. 

—¿Qué le diría a alguien que se está planteando tener un bebé? Explica que su salud se cuida desde que está en la barriga. 

—Exacto. Hay el concepto de los mil primeros días, que es el primer año de vida más los meses del embarazo. Es un proceso continuo que empieza desde la concepción hasta que el bebé ya es mayorcito. Es muy importante, antes de que se quede embarazada la futura mamá, acudir a una consulta de ginecología, porque ahí le pueden asesorar. Hay ciertas vitaminas que se tiene que tomar ya incluso antes del embarazo y que, además, si se las toma el papá mejor que mejor. Hay algunas vacunas que se deben poner antes del embarazo. Así que cuando la cosa es planificada, lo principal sería acudir a un servicio de ginecología o obstetricia para que ese embarazo, que todavía no se ha producido, salga adelante de la mejor forma posible.

—Habla de la importancia de las vacunas en los adultos. ¿Cómo influye el sistema inmunitario de la madre en el de su hijo que todavía no ha nacido?

—Está demostradísimo que los anticuerpos que tiene la madre pasan al bebé por vía placenta. Así que si la madre está bien vacunada, esos anticuerpos pasan al bebé. Hay algunas, como por ejemplo, la de la tos ferina, cuya inmunidad va decayendo con el tiempo. Entonces, se recomienda que la mamá se la ponga durante el embarazo, para que le suban los títulos de anticuerpo, y cuando nazca el bebe esté protegido contra ello. Este es un ejemplo. 

—¿Qué momento cree que atraviesan las vacunas en la actualidad? Este invierno se llegó a hablar de la fatiga vacunal en relación con la gripe. 

—Aquí tengo el corazón dividido. A nivel general, atraviesan un buen momento porque el ministerio, y los organismos oficiales encargados de regular el tema de vacunación, cada vez incluyen más vacunas que se consideran que son más beneficiosas para los niños. Por otro lado, hay otras vacunas cuyas tasas de cobertura han sido muy bajas. Tenemos que poner más empeño en que son beneficiosas, que se han demostrado altamente efectivas y que, además, ahorran costes al sistema sanitario. Por parte de los profesionales, recomendarlas y ponerlas, y por parte de las familias, por supuesto, tener absolutamente la confianza depositada en ellas.

—Explica que, cuando el bebé nace hay muchas cosas que no necesita: la colonia o el chupete, por ejemplo. 

—Claro, todo eso que le regalan a los bebés y no solo no sirven para nada, sino que en algunos aspectos, como el uso de colonia, podría ser hasta nocivo. Lo primero que tienen que hacer los papás es estar tranquilos y disfrutar el momento. Son unos meses en los que su vida va a cambiar, pero también van a ser muy felices. Casi lo primordial es ponerse en mano de un servicio de pediatría, para que se empiece a pesar al bebé, obtengan los consejos adecuados y que confíen en que la mayoría  no tienen ningún tipo de problema de salud y saben andar solos por la vida.

—En el libro insiste mucho en que, durante el embarazo y la lactancia, el consumo de alcohol debe ser cero. ¿Todavía le siguen llegando preguntas sobre ello?

—Un aspecto negativo de todo esto es que las dudas no surgen. Es muy poco probable que una embarazada o una madre lactante me pregunte si puede tomar algo de alcohol, porque estigmatiza un poco, aunque no dejaría de ser una consulta normal y corriente. Tal vez esa madre cree que una o dos copas a la semana, o una cerveza al día, no son malas y no lo pregunta. Cualquier cantidad de alcohol durante el embarazo es malo; y el alcohol que se toma durante la lactancia pasa a la leche materna y el bebé lo acaba absorbiendo. 

—Entiendo que el hábito tabáquico es igual de malo. 

—Fatal, claro. Si fuman en casa delante del bebé lo convierten en un fumador pasivo, por lo tanto mal. Pero es que, si lo que hace es salir a fumar a la calle, a la ventana de la cocina, o fumar en casa cuando el bebé está con los abuelos, es lo que se llama fumar de segunda mano, porque la nicotina queda impregnada en la ropa, en las paredes y en muchos sitios, y cuando el bebé vuelve ahí, inhala la nicotina. 

—¿Qué es lo que más preocupaba a los padres cuando llegaban a su consulta?

—En la primera visita lo que les suele preocupar, y más si tienen confianza contigo porque te han visto por el centro de salud o porque ya has tratado a anteriores hijos, es todo ese tiempo que pasan hasta escuchar que el niño está sanísimo. A partir de ahí, les preocupa no saber interpretar el llanto, saber si come suficiente o no, especialmente, con el tema de la lactancia materna; les preocupan las horas que tiene que dormir. Son los temas por los que todos preguntan. 

—¿Hasta qué punto es normal que un bebé no quiera comer y rechace el biberón o la lactancia materna?

—A nosotros, tanto a los pediatras como a las enfermeras, lo que coma el bebé no nos importa demasiado, la verdad. Lo que sí nos importa es ver que está sano y que va siguiendo sus curvaturas de incremento de peso y de talla. Si esto es así, que el bebé coma lo que quiera, porque a lo mejor lo que nosotros pensamos que debe ingerir, no es lo que él necesita. No todos son iguales, afortunadamente. Aquello que se decía antes de tomar 90 mililitros de dosis cada tres horas no se aplica a todos. Uno necesitará una toma cada tres, mientras que otro cada cuatro y más cantidad. Tienen su ritmo de regulación de hambre y saciedad y eso es lo que marca cuando tiene que comer.

—En el libro dice que al chupete no se acostumbran, sino que nacen acostumbrados. 

—Sí, porque el hábito de succión de los bebés es innato, y ese hábito le sirve tanto para alimentarse, como para calmarse. Así que, en este punto de la succión y la calma, aparece la dicotomía. O bien el chupete hasta que tenga dos años y medio o tres, se lo quitamos y hay una noche o dos malas y se acaba el tema; o un niño de seis años chupándose los dedos, porque como no tenía chupete, el hábito de succión se lo ha gestionado chupándose los dedos y no se los podemos cortar. Por eso, entre esa dicotomía, prefiero el chupete. 

—Para terminar de sorprender, señala que las visitas de cortesía deberían estar prohibidas, al menos en el hospital. ¿Por qué?

—La gente que va al hospital a ver a un bebé es una fuente de infecciones e impurezas, y su sistema inmunológico todavía se está formando cuando acaba de nacer y durante los primeros de meses de vida, por lo que la capacidad de defenderse frente a la mayoría de infecciones no está completa. Por lo tanto, eso de que la gente vaya a verlos, los coja y los bese, y luego se lo pase a la abuela, y después a la prima, nos lo podemos ahorrar.  Y así, si la prima o la abuela está constipada, no se lo transmite la bebé. 

—Para algunas familias con hijos mayores, la llegada de un bebé puede hacer que se despierten los celos. ¿Cómo se pueden gestionar?

—Hay una edad en la que los niños empiezan con este tipo de situaciones y son más celosos, que es más o menos, a partir de los 18 meses hasta los dos años y medio. Es decir, eso es una advertencia. Puede ser una opción no tener un hermanito en esta fase. Es algo que está demostrado y tiene que ver con el neurodesarrollo. Y después, existen algunos consejos. Por ejemplo, hacer que los hermanos mayores sean partícipes de la zona padres. Que ayuden a cambiar el pañal,  a hacer la camita, que salgan a pasear juntos. Es decir, hacerles hacer cosas como si tuviesen más edad y compartir las cosas del bebé con ellos.

—¿Cómo evoluciona el sueño de un bebé? Es otra de las consultas más frecuentes. 

—Claro, lo típico de «no me duerme nada» y «no me come nada» es bastante habitual. Son los dos temas más recurrentes. Hombre, de lo que no nos damos cuenta es de que el bebé, cuando tiene sueño, duerme. Lo que sucede es que su descanso, especialmente durante los primeros meses, no coincide con el de los adultos. Tú lo tienes por la noche, y durante el día estás despierta, pero el bebé durante el día se ha echado doce siestecitas de media hora, y al final, son seis horas que se ha pegado. Si por la noche, entre unas cosas y otras, ha dormido cinco, al final suma once. Eso no se valora porque se mide en el patrón de sueño de un adulto, de once a siete, mientras que el bebé no tiene un horario de sueño establecido y descansa cuando tiene sueño. 

«Los ultraprocesados no son comibles en ninguna dieta saludable»

—«Que los niños coman de todo». ¿Sigue siendo aceptable hoy en día?

—En la actualidad, el «comer de todo» incluye muchísimas cosas que están patrocinadas por la industria, publicitadas y esponsorizadas, que llevan envases de colorines, que son muy apetecibles y, además, muy golosas. Están hechas adrede para que les gusten a los niños, y ya no solo desde un aspecto de palatabilidad, sino que llevan un regalito o en la caja aparece su dibujo favorito. Como sabemos, eso hace 40 años no existía. Por eso, esa recomendación de que hay que comer de todo incluye una cantidad de ultraprocesados que han aparecido últimamente, que no son comibles en ninguna dieta que consideremos saludable. 

—Invita a no hacer excepciones con los ultraprocesados ¿Caemos mucho en este error?

—Las familias cada vez tienen más prisa, y por muy buena voluntad que tengan, el tiempo es limitado. A mí me parece importante llamar la atención sobre algo. Si una familia piensa que le está dedicando poco tiempo al niño y lo compensa con caprichos que sabemos que no son buenos, con regalos que no son adecuados para su edad, con un móvil, o con irnos dos días a la semana a tomar comida basura, porque así estamos todos juntos y el niño está contento, no es lo mejor. Ese día con más tiempo, pueden hacer un guiso a la abuela, o preparar algo bueno, y comerlo en casa, sin necesidad de recurrir a ultraprocesados para que el bebé, o el niño en este caso, vea que le damos atención. El niño eso no lo valora, él se fija en que sus papás estén con él. 

—¿Pueden salir de casa sin desayunar?

—Ahí hay un mito también. El cerebro se alimenta de glucosa, y esta glucosa no proviene de la que se toma justo en el desayuno, por así decirlo. Sino que es de la que hay en los depósitos que el organismo ha ido almacenando, y si los depósitos fallan, la grasa que tenemos en el organismo, también dispone de un mecanismo para generar glucosa. Aunque nosotros no desayunamos, el nivel de alimentación que tiene nuestro cerebro es exactamente el mismo. Por tanto, qué más da que se vaya desayunado o sin desayunar. Hay gente, ya no solo niños, que al levantarse no les entra nada, y para qué le vamos a forzar si no le apetece. Al igual que hay otros que se levantan y comerían un camión. 

—En resumen, hay que dejar que escuchen sus señales. 

—Exacto. Si al niño no le apetece, y sabes que a media mañana tiene hambre, le pones una fruta y bocadillo. Si sabes que se lo come, que se vaya de casa como quiera. No vamos a empezar el día mal pero una cosa que no tiene trascendencia.  

—Con más de 30 años de experiencia, ¿qué retos piensa que afronta la salud infantil?

—La obesidad es algo que preocupa y sobre lo que me gusta hablar. A veces, cuando doy charlas, pongo fotos de los 50 de unas piscinas municipales en Madrid. Podía haber miles de personas y nadie tenía obesidad. Eso ahora es inverosímil. Tenemos unos índices de obesidad en general, y obesidad infantil, muy importantes y en gran medida, por estos productos que te he dicho antes, por la falta de tiempo por hacer comidas más saludables, por compensar esa falta de tiempo con comidas menos sanas, por los caprichitos, por el nivel de vida que ha aumentado también. Antes, en los años 70, tomarse un refresco era una cosa excepcional, y ahora hay niños que se lo toman cada día, uno o dos, cuando salen de casa, al hacer los deberes, y ya no te digo, los que toman refrescos como bebida habitual, y no saben lo que es el agua. Por eso es tan importante la alimentación, marca mucho las pautas de salud. Sí que las familias están más predispuestas a hacerlo bien, pero tenemos una industria con una publicidad, que nosotros con buena voluntad no podemos compensar. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.