Ibone Olza, psiquiatra: «Una de cada 2.500 mujeres se entera de que está embarazada en el momento del parto»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Ibone Olza, especialista en psiquiatría infanto-juvenil y perinatal.
Ibone Olza, especialista en psiquiatría infanto-juvenil y perinatal.

La experta defiende que no existe la fecha probable de parto y que es mejor hablar de un mes, porque así se favorece que las embarazadas «puedan estar más tranquilas al final de la gestación»

02 jul 2024 . Actualizado a las 12:33 h.

¿Alguna vez te has parado a pensar cómo nos ha marcado nuestra vida el tiempo que hemos estado en el útero de nuestra madre? Es una de las reflexiones que lanza Ibone Olza en su nuevo libro Gestar. El creativo origen de la vida humana (Vergara, 2024). A nivel científico se sabe que el ambiente al que estamos expuestos en el vientre materno nos impacta mucho en nuestra salud, pero la especialista en psiquiatría infanto-juvenil y perinatal asegura que la huella que nos deja a nivel psicológico, también está ahí. Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra, es doctora en Medicina por la Universidad de Zaragoza. En la actualidad dirige el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal y es consultora de la Organización Mundial de la Salud.

—Cuando una mujer se queda embarazada, ¿se dan cambios en la psique?

—Sí, hay un sustrato neurológico muy interesante que, además, sabemos que se da en todos los embarazos. Se transforma el cerebro. El grupo de Susana Carmona lo ha investigado y está existiendo mucha evidencia de esto, de que hay una poda neuronal. El cerebro se perfecciona durante el embarazo para, precisamente, ayudarnos a poder criar y a que nos volquemos con nuestro bebé. Sobre todo, al inicio de la crianza. Esto sucede en todos los embarazos y favorece una transformación psicológica.

—¿En qué sentido?

—La mujer está más hipersensible a todo lo emocional, más preparada para revisar un poco su historia, para poder vincularse con el bebé. También nos pone en un estado de mayor vulnerabilidad, más sensibles a la preocupación, más capaces de detectar los peligros. Todo esto está escrito, pero luego, el cómo lo gestionamos va a estar muy influido por la cultura, historia personal o momento histórico; hay varias capas en esto. Podríamos decir que el sustrato neurológico y el proceso psíquico sí que es parecido en todos los embarazos, pero luego influye mucho si te encuentras en una situación de precariedad laboral, violencia o incluso una guerra. La experiencia va a ser muy distinta a un embarazo deseado y buscado en un ambiente saludable y pacífico. 

 —¿Cómo nos influye nuestra vida intrauterina?

—Es muy interesante. Uno de los objetivos de este libro es que cada uno de nosotros nos lancemos la pregunta de qué nos pasó cuando estábamos en el útero de nuestra madre, qué vivimos allí, qué vivió nuestra madre y qué influencia ha dejado esto en nosotros, cómo nos ha condicionado. A nivel científico sabemos que el ambiente en el que estamos expuestos en el útero impacta mucho en nuestra salud, de por vida. Ya sabemos que algunas patologías en edad adulta como el riesgo cardiovascular o de algunas enfermedades a nivel metabólico está muy influido por la alimentación o el estrés que tuviera nuestra madre cuando estuvimos en su útero. Es decir, a nivel médico y biológico sabemos que hay una influencia muy grande.

—¿Y de la huella psicológica?

—De esa sabemos menos, pero también está ahí. Creo que es muy interesante. Hacernos la pregunta y, cuando te la haces, se te abre un mundo. Investigar y buscar una respuesta.

Tenemos mucha memoria corporal que tenemos incorporada, pero que vivimos en el útero. Sabemos que personas que su madre ha sufrido un disgusto muy grande o que en el embarazo su madre ha padecido un duelo, esto afecta mucho. Se pueden recordar cosas muy bonitas, como una canción o el amor con el que te cuidaron en la barriga de tu madre, pero también puede quedar la huella de una tragedia o algo muy triste. Todo esto para mí es una evidencia a favor de que, como sociedad, cuidemos más y mejor a todas las embarazadas.

—¿En qué sentido?

—Tampoco consiste en que las mujeres se sientan culpables, porque a veces nos pasa, cuando tenemos esta información decimos: madre mía, yo en mi embarazo estuve fatal, ¿le habré hecho daño a mi hijo? No, creo que no es exactamente esa la lectura, es como sociedad. Podemos cuidar a las embarazadas, más a nivel colectivo que individual. 

—¿Qué implica la gestación subrogada?

—Si lo analizamos con la evidencia científica existente, la gestación subrogada es un daño. Si planeamos hacerle daño a un bebé separándolo de su madre nada más nacer, no deja de ser violencia hacia él porque es la única madre que conoce. Todos los recién nacidos, todos los seres humanos, llegamos al mundo esperando encontrarnos con nuestra madre y perderla en ese momento es muy doloroso. Por eso, planificar esto, a mi modo de ver, es violencia. Sabemos que la mayoría de las mujeres que atraviesan esto se encuentran en contextos de mucha vulnerabilidad, explotación reproductiva, violencia de género y que para ellas también puede ser una experiencia dolorosa, con muchas consecuencias para su salud física y mental. Y para el recién nacido, es lo equivalente a que se muera su madre en el parto, es empezar la vida con uno de los duelos más difíciles que hay. En realidad, son huérfanos de madre. 

—Antes comentabas nuestra vida intrauterina, me imagino que en este caso también influirá. 

—Claro, también va a depender mucho de lo que han vivido en el útero. Si en el embarazo la mujer intentó no vincularse con el bebé, estuvo muy estresada, ha sufrido violencia, depresión o lo que sea…  Creo que todo eso puede tener consecuencias en la salud física y mental de estas personas así gestadas o nacidas, pero que todo esto lo tendríamos que ver dentro de unos años porque hay poca investigación fiable. Pero seguro que tiene consecuencias. 

—¿Considera que hay demasiada medicalización en el embarazo?

—Se hacen muchas pruebas para buscar posibles enfermedades, trastornos, riesgos, pero se cuida muy poco la salud emocional. Muchas mujeres perfectamente sanas pasan el embarazo con mucho miedo, convencidas de que su bebé puede llegar a tener un problema, que luego, en la mayoría de los casos, no tiene por qué darse. Se trata a todas las embarazadas como si fueran enfermas y son muy pocas las que realmente tienen una enfermedad durante el embarazo. Esto de medicalizar el embarazo como si fuera una enfermedad favorece la ansiedad, el miedo, dificulta mucho el disfrute y en última instancia, también el vínculo y la crianza. 

—¿Y cuándo se da la pérdida de ese bebé?

Sabemos la muerte del bebé en el útero, para la mayoría de las mujeres, es triste y dolorosa; incluso si es una interrupción voluntaria de embarazo. Y como todos los duelos, necesitan su tiempo. Tanto la madre como el padre, no lo olvidemos. Estas familias que sufren la pérdida de un bebé necesitan honrar esa pérdida, darle tiempo, asumir la tristeza. Lo importante es estar acompañado. Antes se intentaba animar a las parejas y a las madres a «olvídalo, haremos como si esto no hubiera pasado», pero ahora sabemos que eso era muy dañino. Debemos actuar justo al revés: «Has perdido a tu bebé, tómate el tiempo que necesites, si quieres verlo, hacer un ritual…». Cada familia lo llevará de manera diferente. Reconocer y nombrar la pérdida perinatal ayuda mucho porque esto nunca se olvida. 

—¿Qué opina sobre la fecha probable de parto?

—La fecha probable de parto no existe, no está escrita en ningún lado. El embarazo tiene una duración variable y más que fecha podemos hablar de un mes, de unas cuatro semanas entre la semana 38 y 42. Creo que este mito de la fecha probable de parto favorece que se estén haciendo muchas inducciones innecesarias y que muchos embarazos no estén llegando a término de la mejor manera porque se provoca mucho antes. Si esto sucede, aunque sea una semana, sin que exista una razón médica, también es hacerle daño a los bebés. Ellos eligen cuando van a nacer, lo hacen cuando están listos o necesitan hacerlo, eso a veces también sucede en los partos prematuros.

Creo que decir que hay una fecha probable de parto es como decir que todas las mujeres nos va a venir la regla el mismo día del mes todos los meses de nuestra vida. Es absurdo, hay una variabilidad enorme y si visibilizamos que no existe y que es un mes, probablemente las embarazadas pueden estar más tranquilas al final del embarazo.

—¿Qué es el embarazo desapercibido?

—El nombre clásico era la negación del embarazo; hoy se habla más de desapercibido porque no es que la mujer niegue voluntariamente que está embarazada, sino que no llega a saber que lo está. En algunos casos, se entera cuando ya están de cinco, seis o siete meses. Se calcula que una de cada 2.500 se entera de que está embarazada en el momento del parto. Esto es muy dramático. Si una mujer entra ingresada con dolor abdominal, dolores muy fuertes y no sabe que está embarazada, piensa que le pasa algo muy grave. Aunque parezca increíble, sucede porque he visto unos cuantos casos… Es una situación de mucho riesgo. De hecho, puede suceder que en el momento del parto la mujer, en ese estado de alteración de conciencia que se da en el parto, ponga en riesgo la vida del bebé o la suya propia porque está totalmente disociada. Es una situación que es muy importante conocer y difundir. Lo que sabemos es que la mayoría de ellas, con una ayuda adecuada, se acaban vinculando con el bebé y pueden ser madres estupendamente. Pero es una enfermedad psíquica del embarazo, no te das cuenta de que estás embarazada y el entorno, muchas veces tampoco. 

—Si nos lee una embarazada, ¿qué consejo le daría?

—Creo que el embarazo debería ser el tiempo de los cuidados por excelencia y ojalá lo puedan vivir así todas. Es importante conocer y disfrutar el proceso fisiológico. Estar tranquilas, conectar con el bebé, hablarle, cantarle, poder descansar, cuidarnos. Creo que esa responsabilidad no debe caer tanto en nosotras, es muy importante saber pedir ayuda, poder parar a tiempo y no quiero que ninguna embarazada se sienta mal si no puede hacer esto porque creo que todo lo que puedas hacer para cuidarte tú es bueno, pero el entorno tiene que cuidar. Todas las embarazadas se merecen ser bien tratadas. Eso para mí es muy importante. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.