La polémica en las redes sociales se desató a raíz de los comentarios de algunos endocrinólogos estadounidenses que recomiendan el consumo de refrescos sin azúcar para ayudar a bajar de peso
01 mar 2024 . Actualizado a las 15:48 h.Patentada en el siglo XIX como un jarabe medicinal, ya desde entonces con su inconfundible logo, la Coca-Cola ha llegado a convertirse, a lo largo de más de un siglo de historia, en un símbolo. No solo es una de las bebidas sin alcohol más consumidas en todo el mundo, por detrás del té y el café. Es, en el imaginario popular, sinónimo de felicidad, de la mesa familiar, de risas con nuestros seres queridos, e incluso de alegría navideña. Pero la Coca-Cola es, también, sinónimo de azúcar. La compañía lo sabe y es por eso que, en las últimas décadas, ha lanzado diferentes variantes edulcoradas al mercado, libres de azúcar y libres, incluso, de calorías.
Pese a su éxito comercial, estos refrescos «light» o «zero» no están exentos de riesgos y, por eso, nunca ha llegado a conquistar a la comunidad médica. Sin embargo, en los últimos tiempos, la polémica ha estallado en redes sociales y el debate sobre los refrescos con o sin azúcar llegó a las altas esferas de la medicina. En Estados Unidos, algunos endocrinólogos especialistas en obesidad han avalado el consumo de estas bebidas artificialmente endulzadas, siempre y cuando se trate, claro está, de las versiones libres de calorías. Pero ¿qué dice la ciencia sobre su impacto a largo plazo? Analizamos los estudios sobre el tema y la opinión de los expertos.
Radiografía del refresco sin azúcar
Los refrescos «light» están compuestos por una mezcla de agua carbonatada, edulcorantes artificiales o naturales, colorantes, saborizantes y otros aditivos, como la esencia de vainilla. El gas es la primera bandera roja. «Si llevan gas o burbujas, esto es malo para los dientes, para los huesos e incluso para algunos procesos digestivos», señala la dietista-nutricionista Carolina Mosquera.
En la fórmula de estas bebidas podemos encontrar compuestos endulzantes sintéticos como el asparatamo, la sacarina, la sucralosa, u otros naturales extraídos de plantas, como la stevia. Se trata de sustancias que son entre 200 y 13.000 veces más dulces que la sacarosa (azúcar).
Como explica Mosquera, «la parte buena es que tienen cero calorías. Hay algunos edulcorantes, como la sacarina o el aspartamo, que no tienen calorías. Otros, como los polialcoholes, tienen un poco más. Sin embargo, que no tengan calorías no significa que sean saludables, porque pueden desencadenar una serie de respuestas que sí tienen riesgos para la salud».
También están presentes en estas fórmulas ingredientes como el ácido cítrico o el ácido fosfórico, que aportan, precisamente, acidez al sabor de la mezcla y que se han asociado al daño del esmalte dental. En muchos casos, como el de la Coca-Cola, otro ingrediente clave es la cafeína: una lata de la versión «light» aporta 46 miligramos de esta o, en otras palabras, es más o menos el equivalente a media taza de café.
¿Lo mejor para adelgazar?
Si el objetivo es la pérdida de peso, recurrir a las bebidas sin azúcar podría parecer una opción acertada. De hecho, así lo afirma el doctor Spencer Nadolsky, especialista en obesidad y lípidos y director del programa de adelgazamiento Weight Watchers, en Estados Unidos. «Decirle a la gente que siga bebiendo refrescos normales en lugar de refrescos dietéticos es como decirles que sigan fumando en lugar de pasarse a los parches o chicles de nicotina. Es una estupidez», señaló en un post de la red social X (anteriormente llamada Twitter), desatando la polémica.
Tanto se debatió a raíz de este comentario, que Nadolsky se vio obligado a aclarar que no recibe dinero ni está patrocinado por la industria de los refrescos. El experto compartió incluso varios testimonios de pacientes que habían adelgazado bebiendo refrescos sin azúcar, aunque este consumo, siguiendo el plan que él propone, se realiza en el contexto de un cambio de hábitos más amplio, que incluye, entre otras medidas, el entrenamiento de fuerza varias veces a la semana.
Sin embargo, las investigaciones científicas respecto al tema pintan un panorama distinto. Dado que muchas de estas bebidas no aportan calorías, el sentido común indicaría que no contribuyen al aumento de peso. Pero el metabolismo es complejo y las calorías no lo son todo.
Por ejemplo, una investigación publicada en American Society for Nutrition halló que el consumo de bebidas endulzadas con edulcorantes aumentaba el riesgo de desarrollar síndrome metabólico cuando el consumo era superior a cinco veces por semana. Otro estudio, que se publicó en Nutrients, concluyó que los refrescos sin azúcar tienen «una relación adversa con la salud cardiometabólica», sin importar la edad y la cultura del consumidor, lo que indica que estas bebidas podrían ser perjudiciales por sí solas, más allá del contexto en el que se consuman. Por otro lado, una revisión de 12 estudios con más de 56.000 participantes de entre 6 y 98 años de edad halló que tanto los refrescos normales como aquellos sin azúcar se pueden asociar al desarrollo de obesidad.
Más recientemente, un estudio publicado en JAMA analizó los datos de casi medio millón de participantes de diez países europeos con una media de edad de 50 años. La investigación concluyó que «el consumo de bebidas artificialmente endulzadas se asoció a un aumento en la mortalidad por todo tipo de causas».
En cuanto a los tipos de edulcorante, tanto la Coca-Cola Light como la Zero contienen aspartamo, una sustancia que la OMS calificó como posible carcinógeno en el 2023. De todos modos, su uso como endulzante y aditivo alimentario en Europa está permitido y, en general, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) lo considera seguro en las dosis presentes en estas bebidas. La recomendación establecida es no exceder los 40 miligramos de aspartamo por kilogramo de peso. Si una lata de refresco contiene unos 300 miligramos de edulcorante, un adulto que pese 70 kilos tendría que tomar unas 14 latas diarias para superar ese límite.
La Coca-Cola Zero incluye también acesulfamo potásico, un edulcorante que se usa en alimentos, bebidas y productos de higiene bucal y farmacéuticos en gran parte del mundo. Es un compuesto químico aproximadamente 200 veces más dulce que el azúcar. Según los análisis de la OMS, se trata de un edulcorante sin perjuicios para la salud y fue clasificado como sustancia no cancerígena. La ingesta diaria admisible es de 11 miligramos por kilo de peso corporal, mientras que el refresco contiene menos de 22 miligramos por cada 100 mililitros.
Cómo engañan al cerebro los refrescos sin azúcar
Nuestro organismo asocia de manera biológica el sabor dulce con la ingesta de calorías. Esto hace que se libere insulina para metabolizar la glucosa en sangre. Pero si el sabor es artificial, puede dar lugar a una confusión. Así lo explica Carolina Mosquera: «Cuando la boca percibe un sabor dulce, el cuerpo le dice al cerebro que se prepare para el azúcar. Y luego, el cuerpo lo está esperando y nunca llega».
Los efectos de esta 'confusión' todavía no están claros. Faltan más investigaciones para confirmar cómo se comporta la insulina ante esta falsa señal de azúcar, pero los estudios que se han realizado hasta la fecha señalan que podrían generarse picos de glucosa y de insulina asociados al consumo de edulcorantes como la sucralosa.
Por otro lado, los edulcorantes podrían alterar nuestra respuesta a los estímulos de sabor de manera general. «Como son bebidas con un sabor dulce tan intenso y artificial, el paladar puede acostumbrarse y puede ocurrir que después un alimento como la fruta no te sepa a nada. Esto empeora la calidad de la alimentación. Vas a necesitar después, también en comidas saladas, potenciadores artificiales del sabor», explica Mosquera.
En un estudio publicado en Physiology & Behavior, se vio que los refrescos endulzados con sacarina activaban los receptores dopaminérgicos del cerebro en mayor medida que las bebidas con azúcar. «Estos hallazgos sugieren que existen alteraciones en el circuito de recompensas encargado de procesar los sabores dulces en los individuos que consumen refrescos «light» de manera regular, y esto se asocia a un mayor grado de consumo. Esto puede arrojar luz sobre el vínculo entre los refrescos dietéticos y la obesidad», concluye la investigación.
¿Y la Coca-Cola normal?
En el sitio web de la marca, Coca-Cola especifica que una lata de 330 mililitros de su producto estrella contiene 35 gramos de sacarosa, lo que equivale a 139 calorías (kcal). El gran problema, desde un punto de vista nutricional, es la forma en la que se encuentra este azúcar en la bebida. A diferencia de alimentos como las frutas, que contienen grandes cantidades de azúcar en forma de fructosa, la Coca-Cola no tiene fibra y esto hace que el azúcar se encuentre libre.
Así, el organismo la absorbe con mayor facilidad y se producen los temidos picos de glucosa en sangre, que llevan al cuerpo a liberar grandes cantidades de insulina para procesarla. Su objetivo es reducir rápidamente esta glucosa en sangre, ya que si su concentración es muy elevada puede resultar tóxica para los vasos sanguíneos. Para lograrlo, el cuerpo almacena la glucosa en el músculo y, cuando este ya está lleno, en el tejido adiposo, es decir, la grasa. A largo plazo, este proceso, si se vuelve crónico, puede llevar al desarrollo de la obesidad.
Los estudios demuestran que esto es así: en una investigación se pidió a un grupo de participantes que bebieran refrescos con azúcar junto con su dieta habitual y se vio que, al hacerlo, acababan consumiendo un 17 % más de calorías que antes. En otro estudio realizado en niños y publicado en la revista Lancet, se halló que beber un vaso de bebida azucarada al día aumentaba en un 60 % el riesgo de obesidad. Los refrescos azucarados también se han asociado a patologías como la diabetes tipo 2 o el hígado graso.
Alternativas saludables
Lo cierto es que los refrescos sin azúcar no aportan ningún beneficio a la salud. Ni siquiera se los puede considerar como alimentos, dado que no contienen nutrientes. En este sentido, la alternativa más eficaz para hidratarse en el día a día no es ni más ni menos que el agua. Si lo que deseamos es la cafeína de la Coca-Cola, no hay nada mejor que reemplazarla por el café, que tiene antioxidantes y otros beneficios para la salud.
Si se desea añadir sabor al agua, se puede optar por infusionarla con limón o hierbas. «Incluso un batido de fruta, aunque siempre es mejor la pieza entera, si lo hacemos con la misma cantidad de fruta que comeríamos masticando, no estaría tan mal. Hay que tener en cuenta que en un batido te puedes comer una pera, un plátano y una manzana. Pero masticando, no vas a comer tanto», indica Mosquera.
En todo caso, cuando una persona está dejando de consumir azúcar, los refrescos pueden llegar a funcionar como un paso intermedio en el camino hacia una alimentación saludable. «Para pasar del azúcar, puedes ayudarte un poco usando edulcorantes, pero tiene que ser un paso intermedio hacia una alimentación natural, no un fin en sí», aclara Mosquera.