El «olor de la gente mayor» se empieza a gestar mucho antes de la vejez: a qué se debe y cómo atenuarlo

VIDA SALUDABLE

El olor corporal varía con la edad.
El olor corporal varía con la edad. I Stock

Aunque el término popular «olor de la gente mayor» suele asociarse con una franja etaria, el nacimiento de la molécula que lo causa inicia mucho antes de la vejez, en concreto a partir de los 40 años de edad

23 jul 2024 . Actualizado a las 13:52 h.

Kareishu es una palabra de origen japonés que se utiliza específicamente para hablar del  «olor de la gente mayor» y que está lejos de tener una mala connotación. Al contrario, se considera como una muestra de respeto. Es este mismo aroma, inconfundible para nuestras fosas nasales, al que toda la vida hemos escuchado referenciar como «olor a la casa de la abuela». Único, pero a la vez universal, porque se percibe en muchas «casas de abuelos», en muchos países y culturas. Y esto no es casualidad, existe una explicación. 

Como si se tratase de Charly y su fábrica de chocolates, la población bacteriana de cada individuo trabajará para determinar su propio aroma, aunque este no solo dependerá de ello. El olor corporal varía con el sexo, la genética, los hábitos (beber, fumar, etc.) y la cantidad de sudoración de cada persona. Pero también hay factores ajenos a la higiene personal como estar en épocas de lactancia, padecer enfermedades renales, diabetes u obesidad, o la presencia de las moléculas 2-nonenal, que juegan un papel importante. 

El 2-nonenal se produce en la dermis tras la oxidación de ácidos grasos y es uno de los causantes de lo que, sin importar la cultura, se atribuye al aroma de las personas mayores. Pese a que se suele asociar con esa franja etaria, se trata de un proceso que inicia mucho antes de la vejez. Está comprobado que esta molécula, que posee un característico olor grasiento y herbáceo, supera su umbral de detección a partir de los 40 años, y es casi indetectable antes de esa edad.

A medida que las personas envejecen, los cambios hormonales traen consigo un aumento en la producción de lípidos y agentes oxidantes en la superficie de la piel. A su vez, se reduce la capacidad natural antioxidante, lo que conduce a la peroxidación. «Los cambios en la actividad de las glándulas sebáceas y sudoríparas, las alteraciones en la microbiota de la piel, los cambios en la composición de los lípidos, las fluctuaciones hormonales y los factores del estilo de vida contribuyen a los cambios en el olor corporal», explica Consuelo Borras Blasco, catedrática del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia y miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG). 

La edad es uno de los factores que afecta al olor corporal. A partir de los 40 se detecta el 2-nonenal.
La edad es uno de los factores que afecta al olor corporal. A partir de los 40 se detecta el 2-nonenal. I Stock

«Se ha comprobado que el olor corporal se transforma con la edad de la persona, a la vez que está influenciado por diferentes aspectos como la genética, el hábito corporal, la ingesta de determinados alimentos, la posible presencia de diferentes enfermedades o patologías», explica Carlos Fernández Viadero, geriatra del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Valdecilla y profesor de la Facultad de Medicina de Santander. Y recalca que, aunque la transpiración influye, el «mal» olor corporal no necesariamente está relacionado con la cantidad de sudor. 

También se debe tener en cuenta que la percepción del olor corporal es algo subjetiva y varía con el sexo. Por ejemplo, las mujeres tienen una mayor sensibilidad a los cambios del olor corporal, sobre todo en determinadas etapas de su vida. «Durante el embarazo y la lactancia parece que esa mayor percepción del olor corporal estaría relacionado con la percepción que tienen del olor corporal de sus hijos y facilitaría los cuidados y las conductas maternales de la mujer», dice Fernández Viadero, y explica que existe, durante la etapa adulta después de la pubertad, una mayor sensibilidad «durante determinadas etapas del ciclo menstrual relacionadas con la ovulación, que estaría relacionada con una mayor atracción hacia determinadas parejas».

En esta misma línea, Borras Blasco añade: «Los cambios hormonales, particularmente los asociados con la menopausia y la andropausia, pueden afectar el olor corporal. La disminución de las hormonas sexuales puede influir en la producción de sudor y grasa y alterar el entorno microbiano de la piel. Por último, el pH de la piel puede cambiar con la edad, afectando el microbioma de la piel y los tipos de bacterias presentes que producen olor».

La piel es el principal órgano de protección del organismo frente a agresiones externas y es crucial para mantener la hemostasia —defensa del organismo que se activa tras haber sufrido un traumatismo— del cuerpo. Con los años se da el envejecimiento de las células de la piel y un daño progresivo de matriz dérmica, afectando a su organización y capacidad de reparación. Eso hace que el manto ácido graso cutáneo, que desempeña un papel esencial en las funciones protectoras de la piel, no funcione de la misma manera. 

Este manto contiene algunos ácidos grasos monoinsaturados, entre ellos el omega 7, que aumentan significativamente a partir de los 40 años, llegando a multiplicar su proporción por 5 o 6 veces. «Este incremento podría estar relacionado con cambios en la actividad enzimática y en la composición lipídica de la piel. Además, el fotoenvejecimiento (deterioro de la piel) contribuye a la oxidación de estos lípidos, generando compuestos que pueden alterar el olor corporal», explica Viadero.

Como mencionamos antes, la composición de las bacterias de la piel puede cambiar con la edad. La catedrática de la Universidad de Valencia explica que ciertas bacterias, como la Corynebacterium, están más involucradas en la producción del olor corporal. «El equilibrio de estas bacterias puede cambiar y provocar cambios en el olor. La composición de los lípidos de la superficie de la piel cambia con la edad. Los adultos mayores tienden a tener más productos de degradación de lípidos, que tiene un olor distintivo, a menudo descrito como "grasoso" o "herbáceo”», puntualiza. 

¿Podemos distinguir los olores?

Cada vez hay más pruebas de que los olores corporales también contienen información relacionada con la edad y esto se debe a diversos estudios. En el artículo El Olor de la Edad: Percepción y Discriminación de los Olores Corporales en Diferentes Edades, se investigó cómo varía la percepción del olor corporal según la edad. El estudio involucró a 44 participantes divididos en tres grupos de edad: 20 a 30, 45 a 55, y 75 a 90 años. Los evaluadores tuvieron dificultades para distinguir entre los olores de personas jóvenes y de mediana edad, ya que estos resultaron ser muy similares. Sin embargo, las muestras del grupo de mayor edad fueron fácilmente identificables.

El estudio sugiere que los humanos, al igual que otros animales, pueden discriminar la edad de una persona basándose únicamente en su olor corporal. Este hallazgo respalda la noción popular y transcultural del «olor de persona mayor». Este olor característico, conocido también como «olor de asilo de ancianos», parece ser un fenómeno universal, independiente de la cultura.

La investigación destaca que los cambios en el olor corporal con la edad resultan de una interacción compleja entre las secreciones de diferentes glándulas cutáneas (ecrinas, sebáceas, apocrinas) y la actividad bacteriana. La composición y secreción de estas glándulas varían a lo largo del desarrollo, lo que contribuye a las diferencias observadas en el olor corporal entre distintas edades.

De la cebolla y el repollo a la diabetes

Carlos Fernández Viadero sostiene que los alimentos que son ricos en compuestos de carácter sulfurado (cebollas, los ajos, el repollo, el brócoli, la coliflor etc.) también pueden desarrollar cambios en el olor corporal debido a una mayor secreción de los mismos. «Estos compuestos sulfurados originan una percepción similar a la que presentan los huevos podridos, siendo un olor habitualmente bastante desagradable», explica. 

También la diabetes mellitus puede originar un olor «dulzón o afrutado», y algunas enfermedades renales un olor similar al amoníaco. «Esto ocurre por el mal metabolismo de la urea por parte de nuestros riñones», aclara Fernández Viadero. Algunas patologías de carácter infeccioso bacteriano, como la hepatitis, o la obesidad y las alteraciones  cardiovasculares son factores influyentes en el olor corporal. 

Cómo atenuar el olor

Además de los hábitos comunes de higiene saludable, el doctor da algunos indicios de cómo atenuar el mal olor:

  • Controlar la ingesta excesiva de los alimentos sulfurados para evitar la secreción de esos compuestos malolientes con la sudoración, así como los alimentos que facilitan la sudoración. 
  • Depilación axilar o inguinal: esto favorece que el sudor se evapore más rápidamente e interactúe el menor tiempo posible con las bacterias cutáneas
  • Cambiarse regularmente y elegir bien la ropa: Vestir ropa de talla adecuada para que esté bien adaptada a nuestro cuerpo y confeccionada con tejidos naturales, fundamentalmente con algodón, que permite a nuestra piel transpirar de una manera mucho más rápida y eficaz, lo que facilita una mejor eliminación de la sudoración corporal y por lo tanto una disminución del mal olor corporal.
  • Evitar algunos tejidos sintéticos que suelen incrementar el olor corporal.
  • Usar compuestos desodorantes
  • Inyección de toxina botulínica por parte de especialistas en las áreas de mayor sudoración en casos determinados. 
  • Recurrir a determinadas técnicas quirúrgicas para denervar o eliminar glándulas sudoríparas que contribuyen al control del exceso de sudoración y de su mal olor.