De picaduras de faneca al corte de digestión: así debes actuar en las emergencias del verano

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

La playa es uno de los escenarios veraniegos donde abundan las emergencias propias de esta época.
La playa es uno de los escenarios veraniegos donde abundan las emergencias propias de esta época. Ramón Leiro

Un médico del 061 en Galicia explica que las más frecuentes son los golpes de calor o las reacciones alérgicas a un insecto

10 ago 2024 . Actualizado a las 12:50 h.

El verano es sinónimo de playa, piscina o escapadas a la montaña para disfrutar de las vacaciones, pero también del aumento de emergencias sanitarias. Algunas, fruto de las ganas de probar experiencias nuevas y otras, accidentes más o menos graves que no entraban en nuestros planes. «Las más relacionadas con esta época son los ahogamientos y los golpes de calor, aunque también se suelen dar las reacciones alérgicas a picaduras de diferentes bichos o a algún tipo de animal marino», avanza Manuel Bernárdez, médico coordinador del 061 en Galicia. 

Picaduras de insectos 

Hinchazón, enrojecimiento y picor. Son algunos de los síntomas que puede producir la picadura de un insecto. En caso de que no exista ningún tipo de complicación, tan solo se debe lavar con agua y jabón. Aplicar una compresa con hielo o un producto específico para picaduras, no rascar ni frotar la zona. Mucho menos, aplicar saliva. 

«Si se trata de una avispa o una abeja y tenemos el aguijón clavado, hay que retirarlo con mucho cuidado, aplicar frío y esperar a que no se produzca ninguna reacción importante», explica el doctor. El problema se da cuando existe una reacción alérgica. En ese caso sí se debe llamar a los servicios médicos. «Muchos de estos pacientes, cuando han tenido reacciones anteriores y estas fueron peligrosas, pueden tener adrenalina consigo para administrársela», añade. 

Otra circunstancia especial es que no se trate de una sola picadura, sino de muchas: «Suelen ser de avispas y en este caso sí que es una emergencia. Hay que llamar al 061 porque pueden surgir dificultades». 

Picadura de faneca 

«Las picaduras de animales marinos también son muy frecuentes. En principio, la mayor parte de las veces no van a producir ningún tipo de reacción peligrosa salvo la molestia de dolor y picor, quemazón, dependiendo de lo que nos pique», asegura Bernárdez. El doctor recomienda acudir, si lo hay, a un puesto de socorrismo en el que nos puedan atender. «Lo que habría que hacer son lavados con suero fisiológico o en su defecto, con agua de mar», añade. Para el tratamiento del dolor se debe sumergir en agua lo más caliente que podamos soportar porque, justo en el caso de las fanecas, las toxinas que nos inyectan cuando se produce la picadura se inactiva con el calor», explica Bernárdez. 

En cuanto a los tratamientos caseros, los expertos aconsejan evitarlos. «Hay gente que dice que hay que poner pis o barro en las picaduras. Nada de eso. Porque se produce una herida y, si no tenemos cuidado, podemos infectarla. Siempre es mejor usar productos sanitarios que caseros», explica Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Molestias en los oídos

Los chapuzones pueden traer dos problemas al oído. El primero, que con suerte puede ser temporal, es sufrir un cambio de presión. En términos médicos es más conocido como barotraumatismo. «Se debe a que no se equilibran las dos presiones, la del oído y la atmosférica. Para eso tenemos una estructura anatómica que se llama trompa de Eustaquio, que equilibra ambas. Si por cualquier circunstancia, esa trompa no se abre o no equilibra estas presiones, podemos tener un problema», explica Faustino Núñez, miembro de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORLL-CCC). 

«Otro peligro —alerta Núñez— que podemos prevenir muy fácilmente es cuando metemos la cabeza dentro del agua y a continuación sentimos que se nos ha taponado el oído. Lo más frecuente es que tengamos un tapón de cera. Esta, cuando se acumula con el agua, puede hinchar el tapón o incluso infectarse». Para prevenirlo, el doctor aconseja pedir consulta al médico y comprobar que no exista cerumen en los conductos: «Se puede limpiar con facilidad y así evitar un problema en sitios lejos de casa». 

Corte de digestión 

Roi Ribera, médico digestivo en el Hospital Son Llátzer de Mallorca, señala que «no existe ninguna expresión en el argot médico oficial conocido como corte de digestión». Si bien matiza que existe un término «usado especialmente en el ámbito de la medicina forense, para explicar algunas muertes por ahogamiento sin una causa indefinida: la hidrocución». Se trata de un cambio de temperatura corporal brusco tras introducirnos en el agua que puede conducir a una cascada de reacciones fisiológicas que impliquen la pérdida de conocimiento «y en casos severos, el fallecimiento». 

«Los cortes de digestión no dejan de ser un colapso cardiocirculatorio que se da cuando sometemos una parte del cuerpo a un choque térmico. Es decir, estamos tomando el sol y de repente nos metemos en el agua muy fría y de golpe. Lo que ocurre es que esto se suele dar más en la digestión porque mientras estas se produce somos más susceptibles a la hidrocución», concuerda Bernárdez.

¿Por qué la digestión suele ser un período más delicado? «Porque parte de nuestra circulación está atendiendo las necesidades del sistema digestivo, por lo que, si se produce ese cambio térmico, somos más vulnerables. Podremos colapsar, perder el conocimiento y si estamos dentro del agua, podemos ahogarnos», amplía el médico coordinador del 061. 

Traumatismos al tirarse de cabeza 

«Tirarse de cabeza tiene riesgos, y no solo hacerlo desde las alturas», alerta Bernárdez. Confiesa que es una maniobra que desaconseja siempre porque, «incluso en aguas poco profundas, podemos encontrarnos con obstáculos que nos pueden provocar una lesión importante a nivel cervical o una afectación medular. Si bien, evidentemente, este riesgo se incrementa si nos tiramos desde lo alto del espigón de un puerto, y ya no digamos de un acantilado». 

¿Y si presenciamos cómo alguien tiene dificultades después de tirarse de cabeza? «Si se encuentra con dificultades para moverse, hormigueo, parálisis o sensaciones raras en hombros o brazos, no hay que moverlo. Si hay que quitarlo del agua, debemos hacerlo con mucho cuidado, como si fuese una tabla, y avisar a los servicios de emergencia porque esta persona es un paciente de riesgo».

En el caso de que exista pérdida de conciencia, puede tratarse de una conmoción cerebral. «Pero también puede haber signos de lesiones medulares, claro. Si está inconsciente o reactivo, con sensación de hormigueos y falta de sensibilidad, hay que sospechar», aclara el doctor. 

Ahogamientos

Existiendo o no un accidente de forma previa, el mar siempre puede jugar malas pasadas. En España, según datos de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), cada año, mueren cerca de 400 personas por ahogamiento.

Si hablamos de niños, lo crucial para protegerlos es que nunca se bañen solos. Hay que tener en cuenta que los elementos flotantes como manguitos o colchonetas, aunque son útiles, no protegen de manera absoluta. En las personas jóvenes, se producen principalmente en medios acuáticos naturales: playas, embalses, pantanos y ríos. «Muchas veces, es la osadía e imprudencia lo que causa el ahogamiento. Se meten en entornos desconocidos o en sitios donde hay fuertes corrientes. A veces, incluso, mediando el consumo de alcohol», observa Roberto Barcala, coordinador de Socorrismo de la Semes. Para evitarlo, hay que insistir en que los grupos de jóvenes elijan playas vigiladas por socorristas. 

Si presenciamos como una persona está en peligro, «lo primero es avisar cuanto antes a alguien que pueda ayudar, que esté preparado para ello; y si tenemos a mano algo que le podamos lanzar, hacerlo», explica Bernárdez. El experto remarca que intentar ayudar a esa persona solo es buena idea si estamos preparados para hacerlo. «Si no somos expertos nadadores ni tenemos conocimientos para socorrer a esa persona, lo mejor es que no. Muchas veces, acercarse a una persona que se ahoga, solo, sin ningún otro medio, puede llegar a ser peligroso», amplía. 

Golpes de calor 

«Un golpe de calor es una situación extrema en la que nuestro sistema nervioso, el hipotálamo, encargado de regular la temperatura de nuestro cuerpo, fracasa. La temperatura sube de por encima de los cuarenta grados y se empiezan a dar diversos síntomas», explica Bernárdez. Entre ellos, alteraciones de conciencia, sensación de taquicardia y dificultades respiratorias.

A la hora de hablar de este tipo de incidentes, lo más importante, una vez más, es la prevención. «Por eso, no te expongas a temperaturas altas de manera prolongada porque lo más probable es que empiecen a darse síntomas relacionados con un golpe de calor», aconseja Bernárdez. El segundo paso: la hidratación. Y ante los primeros signos, «agobiados por la sensación de calor y con sudoración excesiva, hay que retirarse del sol. A veces, incluso empieza a fallar la sudoración y se da un sudor seco», apunta el doctor.  

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.