La dieta planetaria que reduce el riesgo de muerte prematura según Harvard y sus cuatro prioridades
VIDA SALUDABLE
En muchos sentidos es similar a la dieta mediterránea y reduce el riesgo de mortalidad en casi un tercio, incluye mayor cantidad de alimentos de origen vegetal y una menor cantidad de origen animal
21 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La Comisión EAT-Lancet, creada en el 2019, propuso un patrón alimentario saludable que, junto con la reducción del desperdicio de alimentos y la mejora de las prácticas agrícolas, podría alimentar de manera sostenible a la creciente población mundial. La dieta planetaria, que en muchos sentidos es similar a la dieta mediterránea y reduce el riesgo de mortalidad en casi un tercio, incluye mayor cantidad de alimentos de origen vegetal y una menor cantidad de origen animal.
Es una dieta win-win: cuidar al humano y al medioambiente. «Se necesita urgentemente una transformación radical del sistema alimentario mundial. Si no se toman medidas, el mundo corre el riesgo de no alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y el Acuerdo de París, y los niños de hoy heredarán un planeta que ha sido gravemente degradado y donde gran parte de la población sufrirá cada vez más desnutrición y enfermedades prevenibles», expresa la Comisión EAT-Lancet en su web.
Tiempo después de su lanzamiento, la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard citó el plan como la «dieta de salud planetaria asociada con menor riesgo de muerte prematura y menor impacto ambiental».
¿Cómo debe ser el plato según EAT-Lancet para que esto no suceda?
No hay alimentos prohibidos, pero sí algunos que consumir en menores proporciones. La mitad del plano deben ser frutas y verduras, la otra mitad granos enteros, fuentes de proteínas vegetales, aceites vegetales insaturados y pequeñas porciones de proteínas de origen animal. A la hora de clasificarla podría decirse que es flexitariana: ocasionalmente se puede incluir pescado, carne o lácteos.
«La carne y los productos lácteos constituyen partes importantes de la dieta, pero en proporciones significativamente menores que los cereales integrales, las frutas, las verduras, los frutos secos y las legumbres», expresa la Comisión EAT.
A raíz de este plan se creó el Índice de Dieta de Salud Planetaria (PHDI) para medir la adherencia a esta dieta. El objetivo de este otro estudio fue evaluar la relación entre el PHDI y la mortalidad en tres grupos de hombres y mujeres en Estados Unidos. The American Journal of Clinical Nutrition publicó el 10 de junio del 2024 los resultados de la investigación científica que siguió a más de 200.000 personas sin enfermedades graves al inicio, calculando el PHDI cada cuatro años mediante un cuestionario alimentario. Los resultados mostraron que un PHDI más alto se asoció con un menor riesgo de mortalidad total y por causas específicas como enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias y neurodegenerativas.
También se observó una reducción en la mortalidad por enfermedades infecciosas en mujeres y las puntuaciones más altas de PHDI se relacionaron con menores emisiones de gases de efecto invernadero y otros impactos ambientales. Durante el estudio, los científicos constataron otros hallazgos sobre la Dieta de Salud Planetaria, la cual reduce casi 30% las emisiones de gases de efecto invernadero, un 21% la necesidades de fertilizantes y un 50% de uso de tierras de cultivo.
¿Realmente la dieta puede salvar el planeta?
«El impacto de nuestra alimentación es tan grande, que siendo una dieta sostenible podríamos reducir las emisiones para la Agenda 2030 y 2050. Nuestra dieta puede salvar al planeta», dice sin dudarlo Aitor Sánchez, dietista-nutricionista y tecnólogo alimentario.
«La dieta planetaria se centra en las grandes prioridades de la sostenibilidad, que si tuviésemos que enumerarlas por cómo debería ser la ejecución de una dieta sostenible, sin ninguna duda tendría que empezar por priorizar proteína vegetal frente a proteína animal, es decir, que consumamos más legumbres y tomemos menos carne», explica Sánchez.
Según explica el nutricionista, lo que más contamina de la carne responde a los recursos que conlleva el llegar a su consumo. «Casi dos tercios de la agricultura mundial se dedica a alimentar ganado», sostiene. A eso hay que añadir las emisiones animales, deforestación, pérdida de biodiversidad. A su vez, Sánchez señala que en la actualidad se realiza una pesca poco consciente y sostenible. «El consumo de pescado tiene un gran impacto en los mares, estamos en un 30 % de sobrepesca y la tendencia es que en 2050 estará al 90 %».
La segunda prioridad para la ejecución de una dieta sostenible, continúa el nutricionista, sería tomar alimentos que sean locales y de temporada. La tercera, «reducir el desperdicio alimentario, ya que tenemos unas altas tasas» y, la cuarta, minimizar el uso de envases. Hay que tener en cuenta que solo se recicla el 14 % del plástico; de ahí la crisis de microplásticos en los mares.
«En la Unión Europea tenemos un itinerario para reducir estas cuestiones. Pero a nivel mundial, Asia y Estados Unidos, que son grandes consumidores, están fatal. También Centroamérica y Sudamérica se metieron en el vértice del consumo y con un montón de envases de un único uso», señala el tecnólogo alimentario, autor de Tu dieta puede salvar al planeta (Paidós, 2021).
¿En qué se diferencia con las otras dietas?
La dieta mediterránea y la planetaria tienen muchísimas cosas en común, dice Sánchez, y explica: «Las dietas que están relacionadas con civilizaciones históricas o que pertenecen estrictamente a un territorio, tienen esta coincidencia de promover productos locales, que sean de temporada, que también sean mínimamente procesados; eso prácticamente lo tienen casi todas las dietas: llámala dieta nórdica, dieta atlántica, dieta mediterránea. Te vas a una región a comer los productos históricos de esos lugares, eso las hace sostenibles y saludables a la vez. Si tú te quedas en un abanico de selección de productos tradicionales, no tienes sodas, ni dulces, ni bollería, ni galletería».
¿Cuál sería la diferencia? El nutricionista expresa que «la dieta mediterránea hace más hincapié en lo que tienes de temporada y, a lo mejor, no tanto en la sostenibilidad. Podríamos decir que la mediterránea hasta se parece mucho a lo que ha sido la propuesta tradicional, y no a lo que ha sido la interpretación de muchas marcas que a veces retuercen y tergiversan lo que son las dietas. Por ejemplo, como la dieta mediterránea se asocia a ciertos alimentos, también son las industrias alimentarias las que intentan apoderarse y decir “esta cerveza también es mediterránea, las pizzas son mediterráneas”, voy a decir que “los embutidos, que el jamón, que el vino, que todo esto es mediterráneo”, cuando realmente la propuesta tradicional era comer proteína animal de manera muy repartida porque en los pueblos se hacía una matanza y el embutidor era una manera de conservarlo. Eso nos hace creer que deberíamos comer más jamón, más embutido, más vino del que realmente necesitamos».
La dieta planetaria aún es algo desconocida para los nutricionistas y algunos prefieren ceñirse a los indicios básicos. «Al final, lo sostenible es comer, por ejemplo, carne de vacas alimentadas con pastos o de animales que han sido criados en libertad y demás. Eso es lo más sostenible. Con la cantidad de población que hay en el mundo, pues quizás no sea demasiado operativo», expresa el también nutricionista Saúl Sánchez Arias.