Estar en forma es más importante que el peso cuando se habla de longevidad

VIDA SALUDABLE

Un estudio de la Universidad de Virginia encontró que las personas que tenían una buena condición física presentaban menor riesgo de mortalidad independientemente de su IMC
25 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Estar en forma importa más de lo que se pensaba. Tanto, que su impacto en la salud cardiovascular y en la longevidad es superior a la influencia del peso. Un estudio publicado en la revista British Journal of Sports Medicine, realizado por la Universidad de Virginia, Estados Unidos, encontró que las personas que están en forma, con independencia de su índice de masa corporal, presentan un riesgo de mortalidad similar. De hecho, los investigadores observaron que los individuos que, según esta medida, se clasificarían como personas con sobrepeso o con obesidad y que tenían un buen nivel físico presentaban un riesgo de muerte menor que aquellos que no estaban en forma y tenían normopeso.
Esta publicación era una revisión de estudios anteriores, lo que les permitió aglutinar información de casi 400.000 personas para estudiar la condición física y la relación que mantiene con el IMC.
Así, se consideraba que una persona estaba en forma cuando su VO2 máx, es decir, la cantidad máxima de oxígeno que el organismo puede transportar y consumir en un tiempo determinado, estaba en el percentil 20 de personas de su mismo grupo de edad. Esta variable permite ver la funcionalidad y la eficacia que tienen el corazón y los pulmones de aportar oxígeno a los músculos durante el ejercicio y cómo estos lo utilizan.
El estudio observó que las personas que no estaban en forma, independientemente de su IMC, presentaban un riesgo de mortalidad por todas las causas y por enfermedad cardiovascular entre dos y tres veces mayor que aquellos que tenían una buena condición física. «Resulta que esta es mucho más importante que la obesidad en lo que respecta al riesgo de mortalidad», precisó Siddhartha Angadi, profesor asociado de fisiología del ejercicio en la Facultad de Educación y Desarrollo Humano de la Universidad de Virginia y autor del estudio, en la presentación de estas conclusiones.
El experto destacó que el ejercicio «es más que una forma de quemar calorías». Se considera una polipíldora: «Es una excelente medicina para optimizar la salud general y puede reducir, en gran medida, el riesgo de enfermedades cardiovasculares y muerte por cualquier causa en personas de todos las tallas», indicó. Uno de los coautores, Nathan Weeldryer, reparó en que, como sociedad, «tendemos a equiparar el peso corporal o la gordura con el estado de salud». Por eso, este estudio «tiene como objetivo cambiar las perspectivas sobre la relación entre la aptitud física y la grasa corporal», añadía.
Para los investigadores, la publicación, que solo examina datos epidemiológicos, sirve para reforzar la idea de que enfocarse únicamente en la pérdida de peso en una situación de obesidad es un planteamiento erróneo. Consideran que tendría que centrarse en obtener un buen nivel de condición física: «La mayor reducción del riesgo de mortalidad por todas las causas y por enfermedades cardiovasculares se produce cuando las personas sedentarias aumentan su actividad física de forma moderada», comentó Angadi. Algo que se podría lograr, según el especialista, «con actividades como caminar a paso ligero varias veces por semana con el objetivo de acumular aproximadamente 30 minutos al día».
Objetivo: aumentar el movimiento
Precisamente, sobre el valor del ejercicio físico también se ha pronunciado la Sociedad Española de Obesidad (Seedo), que lo define como «una herramienta fundamental en el tratamiento de la obesidad y, por eso, es importante prescribirlo correctamente desde Atención Primaria a endocrinólogos o profesionales del entrenamiento que se dediquen a ello», indica César Butos, vocal de la entidad.
De hecho, diferentes estudios demuestran que el gran problema de esta enfermedad es mantener la pérdida de peso lograda, pues se estima que solo el 15 % de las personas lo consiguen. Por eso, adquirir un buen hábito como el ejercicio es fundamental para los especialistas españoles. Para iniciarse, no es necesario tirar la casa por la ventana, como quien dice. Según Bustos, realizar snacks de ejercicio, es decir, pequeñas píldoras de movimiento, reduce los efectos del sedentarismo. Desde la Seedo se destaca que subir tres veces un tramo de 60 escalones o hacer una actividad durante un minuto aumenta la capacidad cardiorrespiratoria.
Esta variable, conocido como fitness cardiorrespiratorio o CRF «es la capacidad para realizar una actividad; se ha visto que es un predictor del riesgo de mortalidad más poderoso que los factores de riesgo tradicionales, como son la hipertensión o la hiperlipidemia, entre otros», señala Bustos.
Conocer el tipo de grasa
Con todo, el grupo de investigación estadounidense reconoce limitaciones en su trabajo, pues no se desglosaron los datos por edad ni el tiempo que la persona había mantenido el sobrepeso o la obesidad.
Este aspecto es especialmente importante. «Un exceso de grasa siempre produce complicaciones. Tal vez, la persona tiene unos análisis perfectos y sin alteraciones metabólicas, pero puede presentar más dolores articulares o una mayor dificultad para respirar», explicaba la doctora Irene Bretón, coordinadora del área de obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) en este reportaje, que añadía: «Es más, cuidado con pensar que, porque los análisis de sangre den bien, la obesidad no es un problema. Es cuestión de tiempo que aparezcan alteraciones derivados de ello».
Eso sí, cada vez se llama más a diferenciar el tipo de grasa y su ubicación. Así, preocupa el tejido adiposo visceral, que aparece, en la mayoría de ocasiones, cuando la acumulación subcutánea excede sus límites: «Entonces, pasa a localizarse donde no debe como en los órganos», señala Bretón. Este tejido pasa a ser disfuncional: «Es una grasa que funciona mal, que está más inflamada y daña el tejido en el que se introduce», comentaba. Es el caso, por ejemplo, del hígado graso no alcohólico.