Cómo las «antorchas de la libertad» nos acabaron esclavizando: la historia del hábito tabáquico en mujeres

VIDA SALUDABLE

El pico de fumadoras se dio a finales del siglo XX y principios del XXI, y a día de hoy, el cáncer de pulmón es el tercer tumor más prevalente entre la población femenina
07 abr 2025 . Actualizado a las 17:14 h.Jueves 28 de octubre de 1926. En el encabezado de un artículo, puede leerse el siguiente titular: «El humo es maravilloso». El autor del texto se enorgullece de lo bien que sienta el tabaco a los hombres. «Es evidente que el simple acto de fumar evita al hombre peligrosas tentaciones y adormece con dulzura sus más bajos instintos», escribía el autor. En las líneas, también hay espacio para la crítica, en concreto hacia las mujeres. «Una mujer no sabrá explicarse nunca esa íntima y grata voluptuosidad que consiste en dar una chupada al cigarrillo. Es verdad que algunas han tenido el heroísmo de llevarlo a sus labios, pero —sinceramente— no saben fumar». Y se afirma: «Sería preciso que pasaran muchos años, que se sucedieran varias generaciones de fumadoras, y ni aun así lograrían alcanzar la perfección en tan difícil arte».

No sabemos qué opinión le supondría la forma en la que fuman las mujeres de hoy en día, un siglo después. Sí que, en esos años, empezaba a gestarse la primera gran revolución de estas, reclamando su lugar en el hábito. Muchas veces, bajo un aura de «empoderamiento» que la propia industria tabacalera se encargó de vender. El pico de mujeres fumadoras en España se dio a finales de los 90 y «ahora, entre 25 y 30 años después, vemos las consecuencias», considera Noa Rey, secretaria del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) y miembro de la Sociedad Española de Especialistas en Tabaquismo. Las cifras le avalan: el de pulmón ya es el tercer cáncer con más prevalencia entre las mujeres.
El inicio de las «antorchas de la libertad»
Volviendo al artículo con el que se abren estas líneas, merece la pena cierto contexto. En junio de ese año tuvo lugar un intento de golpe de Estado, La Sanjuanada, contra la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930), que fue rápidamente abortado por el régimen. En septiembre, el dictador declaraba el estado de guerra en todo el país destituyendo a todos los jefes y oficiales del Cuerpo de Artillería, después de que estos se revelasen. No eran los mejores tiempos para los españoles y mucho menos para las mujeres. Al año siguiente se crearía la Asamblea Nacional Consultiva, cuyos miembros fueron designados por el régimen, y se autorizó que pudiesen formar parte «varones y hembras, solteras, viudas o casadas», aunque estas últimas «debidamente autorizadas por sus maridos». Las mujeres no votaban, no decidían y, salvo excepciones, tampoco fumaban.
Mientras tanto, al otro lado del charco, George Washington Hill, presidente de la American Tobacco Company, se dio cuenta del mercado potencial que podía encontrarse en ellas y dijo en el 1928: «Será como abrir una mina de oro justo en nuestro patio delantero». A los meses, Abraham Arden Brill, una figura relevante en el campo del psicoanálisis, se coronó como el primer doctor que convirtió el hábito de fumar en una causa feminista. Era viejo amigo de Sigmund Freud y fue contratado por Lucky Strike. ¿Y quién era el responsable de relaciones públicas de la popular marca de cigarrillos? Edward Louis Bernays, sobrino de Freud.
No se sabe si la coincidencia corresponde al dicho de que el mundo es un pañuelo o que Bernays sabía perfectamente a quien debía recurrir para conseguir el objetivo, pero este le pidió consejo para acabar con el estigma cultural que rodeaba a la mujer fumadora. Había que vender que la liberación femenina vendría con las mujeres fumando. Así, el doctor Brill sugirió a Bernays que los cigarrillos «excitaban las áreas erógenas de los labios» de las mujeres. Podemos estar hablando de uno de los primeros ejemplos de «capitalismo woke»: corporaciones vendían productos a mujeres con el pretexto de estar ayudando a liberarlas.
El culmen de la campaña se dio en el desfile del Domingo de Pascua de 1929. Previamente, el relaciones públicas Bernays difundió el rumor de que un grupo de sufragistas planeaban una protesta fumando en público. Eligió a diez mujeres que acompañaron a la modelo Bertha Hunt. Llegado el momento, encendería una cerilla y se llevaría la mano a la boca. Inhalaría y exhalaría. La seguirían otra, otra y otra. Y es ahí cuando la primera, declara a los medios: «Ojalá hayamos iniciado algo y que estas antorchas de libertad, sin una marca favorita en particular, acaben con el tabú discriminatorio de las mujeres fumando cigarrillos y que nuestro sexo siga derivando todas las formas de discriminación». En un año, las ventas de cigarrillos se dispararon en Estados Unidos. No eran pocas las mujeres que deseaban encender sus «antorchas».
Femeninos, ligeros y bajos en alquitrán: la historia que se repite una y otra vez
En España estábamos en una situación diferente. De ahí que el auge de fumadoras no fuese el mismo que en el país norteamericano. Franco deseaba «suprimir el fumar entre las mujeres», por considerarlo una costumbre «poco femenina». Si bien es cierto que durante las décadas de los cincuenta y los sesenta, como consecuencia de las transformaciones económicas y sociales que se produjeron, se dio un cambio sobre la condición femenina; tanto en las estructuras familiares, como en su acceso a estudios superiores y el incremento de su presencia en las esferas públicas. Y esto, también se vería reflejado en el consumo de cigarrillos.

El 25 de julio de 1954 se publicaba en las páginas de La Voz de Galicia una crónica desde Washington titulada «Las pipas femeninas son la última moda», con el subtítulo: «Hay modelos monísimos que cuestan entre cien y quinientas pesetas». La autora habla sobre cómo esta forma de consumir tabaco se está popularizando en Estados Unidos y que además, son más sanas. «Dicen que los cigarrillos producen cáncer y ataques al corazón, mientras que los puros y las pipas son mucho más nocivos». La publicidad de los cigarrillos seguía apuntando a las mujeres.
En 1968, Philip Morris introdujo Virginia Slims, la primera marca específica para ellas que llegó al mercado. Más estrechos, más largos y más «elegantes». Unos años en los que también se empezaba a hablar de las consecuencias que tenía el hábito en las mujeres. Concretamente, en las embarazadas. El 16 de abril de 1963 se publicaba en La Voz «Las mujeres que fuman tienen hijos de peso inferior» y el 18 de enero del año siguiente, se alertaba: «Mayor proporción de abortos entre las mujeres que fuman».
La industria, una vez más, buscaba parches. En un momento en el que las mujeres generaban tantas ganancias, no venía bien perderlas. En la década de los 70 nacen los cigarrillos «light» o «bajos en alquitrán», presentados como una alternativa para dejar de fumar (puede que la estrategia les suene, porque es la que vivimos a día de hoy con los vapeadores y cigarrillos electrónicos). Además, la publicidad ya no escondía esos efectos negativos del tabaco, e incluso daba recomendaciones. En una plana de publicidad del jueves 29 de noviembre de 1973 de Tabacalera hoy, se puede leer: «Un cigarrillo no es recomendable para una mujer que espera un hijo», «Tabacalera le avisa. No fume... Hasta por lo menos después del bautizo». Le falta decir que ahí ya sí, vuelva usted al hábito tranquila.

La OMS alerta de que el índice de mortalidad femenina por cáncer crece más del 200 %
En los ochenta, la Organización Mundial de la Salud (OMS) da un golpe sobre la mesa. En el Día Mundial sin Tabaco del 1989, «señala que el índice de mortalidad femenina por cáncer de pulmón creció más del 200 % en comparación con los años cincuenta». «Como cada vez más hombres dejan de fumar, la publicidad del tabaco se centra en las mujeres, los jóvenes y los países en desarrollo», destaca el texto. La OMS apuntaba en aquel momento que las mujeres de los países en desarrollo que fuman más son las que ejercen una profesión liberal, así como las que viven en una ciudad, especialmente las que trabajan en empresas multinacionales, compañías aéreas y medios de comunicación.

Pero el mayor pico —desde que existen datos— de fumadoras en España se dio en los noventa y con el cambio de siglo. Con todo, cabe mencionar que las cifras nunca han llegado a igualarse con los hombres. «Ellas siempre han fumado menos en comparación a ellos», asegura Rey, secretaria del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo. Según la Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (Edades), en el 1997, el 36,5 % de las mujeres de entre 15 y 34 años confesaba fumar a diario; las fumadoras diarias entre 35 y 34 años, por su parte, representaban un 23,8 % (en los hombres, un 26,3 y un 30,2 %, respectivamente).
A día de hoy, ambos porcentajes son bastante más bajos. En el 2024, un 20,3 % de las mujeres de entre 15 y 34 años confesaba fumar a diario, seguidas de un 23,8 % que se corresponden con aquellas que tienen de 35 a 64 años (en los hombres, un 26,3 y un 30,2 %, respectivamente).
Los efectos del tabaco en las mujeres
«Pretendían vendernos que la mujer empoderada fumaba, cuando es todo lo contrario: la mujer empoderada no fuma. Nos da pena porque nos utilizaron con esas ideas de revolución, de que fumar iba contra las normas. Fumar no nos libera, nos esclaviza», alerta Rey.
El gran listado de patologías que se han asociado a la inhalación del humo del tabaco es buen ejemplo de ello. Y no solo el activo, también el pasivo, cuando la persona respira el producido por un tercero. Dentro de las enfermedades específicas que se dan en ellas, nos encontramos con el cáncer de mama y útero. «En ambos, existe evidencia científica de esa relación», alerta Rey. «Y también hay otro problema, que es el efecto antiestrogénico del tabaco. Además de afectar a la fertilidad, las fumadoras ven como su premenopausia y menopausia se adelanta unos años, y eso significa que van a tener más problemas de osteoporosis a lo largo de su vida».
La propia Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), advertía en su presentación del informe Las cifras del cáncer en España que el cáncer de pulmón sigue incrementándose en la población femenina, situándose como el tercer tumor más frecuente en incidencia en este grupo, cada vez más alejado del cáncer de cuerpo uterino que, hace unos años, ocupaba esa posición. Una circunstancia que se relaciona con un aumento del consumo de tabaco en mujeres a partir de los hechos históricos mencionados. Añaden que, en general, se espera también un aumento de la incidencia de otros tumores relacionados con el tabaco, especialmente los de cavidad oral y faringe. «Parece que los casos de cáncer de pulmón van descendiendo en los hombres, mientras que cada vez se dan más casos en mujeres. Esto nos ayuda a pensar que el tabaco está detrás de estas cifras. Teniendo en cuenta que el 80 % de los casos de este tipo de cáncer son debidos a él», indica Carlos Rábade, neumólogo del Hospital Clínico de Santiago de Compostela (CHUS).
Sin embargo, sorprende que, sin nunca llegar a existir un porcentaje mayor de fumadoras que de fumadores, y que las mujeres nunca llegasen a consumir tantos cigarrillos como los hombres, se den estas cifras. «Eso es cierto. Nunca hemos llegado a la prevalencia de consumo que hay en hombres e incluso en cantidad, ellas siempre han fumado menos», confirma Rey. ¿Es posible que el sistema respiratorio femenino sea más susceptible de verse perjudicado por el humo del tabaco? «Es un tema que debemos investigar más», responde Rábade. Y amplía: «Parece que la mujer tiene una mayor predisposición a desarrollar enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco. Es decir, a lo mejor, no necesita consumirlo tanto como un hombre para que se produzca el mismo daño. Puede que exista un factor de susceptibilidad o predisposición individual, incluso factores hormonales que, de alguna forma, puedan condicionar también. Pero todo esto, habrá que verlo con los años».
Asimismo, cabe mencionar otras muchas enfermedades que se relacionan con el tabaco (en ambos sexos). «No solo hablamos de cáncer de pulmón, también de laringe, de vías respiratorias altas y bajas, el de esófago o el de vejiga», enumera el neumólogo. «También enfermedad obstructiva crónica (EPOC) y las cardiovasculares, como el ictus. Fumar durante treinta años triplica las posibilidades de que una mujer sufra un ictus, con toda las consecuencias que esto tiene, tanto para la persona, como para el sistema sanitario».
Los váper, los nuevos «lights» de la industria
«Ahora mismo tenemos otro problema y es la aparición de nuevos productos, como los productos de tabaco calentado, los cigarrillos electrónicos, vapeadores o incluso las recién llegadas bolsas de nicotina. De todos ellos, desconocemos la toxicidad a largo plazo», alerta Rey. España tiene menos fumadores que nunca (hombres y mujeres), pero en la escena hay más actores. A los cigarros convencionales se les suman los vapeadores y los electrónicos. «Pretenden bajarles la percepción de riesgo, que crean que son menos tóxicos, cuando lo que sabemos que lo son igualmente, tienen carcinógenos humanos», añade.
«Sabemos que es un intento más de supervivencia por parte de la industria del tabaco», sostiene Rey. Ahora mismo, son la nueva puerta de entrada al tabaco para los más jóvenes y la antesala eterna de aquellos que recurren a ellos para dejar a fumar, porque al fin y al cabo, tienen nicotina y también son adictivos. Así, la prevalencia de consumo de los cigarrillos electrónicos ha aumentado casi siete puntos porcentuales desde el 2022, según el informe EDADES del 2024. Un 19 % de los españoles ha declarado fumarlos alguna vez en la vida; de ellos, un 20,3 % corresponde a los hombres y un 17,7 % son mujeres. «Observamos que la prevalencia de esta sustancia sigue siendo superior entre los hombres para consumos esporádicos si bien en consumos recientes la prevalencia de consumo es mayor en mujeres», advierten.

Con todo, cabe mencionar que las mujeres se plantean, en mayor medida que los hombres, dejar de fumar. Y cuando se pone el foco en los que, además de planteárselo, lo han intentado, también existe mayor presencia femenina. Rey ve de cerca esta realidad, porque tiene una consulta para dejar de fumar en su farmacia de Pontedeume. «La maternidad es uno de los factores que más influye. Sabemos que fumar durante el embarazo está relacionado con abortos, con bajo peso al nacer, muerte súbita del lactante e incluso con infecciones en los recién nacidos. Además, también influye en la fertilidad». Por su parte, Rábade, neumólogo, dice que, «tristemente» en su consulta ve la otra realidad. La de aquellas mujeres que dejan de fumar porque ya padecen alguna enfermedad relacionada con el tabaquismo. Tanto en un caso como en el otro, ambos expertos animan a, por lo menos, intentar dejarlo. Apagar «antorchas» y respirar la verdadera libertad.