Antonio Orozco, 17 horas diarias sin comer tras pesar 127 kilos: esto es lo que dice la ciencia del ayuno intermitente
VIDA SALUDABLE

El cantante contó en el documental «El método Orozco» que en el 2023 decidió hacer un cambio en el estilo de vida
17 abr 2025 . Actualizado a las 18:06 h.Esta semana ha llegado a Prime Video El método Orozco, un documental en el que el cantante Antonio Orozco repasa sus 25 años de carrera. En él revela, por ejemplo, cómo en los últimos años ha experimentando toda una «reconstrucción personal».
Todo parte del 2023, cuando el artista cancela una gira de 111 teatros para cuidar su salud física y mental. Por aquel entonces, pesaba 127 kilogramos. Así que, la primera decisión que tomó en este camino fue hablar con su médico, Javier Tapias. «Me senté delante de él y me dijo: "Con la edad que tienes, el peso que tienes y cómo te encuentras, te pueden pasar cinco cosas, y ninguna de las cinco te va a gustar"», recuerda el catalán de 52 años.
Tapias, que también participa en la pieza audiovisual, cuenta que siguieron tres vías para mejorar la salud del cantante. Su alimentación, el ejercicio físico y un seguimiento psicológico. Y, con ello, cambiaron sus rutinas. «En un día remoto como hoy, hubiese cenado, me hubiese levantado a medianoche con ganas de comer, me hubiese tomado cualquier cosa con azúcar. Un día normal», ejemplifica Orozco. Una situación que nada se parece a lo que hace en la actualidad, pues además de seguir una dieta saludable y hacer deporte, también realiza un ayuno de 17 horas y 30 minutos.
¿Qué es el ayuno intermitente?
La estrategia del cantante lleva de moda muchos años. «Si en el 2015, el usuario buscaba intermittent fasting (ayuno intermitente, en inglés) en PubMed, solo había registrados sesenta artículos, en el 2020, la referencias científicas pasaron a ser 259, y en el 2024, aparecen 463», apuntaba el doctor Juan Manuel Guardia, miembro del área de nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), en este reportaje.
El ayuno intermitente consiste en la ausencia total o parcial de comida y bebida durante un tiempo. Sin embargo, no todos los modelos de ayuno llegan a ser tan largos como los del cantante, pues hay muchas formas de hacerlo. Desde los ayunos prolongados, que se extienden hasta tres o siete días, hasta el ayuno intermitente, que se alterna un día sí y uno no.
Con todo, el más frecuente y asequible para la población es la ingesta restringida en el tiempo —mal llamada ayuno intermitente—, que supone limitar diariamente las comidas en una ventana de tiempo. Esta puede ser de ocho, diez o doce horas.
Cuando la persona realiza esta especie de descanso digestivo, en el organismo se suceden toda una serie de reacciones fisiológicas. Primero, y como sucede en condiciones normales, las células utilizan las reservas de glucosa y glucógeno disponibles. Y cuando se agotan, el metabolismo opta por alternativas secundarias para obtener algo de energía, como son las grasas. En concreto, se producen cuerpos cetónicos como combustible alternativo, resultado de que el cuerpo ha empezado a tirar de la grasa almacenada.
Respecto a esta práctica, se han puesto sobre la mesa muchos beneficios. Que si evita la resistencia a la insulina, favorece la pérdida de peso o la autofagia. El primero es un término médico empleado para describir la mala respuesta de las células a la insulina, una hormona que se encarga de facilitar el ingreso de la glucosa en su interior.
Cuando se produce esta resistencia, como las células no pueden utilizar bien la glucosa, esta incrementa sus niveles en sangre, lo que se conoce como una hiperglucemia. Si este proceso se alarga y repite en el tiempo puede evolucionar hacia una diabetes tipo 2.
La autofagia es un mecanismo natural celular por el cual pueden detectar que un contenido intracelular está dañado y proceden a degradarlo. Es, por así decirlo, una forma de protección.
Por su parte, este tipo de protocolo favorece que haya una pérdida de peso porque el individuo tiene menos tiempo para comer y, por lo tanto, consume una menor cantidad. Esto reduce la ingesta calórica diaria.
Ahora bien, se ha comparado en multitud de estudios frente a restricción calórica continua y sin limitación de tiempo. Es decir, a una dieta tradicional para reducir la grasa, y ambos caminos muestran beneficios similares: «Los resultados implican una reducción del peso y de la masa grasa corporal, una disminución en las circunferencias de cintura y cadera, además se vieron mejoras en el control de factores de riesgo cardiovascular como el perfil lipídico, la tensión arterial o el metabolismo hidrocarbonado, relacionado con la diabetes mellitus, mediante un efecto de una mayor sensibilidad a la insulina», señalaba el endocrinólogo.
Si bien hay investigaciones recientes en las que parece que el ayuno sale ligeramente aventajado, a la larga, apenas hay diferencias.
Las consecuencias del ayuno también dependerán de su duración, pues no todos son iguales. «Hablar de un amplio rango de modalidades hace que hablamos de un amplio rango de beneficios», explicaba Ana Molina, directora del curso Del ayuno intermitente al ayuno prolongado, de la Academia Española de Nutrición y Dietética, en este artículo.
Los tipos que cuentan con más estudios a sus espaldas son el ayuno intermitente y las dietas imitadoras de ayuno, en las que hay cinco días donde la persona consume unas 500 calorías. Y son, en estas estrategias, donde se encontraron más beneficios en lo que se refiere a la autofagia.
Eso sí, se ha visto que esta restricción temporal ya supone un impacto positivo «en la regulación de la insulina o en una cierta movilización de las grasas», destacaba Molina.
¿Me salto el desayuno?
Lo más habitual es que la persona que desee practicarlo se salte el desayuno. Así, logra sumar diez, doce o dieciséis horas entre una ingesta y otra. Ahora bien, esta no es la opción perfecta per sé, sino que debe adaptarse a los gustos y al contexto de quien lo practique. «Las principales modalidades de ayuno intermitente no omiten el desayuno. El desayuno sigue siendo una comida importante, pero su relevancia depende de cada persona, su estilo de vida y sus necesidades nutricionales así como posibles condicionantes de salud», señalaba el miembro de la SEEN.
Los estudios que se empezaron a hacer con respecto al ayuno se ubicaron en Estados Unidos o de Europa del Norte, «donde la sociedad come y cena antes», indicaba Molina. El problema apareció al trasladar todas estas conclusiones a España, «donde se ha visto que lo más cómodo es saltarse el desayuno por el propio ritmo de vida». Una decisión que no siempre se ajusta a la biología. «A nivel fisiológico, lo mejor es adelantar la cena porque la regulación hormonal y natural del organismo sigue unos ciclos de sueño y vigilia», reconocía la experta.
Esto se debe a que el cuerpo no está preparado para hacer la digestión cuando lo que quiere es dormir. En cambio, en la mañana, se activan una serie de mecanismos que hacen que los alimentos se procesen mejor. De ahí, que la recomendación, repetida una y otra vez, sea que las comidas más fuertes se centren al inicio del día.