Carlos de Paula Vernetta, otorrino: «Toquetearse el oído puede convertir una consulta de cinco minutos en un problema que nos dé el verano»

VIDA SALUDABLE

El especialista advierte que introducir un bastoncillo puede hacer que «el problema se perpetúe»
05 ago 2025 . Actualizado a las 15:31 h.Muchas de las actividades que más nos gustan del verano pueden llegar a ser un peligro para los oídos. Humedad en piscinas y playas, cambios de presión o exposición a sonidos muy fuertes en festivales, verbenas y conciertos. Factores que pueden desencadenar en otitis, acúfenos o incluso pérdida auditiva. Así lo recalca el doctor Carlos de Paula Vernetta, vocal de la comisión de otología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (Seorl-CCC).
—¿Cuáles suelen ser los problemas principales que se suelen dar en los oídos en verano?
—El problema fundamental que tenemos con los oídos en verano son las otitis externas; una inflamación del conducto auditivo externo que ocurre por la acumulación de calor y humedad en el oído. Este tipo de otitis se suelen coger sobre todo en aquellos conductos que son muy estrechos o con acúmulo de cera. Cuando nos bañamos en aguas estancadas, como pueden ser las piscinas comunitarias, generalmente se acumula la humedad, el calor y producir infecciones. Diría que son el 90 % de las otitis que vemos en verano.
—¿Si existe tendencia a tener cera en los oídos es más probable que se sufran más otitis en esta época?
—Sí. Recomendaría a aquellos pacientes que han tenido alguna vez una otitis externa o que tienden a acumular mucha cera en el oído, que acudan a una revisión con su otorrinolaringólogo antes de iniciar las vacaciones, ya que la cera se comporta como una esponja: acumula el agua y, al tener humedad, la combinación de esta con el calor hace que se produzca un sobrecrecimiento de bacterias que viven en el agua. La más común en estos casos es la pseudomona, que produce una típica secreción verdosa, picor en el oído, y que en unas horas acaba siendo un dolor agudo.
—Cuando nos zambullimos en el agua y sentimos un taponamiento en el oído, ¿también tiene que ver con esa cera o es un cambio de presión?
—Generalmente, cuando un conducto funciona bien, entra y sale el agua cuando nos zambullimos en el agua. Pero cuando tenemos cera, una lesión en el oído o un osteoma (tumor óseo benigno que se puede encontrar en los huesos del cráneo y la mandíbula), el agua se acumula y le oído se queda taponado. Otra cosa serían los barotraumas: aquellas sobrecargas de presión que ocurren cuando buceamos. Es muy importante tener el conducto auditivo despejado para que los mecanismos de compensación de presión del oído puedan funcionar.
—¿La fuerza con la que nos zambullimos en el agua influye?
—Siempre atendemos problemas con los golpes de ola en esta época. Es decir, un golpe de ola fuerte puede generar un problema a nivel de oído, incluso una perforación timpánica. Pero yo lo caracterizaría más como un golpe de mala suerte.
—¿Por qué?
—Porque es raro que un golpe de ola te pegue directamente en el oído y te genere lesiones. Pero claro, sí vemos pacientes en verano que acuden con este problema a la consulta.
—¿Qué debemos hacer si estamos en la playa y notamos que se nos ha taponado un oído?
—Somos muy dados a toquetearnos el oído y este solo se toca con los codos; es decir, no se debe tocar. Si uno tiene una molestia y esta dura de 24 a 48 horas, yo recomendaría ir al otorrino, porque todo lo que sea introducir algún tipo de bastoncillo o incluso ponernos un tratamiento que no puede ser el adecuado, puede hacer que ese problema se perpetúe y nos dé el verano; cuando es algo que se puede solucionar fácilmente en una consulta de cinco minutos con el otorrino.
—¿Cómo recomienda limpiar los oídos?
—Cuando hayamos hecho nuestra jornada de baño y estemos en casa, intentar secar con el dedo protegido con una toalla o una gasa. Secar perfectamente para no dejar restos de humead y no tocar más. También existen algunos espráis que eliminan la humedad. Contienen alcohol boricado y lo que hace es secar totalmente el oído, evitando este tipo de otitis en verano.
—Otra circunstancia que se da con más frecuencia en esta época: los viajes en avión. ¿Cómo actuar si se nos taponan los oídos?
—Hay que tener en cuenta que tenemos una membrana dentro del oído, el tímpano, que se tiene que adaptar a los cambios de presión. Cuando nos subimos en un avión y estamos en altura, la presión disminuye y no hay ningún problema. Este se da cuando empieza el descenso y las presiones aumentan. Ahí el tímpano, que es la membrana, tiene que adaptarse a los cambios de presión y si el conducto está obstruido por cera o por algún tipo de material, como secreciones o pieles, etcétera, puede tener dificultades para compensar las presiones y por tanto notamos que el oído se tapona y que es una sensación molesta que puede durar incluso horas o días.
—¿Y se podría prevenir?
—Si el oído está bien, lo que recomendamos los profesionales es, una vez se inicia el descenso en avión, mascar chicle. Porque así abrimos y cerramos la trompa de Eustaquio (conducto que conecta el oído medio con la nasofaringe). A veces, incluso recomendamos el uso de algún espray con vasoconstrictores que mejore la ventilación y el uso puntual de algún antiinflamatorio para evitar ese dolor molesto que se inicia cuando se produce un descenso brusco en viajes en avión.
—¿Las otitis del nadador también son más frecuentes en esta época?
—Llamamos otitis del nadador a esa otitis crónica que se da cuando el paciente está constantemente a remojo. Se suele dar por los problemas derivados del cloro y de los productos que se utilizan en las piscinas. Pero estamos hablando siempre de otitis que afectan al conducto auditivo externo, que es esa porción del oído que va desde el exterior hasta la membrana timpánica. Cuando acumulamos humedad o factores irritantes de forma crónica, al final, el paciente tiene problemas en el conducto auditivo externo, genera un picor crónico que posteriormente se convierte en dolor y que puede llegar a ser lo que llamamos una otitis externa crónica. A veces dificulta mucho, sobre todo en la gente que hace deportes acuáticos con asiduidad.
—En verano también se llevan a cabo más eventos musicales de los que se puede salir con una sensación de zumbido al salir que molesta. ¿Cómo actuar en estos casos?
—Primero, recomendar que los niños no se aproximen a esos altavoces que desprenden una potencia de 80 o 100 decibelios, así como intentar ir a conciertos que sean en espacios abiertos. Existen tapones que lo que hacen es filtrar el ruido para que este no sea lesivo y uno puede disfrutar de la música exactamente igual, pero no a una intensidad tan elevada. Intentar, sobre todo, la exposición continua al ruido fuerte.
—¿Qué se considera ruido fuerte?
—Serían de 60 a 70 decibelios. Eso, durante más de una hora, puede generar un problema crónico en el oído. Por eso, se debe evitar la exposición prolongada al ruido y si vamos a un concierto, intentar no ponernos cerca de la fuente emisora del ruido y si puede ser en espacios abiertos, mejor que en cerrados.
—¿Utilizamos correctamente los cascos?
—Existe una norma que recomendamos la mayoría de los otorrinos: la 60/60. ¿Qué quiere decir? Que deberíamos intentar no pasar más de 60 minutos al día con los auriculares encendidos y, sobre todo, no pasar más de la mitad de la potencia del aparato; es decir, 60 decibelios aproximadamente.