La cabeza castrexa de Vilela, una de las mayores de Europa

RAQUEL GONZÁLEZ CHANTADA

LEMOS

Sus 80 centímetros la convierten en inusual, según un informe arqueológico La escultura de la cabeza del guerrero castrexo que se esconde en la parroquia taboadesa de Vilela sigue siendo una asignatura pendiente para la comisión vecinal en defensa del patrimonio cultural. En su última reunión presentaron un informe arqueológico que la cataloga como la pieza de mayores dimensiones encontrada. La comisión abordó otros temas como la aportación de una partida del Leader Plus para acondicionar la iglesia de San Salvador de Asma.

18 sep 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

La situación de la escultura que reproduce la cabeza de un guerrero de origen celta aparecida hace diez años en la parroquia de Vilela, municipio de Taboada, volvió a centrar el debate en la última reunión celebrada por la comisión vecinal para la defensa del patrimonio cultural. Los asistentes a la reunión conocieron los datos publicados recientemente en la revista Gallaecia, dependiente de la facultad de Xeografía e Historia de Santiago de Compostela, en la que un grupo de arqueólogos afirman que esta cabeza -que desde hace dos años permanece escondida en el sótano de la Casa de Ralle, propiedad de Sara Carballo- es la mayor escultura de torque celta que se conserva en Europa. Este documento destaca como curioso el hecho de que la aparición se produjese en la zona de Taboada cuando hasta el momento se conocían en Ourense y Portugal. Catalogación Los integrantes de la comisión anunciaron la necesidad de apoyar a estos expertos que consideran imprescindible que la pieza hallada sea catalogada por Patrimonio para favorecer un estudio y la posterior conservación de la escultura en las condiciones que la propia ley exige. La pieza fue encontrada en un avanzado estado de deterioro. Desde el pasado mes de febrero vecinos y asociaciones no han vuelto a saber más ni de la pieza ni de su proceso de catalogación que, supuestamente, se inició hace diez años tras su aparición y tras ser declarada como Bien de Interés Cultural por la Xunta de Galicia. Fue en esa fecha cuando el técnico de patrimonio Gonzalo Meijide aseguraba a este periódico que la pieza no había sufrido daños después de declarar su propietaria, Sara Carballo, que se había roto tras realizar obras de reforma en la casa y fue abandonada en una cantera.