El poder del consumidor

Pepe Seoane OURENSE

LEMOS

MIGUEL VILLAR

Crónica | Ética y compromiso empresarial El secretario del Pacto Mundial de la ONU sobre Responsabilidad Social corporativa resalta la alta capacidad de presión e intervención de las oenegés y los usuarios finales

28 sep 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

?a eficacia de las acciones en pro de una gestión empresarial globalmente ética, en defensa del medio ambiente y los derechos de los trabajadores, incluyendo la censura de toda explotación y particularmente la infantil en países del tercer mundo, depende en gran medida de la determinación del consumidor. El empresario hace y el usuario dispone. Tal es el mensaje que subyace en las palabras del presidente de la CEO y el secretario del pacto mundial de las Naciones Unidas, Francisco Rodríguez y Joaquín Garralda. Éste recogió ayer la adhesión de la patronal ourensana al compromiso promovido en el año 1999 por el secretario general de la ONU, Kofi Annan. La empresa, según el dirigente ourensano, está obligada a trasladar a la sociedad su respeto a los principios del pacto. Acreditada esta circunstancia, «es papel del consumidor demostrar que realmente demanda de la empresa que sea socialmente responsable». Más aún, «si se opta por consumir productos los productos de ese reducido número de empresas que rompen las reglas del juego, será insostenible mantener el tradicional sistema de gestión integrado en el entorno social y la consecuencia será que el propio consumidor contribuya a crear un tejido empresarial donde el vale todo sea la regla», añadió Rodríguez. Para el presidente de la CEO, el consumidor exigirá ética a las empresas y también va a demostrar que «la competencia pasa por segur haciendo lo que la gran mayoría hacemos hoy: buscar compatibilizar el desarrollo con el respeto al medio natural, social y económico en que desarrollamos nuestra actividad». El precio El protagonismo del consumidor como animador de la voluntad empresarial se queda, en opinión de Garralda Ruiz de Velasco, en torno a un diez o quince por ciento de personas comprometidas y concienciadas. «Hasta qué punto está el consumidor dispuesto a pagar un sobreprecio para premiar a las empresas que se rigen por criterios éticos», se pregunta el secretario de este Pacto Mundial que desde la ONU se ofreció a la sociedad, más que a los países. Las empresas, según este experto en responsabilidad social corporativa, no son fortalezas inexpugnables, y sobre todo las más grandes se ven condicionadas por la imagen que de ellos se transmite y de ahí su preocupación e inquietud a la hora de desarrollar campañas de imagen. Para Joaquín Garralda, resulta determinante el activismo de las organizaciones no gubernamentales (oenegés), si bien, al final, va a ser siempre el consumidor el que, con su libre determinación de adquirir un producto u otro, condicionará la acción de algunas empresas. Actividades como las que desarrollan las oenegés, de contrastada credibilidad, como Intermom Oxfam, cuyos recientes trabajos de campo sobre las condiciones de algunos talleres con los que subcontratan algunas empresas del sector de la confección, «siempre merecen el aplauso». «Al final, la oenegé empuja y el consumidor atrae», concluye el especialista, para quien también resulta significativo el efecto bumerán que la ignorancia de los principios de responsabilidad social corporativa pueda tener para las empresas. «La represalia puede ser mucho más dura».