Las comunidades de montes se enfrentan también con descensos de ingresos. Mientras los concellos afrontan una disminución de los fondos que reciben, derivada en muchos casos del parón de la construcción, el bajo precio de la madera y otras reducciones también relacionadas con la crisis, como las del mercado de la piedra, afectan de modo directo a estas entidades.
Dedicar cantidades económicas a obras comunitarias o repartir fondos entre los comuneros son las dos posibilidades que pueden escoger estas entidades, que ven cómo el precio de la madera se mueve en unos niveles muy inferiores a los registrados otros años.
Los ingresos por parques eólicos han dado nuevas alternativas de financiación en algunos casos, aunque tampoco la situación se libra de algunas críticas.
El pino, a bajo precio. Directivos de comunidades con las que contactó este periódico en días pasados sitúan en torno a los 12 euros el precio de la tonelada de madera, muy inferior al de hace pocos años. «Houbo que malvender, por dicilo dalgunha maneira, a que nos tirou o recente furacán», explicó Alfonso Blanco, presidente de la comunidad de Trasparga, que ingresó menos de 2.000 euros por ese concepto.
La cifra es menor de la recaudada en años pasados y supone un reflejo de la situación actual. «Hai comunidades -agrega- que o estamos a pasar mal: así de claro». El presidente de la comunidad de Os Vilares, Eliseo Teijido, explica que si los ingresos por venta de madera fuesen mayores, la inversión en obras de mantenimiento en la parroquia también se incrementaría. En comunidades de algunas parroquias, además, el ingreso procedente de la venta de madera no tiene ninguna alternativa: así ocurre, por ejemplo, en la de San Salvador de Parga, como explica el presidente, Jesús Castro.
El viento, con dos caras. Comunidades como la de Os Vilares o la de Labrada (Abadín) comparten el hecho de tener ingresos anuales por parques eólicos. La primera recibe 57.000 euros al año; la segunda, 110.000.
La presidenta de la de Labrada, Henar Román, explica que los parques eólicos generan ingresos pero también producen «desconfianza»: por ejemplo, afirma que hace tiempo que se espera el arreglo de algunas pistas y considera «irrisoria» la cantidad que pagan las empresas que explotan los parques. «Non funcionan as cousas como deberan funcionar», dice.
La piedra, en recesión y con efecto dominó. La comunidad de montes de Parga ingresaba algunos años 230.000 o 240.000 euros por el granito extraído por las canteras de Ingemarga en canteras que están situadas en terrenos suyos.
La reducción de ingresos parece obligar a prescindir de la excursión y de la comida de confraternidad que se organizaban todos los años. La comunidad se encarga del mantenimiento de caminos vecinales: pero el presidente, David Díaz, advierte de que la situación deberá estudiarse si disminuyen los ingresos.
Otros árboles en el horizonte. La comunidad de montes de Parga tiene unas 30 hectáreas de monte dedicadas a especies como el carballo o el castaño. David Díaz reconoce que habrá que esperar décadas antes de cortar esa madera, aunque considera también que tiene salida en un marcado «máis reducido pero máis estable».