23 ene 2011 . Actualizado a las 06:00 h.
El veto al voto emigrante llega justo a tiempo de evitar que en algunos municipios, los llamados electores ausentes superen a los que pisan sus calles todos los días, pagan las tasas municipales, utilizan los servicios públicos y disfrutan o padecen la gestión del alcalde correspondiente. Impresiona que la reforma legal reduzca el censo electoral en un 24%, pero es precisamente la envergadura de estas cifras la que la hacía inaplazable.