Lugo, ya se sabe, es ciudad de agua abundante y rica en expendedurías vinateras. La crisis no ha podido hasta ahora con los despachos de vino en sus más diversas formas y variedades. Pero, ¡ay!, va camino de convertir el agua que sale del grifo en líquido de lujo. Ya nada será lo que fue. La caída de los ingresos municipales, la necesidad de hacer frente a los créditos de las grandes infraestructuras hidráulicas ya ejecutadas y el incremento de costes convertirán los recibos por el suministro de agua en una amena curiosidad documental. El contribuyente lucense tendrá ocasión de comprobar en pocos años qué barato era el servicio antes del 2012, cuando aún estaba en proyecto la empresa mixta para la gestión del ciclo del agua. Quizá entonces entienda por qué las instituciones deben acogerse al consejo de Mazarino: «Si prevés que van a tener gastos extraordinarios, asegúrate de que dispones de los fondos necesarios».
A las casas de Lugo llega ahora, gracias a las nuevas infraestructuras, agua de calidad. Pero el cambio no le sale gratis al bolsillo del contribuyente. No es seguro que muchos abonados tuviesen claro, cuando se decidió la ejecución de las obras, que una parte del presupuesto acabaría saliendo directamente de su bolsillo. Y eso es lo que va a empezar a pasar en el 2012 (5% de incremento en el precio del suministro de agua) y seguirá pasando durante unos cuantos años. El gobierno del alcalde López Orozco (PSOE y BNG) quiere que el cambio en el servicio lo pilote una empresa mixta (mayoría de capital municipal); una sociedad instrumental con una plantilla aproximada de 78 trabajadores. La izquierda en crisis que son el PSOE y el BNG se va a enfrentar en este asunto a la derecha electoralmente triunfante que es el PP; también a los sindicatos que conforman la junta de personal del Ayuntamiento de Lugo. El popular Jaime Castiñeira y el sindicalista Jesús Expósito (CC.OO.), cada uno por su lado y cada cual por sus motivos, ya adelantaron que se opondrán a tal proyecto.
En medio de la polémica por la subida del precio del agua, el modesto río Rato protagoniza otro debate, tan chusco como disparatado. Bueno, más que el Rato, el motivo del debate es la falta de seguridad en la carretera que bordea el parque que lleva su nombre. Es una vía de la Diputación Provincial, presidida por el socialista José Ramón Gómez Besteiro. La culpa de lo que pasa la tiene, según la coincidente opinión de Besteiro y Orozco, la Xunta. ¿Por qué? Porque no ejecuta la segunda fase de la ronda este (tramo entre la carretera de A Fonsagrada y la N-VI) y la carretera del Rato soporta más tráfico del que debería. En la Xunta, el conselleiro Agustín Hernández dice que a la ronda le llegará el momento cuando haya dinero para pagarla y que, mientras tanto, la Diputación debe proceder en la carretera del Rato como mejor le parezca. Este es uno de esos casos a los que seguramente se refería el cardenal antes citado cuando recomendaba procurar que las tareas «que exigen grandes esfuerzos sin aportar ni dinero ni gloria sean encomendadas a otros».
El del Rato es un debate entretenido; el de la piscina de Sarria también. Sí, es un asunto curioso éste que quizá no debería agotarse en el campo político. Ahora, el Ayuntamiento quiere que la Diputación asuma los costes de la climatización. La gestión consistorial resulta con frecuencia el mejor argumento frente a ciertas teorías municipalistas y sobre autonomía local. A menudo tales argumentos se ven refrendados por las políticas locales de tasas y precios públicos. La correspondiente al abastecimiento suele ser una de ellas, incluso en una ciudad abundante en agua como es Lugo.
Arde Lucus.
El Ayuntamiento de Lugo intenta evitar que una empresa registre la marca Arde Lucus para camisetas y tazas
