Cuando Bóveda fue un campo de batalla

francisco albo / roi fernández MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

En 1907 se llevaron a cabo unas grandes maniobras militares que dejaron huella en la historia de la comarca

24 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En septiembre de este año se cumplirá el 110 aniversario de un acontecimiento que marcó la historia reciente de la comarca de Lemos. En 1907, entre los días 20 y 24 de aquel mes, se llevaron a cabo en Bóveda unas maniobras militares de grandes dimensiones a las que asistieron el rey Alfonso XIII y varios agregados militares extranjeros. El escenario fue una llanura situada junto a la carretera de Bóveda a A Pobra do Brollón, conocida como Campo do Teixugo, en la parroquia de Ver. Las fotografías que pueden verse junto a estas líneas, publicadas por entonces en las revistas La Ilustración Española y Americana y Mundo Nuevo, constituyen un poco conocido testimonio histórico de aquellas jornadas.

Según las informaciones que publicó en esa época La Voz de Galicia, en las maniobras tomaron parte unos 15.000 hombres pertenecientes a las tropas acuarteladas en Galicia, Asturias y Valladolid. En las operaciones se simuló la invasión de una fuerza extranjera que habría desembarcado en la costa gallega, venciendo la resistencia de las guarniciones locales y avanzando hacia el interior. Para hacerles frente, tropas de los regimientos de Galicia se concentrarían en Monforte junto con otras llegadas de fuera. En Bóveda se representaría el enfrentamiento con el enemigo, que debía avanzar desde la capital de la provincia hacia el sur con la intención de apoderarse del importante nudo de comunicaciones monfortino.

Globo y telegrafía sin hilos

Las maniobras -dirigidas por el teniente general Vicente Martitegui, jefe del estado mayor central del Ejército- despertaron una gran expectación en toda Galicia y atrajeron a la comarca de Lemos a un gran número de curiosos. «Bóveda está literalmente abarrotada de forasteros», informó este diario el 22 de septiembre en una crónica firmada por el redactor Alejandro Barreiro. El uso de un globo aerostático para efectuar observaciones aéreas del terreno ocupado por los invasores añadió espectacularidad a las operaciones, en las que también se utilizó una tecnología por entonces de reciente creación -la telegrafía sin hilos- para las comunicaciones entre las tropas.

No todo fueron operaciones militares. En un pabellón instalado en el Campo do Teixugo se ofreció un banquete a los invitados extranjeros, entre los que se encontraban el coronel británico Lowther, el comandante francés Panken, el capitán alemán Von Broussard y el comandante turco Alí Kemal Bey. La comida fue servida por el Hotel de Francia -de A Coruña- y a ella asistieron también los alcaldes de Bóveda, Monforte y Sarria junto con el gobernardor civil lucense, el presidente de la Diputación y varios diputados.

Medidas de seguridad en una época agitada

Las maniobras de 1907 en Bóveda se enmarcan en un período histórico en el que el régimen de la Restauración encabezado por Alfonso XIII se esforzaba por ofrecer de cara al exterior y al interior una imagen de fuerza y de recuperación, cuando todavía estaba muy vivo el recuerdo de la derrota en la guerra hispano-estadounidense de 1898 y de la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Fue también una época de agitación política que afectó de una forma muy directa al propio monarca, quien había salido ileso de dos recientes atentados. Uno de ellos tuvo lugar en 1905 en París durante una visita oficial, cuando el rey estaba acompañado por el presidente francés Émile Loubet. El otro se produjo al año siguiente, el día de la boda de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg, y causó muchas víctimas mortales.

Teniendo en cuenta este contexto, como era de esperar, las maniobras militares y la visita real a Bóveda se desarrollaron en medio de fuertes medidas de seguridad. El 24 de agosto de 1907, La Voz de Galicia informó acerca de una de las órdenes que se emitieron a este respecto. Entre el 15 y el 30 de septiembre, los automóviles que no perteneciesen a las fuerzas armadas debían extremar las precauciones al circular «por la carretera general de Madrid a La Coruña, en la parte comprendida entre esta capital y Piedrafita (Lugo), por la de Orense a Monforte y Lugo y por las carreteras y caminos que concurren hacia las ya citadas». Al acercarse a las columnas de tropas a una distancia de un kilómetros tendrían que reducir su velocidad «sin pasar de la de 200 metros por minuto».