«Cinco leguas de mal camino y cuestas» de Monforte a Quiroga

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / AGENCIA

LEMOS

El diario escrito por el peregrino Diego de Guzmán cuenta cómo estaba el Camino de Invierno lucense hace cuatro siglos

02 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La edición del libro La peregrinación a Santiago de Diego de Guzmán -a cargo del historiador y profesor de la USC Julio Vázquez Castro- ha permitido recuperar un testimonio de excepcional valor sobre el Camino de Invierno que estuvo olvidado durante cuatro siglos. La obra contiene el diario de un viaje a Santiago realizado en octubre de 1610 por el confesor de la reina Margarita de Austria, al que los monarcas pidieron que peregrinase en su lugar. El texto menciona las paradas que Diego de Guzmán y sus acompañantes -veintidós personas en total- hicieron en su recorrido de vuelta por el sur lucense y ofrece breves informaciones sobre el estado en el que se encontraban en esa época.

Después de salir de Santiago, Diego de Guzmán se detuvo en un sitio cuyo nombre no indica, pero que pertenecía al conde de Lemos. Julio Vázquez supone que se trata de Lalín, cuya fortaleza estaba entonces bajo la jurisdicción del séptimo conde, Pedro Fernández de Castro. El diario sí menciona por su nombre a Chantada, donde el peregrino se hospedó en el monasterio de San Salvador de Asma. Lo describe como «un convento de benitos donde suele haber tres monjes» que «tienen su iglesia y claustro y bonita casa». Otro lugar que nombra es el puente de Belesar. Las cuestas que llevan a él -el camino de los Codos de Belesar- le parecieron «de las peores que hay en España».

En Monforte, De Guzmán se alojó en el palacio de los condes de Lemos, aunque no da ninguna precisión sobre el edificio ni sus propietarios. Señala en cambio que la localidad cuenta con un convento de monjes benedictinos y otro de franciscanos. Este último es el monasterio de San Antonio, que fue saqueado dos siglos más tarde por tropas francesas para caer después en la ruina y acabar demolido. De Guzmán habla también del Colegio de la Compañía, que había empezado a construirse en 1593 y estaba aún inacabado.

Visita a San Clodio

Desde Monforte, el peregrino se dirigió al valle de Quiroga. Entre ambos lugares, según dice, había que recorrer «cinco leguas de mal camino y cuestas». Llegó al anochecer y fue recibido por Alfonso de Solís, abad del monasterio de San Clodio de Ribas de Sil. El convento había sido reconstruido en 1604 por este mismo abad después de sufrir un derrumbe. Al cabo de cuatro siglos se reduce a unos restos de muros y una portada de piedra con una lápida que mandó labrar precisamente Alfonso de Solís.

Según De Guzmán, el abad lo invitó a alojarse en su convento y para llegar a él cruzaron el Sil en barca. Al día siguiente volvieron a pasarel río para ir a Montefurado, que era un coto del monasterio de San Clodio. Allí comieron el abad y sus huéspedes, que pudieron ver el túnel minero. El diario apunta que está excavado en un monte de «piedra de pedernal», que tiene «veinte brazas de largo» y que «dicen que fue obra de los romanos».