«Si suena esta sirena, aquí ya solo deberían estar los evacuadores»

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNÁNDEZ

Instalado un sistema sonoro de alarma que solo se activará en caso de catástrofe en la presa de Belesar

18 oct 2018 . Actualizado a las 13:28 h.

Si ha pasado usted algún tiempo estos días cerca del río Miño aguas abajo de la presa de Belesar puede que se haya sorprendido por un sonido similar al de la bocina de un gran barco. Son sirenas de alarma, pero sonaban en pruebas y no porque se estuviese produciendo ninguna emergencia real. El ruido salía de grandes postes con altavoces colocados en las últimas semanas en cinco puntos de la orilla, la parte más visible de un plan de emergencias que determina qué hacer en caso de que se produzca una catástrofe en la presa.

No se trata de sirenas ideadas para avisar de cambios súbitos en el nivel del río, que solo son relativamente frecuentes justo en el enorme túnel de salida del agua que pasa por las turbinas de la central. La ruidosa alarma que estaba estos días en período de pruebas solo sonará si hay riesgo de que la presa se rompa, una posibilidad muy remota pero que las autoridades y las empresas que explotan este tipo de instalaciones tienen que prever.

 

Las pruebas de los cinco postes de sirenas instalados entre la pres de Belesar y la playa de A Cova, en el tramo del Miño que forma parte del embalse de Os Peares, se llevaron a cabo entre el lunes y ayer. Una comitiva formada por responsables y técnicos de la empresa Naturgy -la antigua Gas Natural Fenosa-, y por representantes de diferencias agencias de la Xunta y el Gobierno central con competencias en protección civil, recorrieron uno por uno ayer el río y comprobaron que las sirenas suenan con el volumen preciso.

La empresa anunció hace días que esta semana se iban a llevar a cabo estas pruebas de sonido. Y advertía a los vecinos que no se preocupasen, porque no tenían que tomar ninguna precauciín ni hacer nada especial si oían la alarma. Otra cosa sería que la oyesen porque se está produciendo una emergencia. En ese caso tendrían que preocuparse, aunque si todo funciona como es debido, ningún vecino debería oírlas, ni siquiera aunque haya una emergencia de verdad.

«Estas alarmas sonoras son el último escenario», explicaba ayer sobre el terreno Rosa Ana Suárez, la responsable de Concesiones Hidráulicas de Naturgy. «Están pensadas básicamente para evacuar a los evacuadores -añade-, porque en caso de que haya que activarlas, cerca del río ya solo tendrían que estar ellos».

Esto los vecinos de las zonas ribereñas no tienen por qué saberlo todavía, porque el plan de emergencia para la presa de Belesar aún no está en vigor. Ayer terminaba la implantación física del sistema de alarma. Después vendrá una campaña de divulgación entre la población.

Se supone que en caso de emergencia, los ayuntamientos de Chantada, Carballedo, O Saviñao y Pantón tienen que actuar de forma coordinada con los servicios de Protección Civil de la Xunta y el Gobierno central para evacuar las áreas que puedan estar en peligro. Las sirenas no deberían sonar hasta el último momento, cuando el riesgo es ya inminente y extremo. En ese caso, como explican los técnicos de Naturgys, cerca del río ya solo debería quedar el personal que previamente llevó a cabo la evacuación de la población.

cinco postes y Tres tipos de ubicaciones

Junto a la presa

El primer poste de sirenas está a poca distancia de la base de la central

En zonas pobladas

Es el caso de los postes colocados en el pueblo de Belesar, dividido entre los municipios de O saviñao y Chantada; y el de Pincelo, en Chantada

En zonas con población estacional

Entre los viñedos de la parroquia chantadina de San Fiz y en la playa fluvial de A Cova, en la orilla de O Saviñao

«Que estamos nun sitio perigoso sábeo todo o mundo», dicen los vecinos

Cuando se construyeron los embalses del Miño, la población de las orillas era muy superior a la de ahora. Entre las presas de Belesar y Os Peares hay únicamente dos poblaciones situadas al nivel del río. Se trata de Belesar y Pincelo, donde hoy vive muy poca gente. En el caso de Belesar, divido entre las dos orillas, solo del lado de Chantada hay más de cien casas en pie, pero solo cuatro están habitadas a diario. Al otro lado, solo quedan tres familias. Los embalses llevan ahí más de medio siglo y todos están más que acostumbrados. Todos saben también que el riesgo existe, aunque sea mínimo.

«Que estamos nun sitio perigoso sábeo todo o mundo», cuenta Gonzalo López Rodríguez, actual responsable de la cafetería del club náutico del pueblo de Belesar, un negocio que vive fundamentalmente del embalse. «Se rompe de repente, olvídate», bromeaba ayer al ser preguntado por el sistema de alarma con sirenas. Más serio, decia confiar en que si sucede algo, no sea repentino y haya tiempo a reaccionar.