Una laboriosa restauración en la iglesia de San Vicente do Pino

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNÁNDEZ

La rehabilitación del exterior del valioso templo renacentista de Monforte se prolongará hasta enero

22 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La rehabilitación del exterior del iglesia monfortina de San Vicente do Pino -una de las más importantes del período renacentista en Galicia- se prolongarán aproximadamente hasta la segunda quincena de enero, según las previsiones de los responsables. La intervención empezó a finales de agosto y afecta a la fachada sur del edificio, donde nunca se realizaron obras de reparación desde que fue construido, a finales del siglo XVI. El trabajo está resultando «un poco denso» debido al estado de fuerte degradación de los muros, según indica el arquitecto José María Alonso Montero, que se encarga de la dirección técnica del proyecto, financiado por la Consellería de Cultura.

Excepto los contrafuertes que refuerzan la fachada, hechos de bloques de granito, los muros están edificados con pizarra extraída del propio monte de San Vicente, en cuya cima se halla la iglesia. Se trata de un tipo de mineral poco resistente que sufre los efectos de cuatro siglos de intemperie, durante los cuales no ha estado protegida por ningún revestimiento. La fachada está siendo impermeabilizada con mortero de cal para frenar las filtraciones de agua que se producen dentro de la iglesia. Este paso se considera imprescindible no solo para asegurar la conservación general del edificio sino también para restaurar después un conjunto de pinturas murales, muy deterioradas, que se conserva en el interior.

Refuerzos de fibra de vidrio

Para que las capas de mortero se puedan agarrar a una superficie tan erosionada -señala el arquitecto-, en algunos puntos es preciso reforzarlas con varillas de fibra de vidrio, un procedimiento que se sigue habitualmente en tales casos. «En ciertos lugares hay boquetes de hasta veinte centímetros de profundidad y sin esta ayuda el mortero no se sostendría», indica. En otros puntos hay mechinales, es decir, agujeros realizados deliberadamente cuando se edificó la iglesia para asegurar unos andamios que nunca se levantaron. Todas las oquedades y grietas que se van detectando durante los trabajos deben ser tapadas de forma sistemática para asegurar la impermeabilización, por lo que la operación resulta particularmente laboriosa.

En algunos de los numerosos huecos de la fachada, por otro lado, se retiraron nidos de avispas y velutinas, así como panales de abejas. En la parte donde todavía no se actuó sigue habiendo además nidos de cornejas en los que se refugian numerosas aves. Sobre los muros crece asimismo una densa vegetación que es preciso eliminar antes de aplicar los morteros. La limpieza de la piedra se hace primeramente en seco, mediante cepillos, y después con agua.

Aunque se estudia la posibilidad de pintar la fachada meridional cuando se acabe de colocar el revestimiento de mortero -lo que nunca se hizo desde que se construyó la iglesia-, esta opción aún no se adoptó de forma definitiva, apunta Alonso. «Eso es algo que se decidirá más adelante, dependiendo de si se considera que el mortero ofrece suficiente protección contra la humedad, y también en función de criterios estéticos», comenta.