Un maestro republicano escondido en el castro de Cereixa

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Esteban Quiñones se ocultó durante la guerra en el llamado Burato dos Mouros
Esteban Quiñones se ocultó durante la guerra en el llamado Burato dos Mouros CARLOS RUEDA

Los arqueólogos buscarán huellas de un refugiado cuya historia ha investigado la escritora Olga Novo

20 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En la última campaña de excavaciones arqueológicas en el castro de San Lourenzo de Cereixa, en A Pobra do Brollón, se aplazó una de las actuaciones previstas, que tenía por fin investigar un episodio singular de la historia reciente de la localidad. Los hallazgos de varias tumbas medievales no dejaron tiempo para excavar el llamado Burato dos Mouros, un socavón de gran tamaño situado en el recinto del castro -de probable origen minero- que durante la Guerra Civil sirvió de refugio al maestro republicano Esteban Quiñones Nistal. En la próxima campaña arqueológica, según los responsables, se intentará hallar rastros materiales de su estancia.

La historia de Esteban Quiñones, por otro lado, fue reconstruida por la escritora Olga Novo, que le dedicó un trabajo recién publicado en la revista Luzes de Galiza. Para elaborar la biografía de este personaje, según explica, se sirvió de diferentes archivos históricos y de los recuerdos de diversas familias del municipio.

Según apunta Olga Novo, Esteban Quiñones era natural de la localidad leonesa de San Cristóbal de la Polantera, perteneciente al municipio de La Bañeza. Un primo suyo de mayor edad, Alfredo Nistal, llegó a ser director general de Correos y diputado por León en la Segunda República. Durante la contienda fue además comisario general de Guerra y cónsul general de la República en París. Al estallar la guerra, cuando Esteban Quiñones tenía 28 años, su padre fue asesinado por falangistas. El maestro fue movilizado en 1937 para integrarse en las tropas franquistas, pero no lo hizo por temor a sufrir represalias. Primeramente se refugió en un rincón oculto de su casa y después huyó hasta A Pobra do Brollón, donde su hermana Felicidad estaba casada con un vecino de la localidad de Nogueiras que pertenecía a una familia de labradores acomodados.

Esteban Quiñones pudo ocultarse y salvar la vida con la ayuda de dos hermanos de la localidad de Vilarmao -Gumersindo y Remedios- que trabajaban como caseros para la familia de su cuñado. A veces se escondía en un rincón disimulado de la casa, pero por precaución también se ocultaba en el Burato dos Mouros, donde pasó muchas noches. Según los testimonios recogidos por Olga Novo, Gumersindo lo cargaba a hombros al cruzar un río que tenían que atravesar para llegar al castro, a fin de que no pasase la noche con los pies mojados.

Pena de prisión

Tras la guerra, en 1940, Esteban Quiñones decidió entregarse voluntariamente en el gobierno militar de Lugo. Por haber desertado en tiempo de guerra se le impusieron cuatro años más de servicio militar. Más adelante fue acusado de «auxilio a la rebelión» y sufrió primeramente prisión domiciliaria y después prisión preventiva en una cárcel militar de León. Los tribunales franquistas lo condenaron a cadena perpetua, pero más tarde le conmutaron la pena por doce años de cárcel. Finalmente fue desterrado bajo libertad vigilada y vivió en Cereixa con Remedios, con la que se casó. En 1945 solicitó y recibió un indulto. Durante unos años vivió de dar clase en Nogueira y más tarde se empleó como contable en una empresa familiar del barrio de A Estación, donde su mujer cuidó una pequeña granja.