Reencuentros en O Courel alrededor de 1.200 kilos de castañas: «A festa xuntounos aos cinco irmáns»

Carlos Cortés
Carlos Cortés FOLGOSO DO COUREL / LA VOZ

LEMOS

Los vecinos de O Courel dicen adiós a un año negro con una fiesta emotiva y con un agradecimiento oficial a Triacastela por su ayuda en los incendios

05 nov 2022 . Actualizado a las 21:29 h.

«Xa era hora tamén de que no Courel tivésemos sorte en algo este ano». Así de fuerte empezaba la alcaldesa de Folgoso, Lola Castro, su discurso de este domingo en la Festa da Castaña do Courel. Solo a los muy despistados les sonó exagerado, porque este municipio de montaña de la provincia de Lugo no solo se han tenido que comer los mismos años de pandemia que todos, sino que de postre les ha venido un 2022 horrible. Empezó con el derrumbe de su principal carretera y encaró el verano con un incendio forestal que arrasó la mitad del municipio. Igual que la alcaldesa, los vecinos fueron con más ganas que nunca a este gran magosto, recibido con un día soleado en medio de este otoño por fin lluvioso, de ahí la suerte a la que se refería Lola Castro. Porque además esta fiesta siempre es una buena ocasión para los reencuentros y este año no ha sido diferente.

Que se lo digan si no a Gloria, Concha, Pura, Ventura y Alberto González Álvarez, cinco hermanos que este domingo aprovecharon para reunirse la excusa de la Festa da Castaña do Courel, que en este 2022 cumple 33 años. La historia de los González Álvarez es similar a la de muchos niños nacidos y criados en los años 40 y 50 en el pueblo de Folgoso do Courel que emigraron en masa y siendo muy jóvenes a Barcelona.

 Algunos más que jóvenes eran niños, como Concha, que tenía 13 años cuando llegó a Barcelona y 14 cuando se mudó a Sant Sadurní de Anoia para trabajar como ayudante de cocina en la casa de los Codorníu, los propietarios de la más famosa marca de cava catalán. Ella y la mayor parte de sus hermanos vuelven a O Courel con frecuencia, sobre todo desde que se jubilaron. No es el caso de Pura, que llevaba 11 años sin venir a su municipio natal y que nunca en los 54 años que lleva viviendo en Cataluña había estado aquí en la época de los magostos. Y no se arrepiente de haber venido. «O souto está pecioso e a festa é moi bonita», asegura. Y eso a pesar de que este año hay menos castañas de lo normal. «É polo cambio climático, hai que apostar por mellorar o medio rural, porque aquí está o futuro», afirma.

Con cinco de los hermanos González Álvarez, están sus parejas y algunos amigos de Folgoso. Como Francisco Touzón, que vivió en Cataluña 50 de sus 71 años, los 50 trabajando en la hostelería. Se jubiló como empleado del restaurante El Cachito, en la famosa y muy nocturna avenida barcelonesa del Paralelo. Volvió a Folgoso hace cuatro años y aquí está ya empadronado. De vez en cuando hecha de menos Barcelona, pero todavía no ha vuelto. «Colleume a pandemia e aquí sigo», dice con un vaso de vino en una mano, unas castañas en la otra y una gran sonrisa en la cara.

Castañas de solo dos pueblos

Efectivamente, este año hay muchas menos castañas de lo habitual en la Serra do Courel, una de las zonas productoras más potentes de Galicia. Lo avisaba a gritos nada más encender el fuego uno de los asadores de castañas de este año: «As castañas deste ano veñen só de Céramo e de Visuña, non houbo máis en todo O Courel». El hombre exageraba un poco, pero no mucho.

La falta de castañas de este año no es por la plaga de la avispilla, que en O Courel está en retroceso desde que hace cuatro años los técnicos de la Consellería de Medio Rural introdujeron el torymus, un insecto que parasita la avispilla y dificulta su expansión. Tampoco es culpa de los incendios de julio, que quemaron sobre todo monte bajo y pino, casi ningún souto. Todo apunta a que es la escasez de lluvia de este año la que ha mermado la producción de castaña, hasta el punto de que ha habido soutos enteros que apenas han dado nada. Es el caso precisamente del Souto da Carroza, en el que se celebra esta fiesta todos los años cuando toca hacerla en Folgoso en vez de en Seoane, como en este 2022.

Pero aunque la cosecha haya sido escasa, el Ayuntamiento reunió la cantidad necesaria de castañas para que nadie se quedase sin probarlas este domingo. Tres grandes bombos y una parrilla empezaron a asarlas a las doce y ya no pararon hasta que tres horas más tarde las cientos de personas que se pasaron por allí para disfrutar de la fiesta estaban ya comiendo, en los puestos instalados en el souto o en sus casas. Asaron 1.200 kilos de castañas, en una jornada en el que el Ayuntamiento de Folgoso quiso rendir homenaje a quienes peor lo pasaron en los días posteriores al 15 de julio.

Estuvo Xan de Vilar

Y para eso recurrió a Juan Sánchez Rodríguez, Xan de Vilar, memoria viva de la tradición oral y musical de la Serra do Courel, que se convirtió en símbolo del desastre de julio porque su casa fue una de las que se quemó en los catorce días que duraron los incendios. Con el museo etnográfico que había montado en ella con piezas que conservaba de su familia y otras que fue recogiendo a lo largo de toda su vida. Xan de Vilar fue el encargado de entregar en nombre de todo Folgoso do Courel a la alcaldesa de Triacastela, Olga Iglesias, una placa en agradecimiento por la ayuda que este municipio prestó en los peores momentos de esa quincena negra de julio. Los que con más fuerza aplaudieron fueron los vecinos que pasaron aquellos días realojados en el polideportivo de Triacastela.

Al cocinero Xoanqui Ameixeiras le tocó ser pregonero de la Festa da Castaña do Courel en este año tan complicado. Natural de Vilagarcía, el presentador del programa de cocina Estache bo!, de la TVG, echó mano del símil marinero para definir a la castaña como «o marisco dos montes», pero no quiso evitar la realidad que vivieron este verano los vecinos de O Courel, a los que dijo que sentía por ellos «un gran respecto e admiración», porque viviendo en estas montañas están defendiendo «o ben máis preciado que ten o planeta, algo tan vulnerable actualmente como é a natureza, a vida». Esta fiesta, añadió, es una prueba de que «todo se supera».