Seguros de dar mucha confianza

LUGO CIUDAD

José María García Leira abrió una gestoría, que sigue en manos de su hijo y con el que coincide en la importancia del trato humano para mantener la clientela

10 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hubo una época en la que no existían los ordenadores y en la que las llamadas telefónicas dependían de un servicio de operador. La rapidez no estaba garantizada, así que si un asunto requería una gestión urgente en Lugo, más valía marchar hacia allí para resolver los trámites. Hablamos, por ejemplo, de 1963, año en que José María García Leira abrió una gestoría en Vilalba.

Recuerda que fue la primera de la capital chairega. Se montó en la actual calle Galicia, y cuatro años después pasó a la sede actual, en Basanta Silva, calle que también acoge aún las oficinas de otra gestoría, que tiene el mérito de ser la segunda gestoría de la villa en antigüedad.

«Casi nada», dice José María García-Leira Boado a modo de resumen sobre los más de 40 años pasados desde la fundación del negocio, que comenzó con el responsable y una plantilla de una persona, cifra hoy multiplicada por cinco. Lo que no se ha multiplicado, en cambio, es la necesidad de viajar a Lugo con tanta frecuencia como antes: las nuevas tecnologías son la causa, dice el continuador del negocio, que antes de seguir los pasos de su padre llegó a pensar en cursar Arquitectura. No lo hizo, y no parece arrepentirse: «Es una pena que un negocio familiar se cierre», dice.

Desde los años sesenta en Vilalba han abierto más negocios, de este y de otros sectores, y se han instalado nuevos vecinos. Lo que no parece haber cambiado, según coinciden en opinar padre e hijo, es una máxima que parece decisiva en una actividad como esta: la confianza es básica.

El cliente nunca debe pensar que se le puede engañar, dice José María García Leira, que agrega que si se consigue ese propósito, otros errores que se cometan son disculpados por el cliente. El padre recalca que «a honradez é fundamental», y el hijo reconoce que más de 40 años de antigüedad son un aval para : «Tienes -afirma- muchas puertas abiertas».

Una autoescuela

Puertas que se abrieron y se cerraron durante años fueron las de los coches de la autoescuela que completó el negocio, hoy centrado solo en tareas de gestión y asesoramiento. Comenzó con tres coches: no podía faltar el Seat 600, que con dos vehículos era mayoría en un parque móvil completado con un Simca 1000. Y ahora, como antes, las relaciones personales, atendiendo y escuchando a unos y a otros, son la base del trabajo.