Inminente adiós a O Garañón, un controvertido símbolo de Lugo

LUGO CIUDAD

AINHOA GARCIA

Las carreras políticas de Orozco y de Gómez Besteiro se truncaron a la sombra de este edificio por una inexistente prevaricación

21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Parece poco probable que todavía quede algún vecino de la ciudad de Lugo que no esté deseando que el bloque de O Garañón sea derribado. Casi 15 años después de que se pusiese la primera piedra del edificio ubicado en el corazón de la ciudad amurallada, el Concello de Lugo apura los últimos pasos legales para acometer el derribo de ese polémico edificio al que le acompañó siempre la sombra de la sospecha.

Su esqueleto de ladrillo, cemento y hierro preside la ciudad desde lo alto del parque Rosalía de Castro, y estuvo detrás de una sonora polémica judicial y política. O Garañón —sumado a otras causas anteriores que ya tenían abiertas— se llevó por delante la carrera política de José López Orozco y de Xosé Ramón Gómez Besteiro. El hoy exalcalde de Lugo y el que era secretario general del PSdeG se vieron forzados a dimitir de sus cargos políticos e institucionales debido a unas imputaciones con las que tuvieron que convivir más de un lustro. Entre ellas, una supuesta prevaricación relacionada con las licencias otorgadas al constructor de O Garañón. Y no fue hasta el año pasado que el juzgado los dejó libres de esta causa.

Orozco, que se retiró de la política, dijo que nunca podría perdonar a la jueza Pilar de Lara por lo que le había hecho pasar. La magistrada, entonces, ya había sido sancionada por el Consejo General del Poder Judicial, que le retiró su plaza en Lugo por las enormes dilaciones en múltiples macrocausas abiertas por ella. Sobre Besteiro no faltan voces que creen que podría volver a la primera línea política (se le ha visto ya en varios actos del PSdeG), pero todavía tiene pendiente una última imputación, la del caso Pulpo.

Orozco y Besteiro, en Lugo, en una imagen de archivo
Orozco y Besteiro, en Lugo, en una imagen de archivo OSCAR CELA

O Garañón, pensado con cuatro bloques de pisos de ocho plantas y una zona verde, nació atravesado. Tuvo trabas legales desde antes de que se empezase a levantar. La aprobación definitiva no llegaría hasta el año 2005 pero, para entonces, el proyecto ya contaba con críticas de asociaciones de vecinos por el daño paisajístico que, según ellos, causaba. Dos años después, la Asociación para a Defensa do Parque Rosalía presentó un recurso contencioso-administrativo que sentaría un gran precedente en el proceso. Era la primera vez que los juzgados investigaban presuntas irregularidades en la tramitación del proyecto y una supuesta invasión de terrenos públicos. En marzo del 2008, el Concello dio permiso para iniciar la primera fase de su construcción. El PP y el BNG señalaron por primera vez al PSOE como mediadores de una aprobación «en contra do interese público», dijeron.

Fue Pilar de Lara quien ordenó paralizar el proyecto en el año 2010. Desde entonces, no se ha vuelto a poner un ladrillo sobre O Garañón. La magistrada afirmó ver «indicios de prevaricación», lo cual señalaba directamente a quienes dieron por buena la redacción y licitación del proyecto. Poco después, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia invalidó la aprobación de la urbanización.

Fue en el 2015 cuando las imputaciones de Orozco y Besteiro significaron el inicio del fin de O Garañón. El edificio quedó condenado con la quiebra de la empresa que realizó la obra. El propietario se desentendió de la construcción y solo volvió a contactar con el Concello en los últimos años para reclamar hasta los casi 30 millones de euros que dice haber invertido en la obra y el solar.

Ahora, solamente queda por saber cuándo caerá el edificio que aspiró a destapar una presunta macrotrama de corrupción que no fue tal, y que se quedó en un amasijo de hierros que los lucenses desean ya ver desaparecer.

El mamotreto dará paso al nuevo pulmón verde de la ciudad

Casi veinte años después de la redacción del primer proyecto, doce de la paralización de la obra, y siete de las imputaciones que frenaron las opciones del PSdeG a la Xunta, el mamotreto de O Garañón sigue ahí. Posiblemente por poco tiempo. El pasado 26 de julio, el gobierno local de Lugo (PSdeG-BNG) presentó un proyecto por el que se licitaba el derribo del complejo. Lo hicieron efectivo al día siguiente, y el plazo de dos meses que tendrá el propietario del edificio para tirarlo empezó este pasado miércoles.

El Concello, no obstante, ya sabe que esto nunca ocurrirá: el dueño lleva años en quiebra y desentendiéndose del mamotreto, por lo que el gobierno local ya ha confirmado que una compañía diseñará la demolición y la llevará a cabo. Queda por saber, eso sí, quién la pagará, ya que los costes del derribo rondan el millón de euros (unos 965.000 euros).

¿Qué le pasó a ese edificio? El constructor se excedió en las dimensiones del edificio, superando las medidas estipuladas en el proyecto aprobado por el Ayuntamiento y haciéndolo ilegal de manera automática, algo a lo que el gobierno municipal pretende atenerse para hacerle pagar a él los costes del derribo y que el dinero no tenga que salir de las arcas públicas.

La empresa que consiga la concesión tendrá dos meses para redactar el proyecto de la demolición. Luego, tendrá ocho más para llevarlo a cabo. La alcaldesa afirmó que pretenden que O Garañón haya desaparecido antes de las elecciones municipales del próximo mayo.

Se trata de una actuación que, según explicó el Concello, constata su compromiso de convertir este espacio en un pulmón verde urbano que conectará con uno de los parques más emblemáticos de la capital como es el Rosalía de Castro.