Juzgado por pegarle un puñetazo a un empresario de Lugo y dejarlo ciego de un ojo

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

El acusado se enfrenta a hasta nueve años de prisión
El acusado se enfrenta a hasta nueve años de prisión A. SISO

La Fiscalía pide siete años de prisión para el acusado, que habría golpeado a la víctima después de una discusión relativa a un encargo. El procesado niega la autoría de los hechos

14 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La Audiencia Provincial de Lugo acogió este jueves el juicio contra el presunto autor de una grave agresión ocurrida en el año 2021 en la entrada de un restaurante de Outeiro de Rei. El hombre, según la Fiscalía y la acusación particular, golpeó en varias ocasiones a un empresario con quien había discutido unos días atrás, causándole una lesión irreversible en el ojo izquierdo y que lo dejó incapacitado.

Los hechos, de acuerdo con el Ministerio Público, se produjeron el 22 de octubre del 2021 en las inmediaciones del Hostal González, situado en San Martín de Guillar. En ese momento, el procesado «le propinó un puñetazo en la frente y otro en un ojo» a la víctima. Como resultado de la agresión, esta sufrió graves lesiones oculares. Como secuelas, presenta «agudeza visual de 0,05 en el ojo izquierdo y diplopía binocular postraumática», además de la pérdida del cristalino del ojo izquierdo, quedando reconocido en situación de incapacidad permanente total para su profesión habitual.

La Fiscalía pide siete años de prisión, por los nueve de la acusación particular, y una indemnización en la que ambos coinciden de 164.917,90 euros por las lesiones sufridas.

Una discusión previa

En la sesión, celebrada este jueves en Lugo, la defensa del acusado arrancó pidiendo la nulidad del juicio por un aspecto formal, que fue rechazada por el tribunal. En esencia, ratificó la inocencia de su cliente. Él testificó en último lugar y afirmó que aquel día discutieron a la salida del restaurante, pero que nunca golpeó al denunciante

La víctima, un empresario lucense que administraba varias sociedades en el entorno de la ciudad, le explicó al tribunal como primer declarante que la discusión con su presunto agresor ocurrió unos días antes. «Era el transportista que tenía que traerme material a la nave. Como lo dejó donde no era y en el horario equivocado, lo llamé para decírselo. Discutimos, claro, y me dijo que no a él no le gritaba nadie y que me iba a dar unas hostias. Yo no le di más importancia por el calentón del momento y porque no conocía de nada a este señor», recordó. 

Unos días después, ambos coincidieron en el restaurante. El empresario alegó en el juicio que ignoraba este hecho, ya que «no le conocía la cara». Según su relato, cuando salió después de tomar algo con unos amigos, el hombre lo estaba esperando apoyado en su coche. «Pensé que estaría esperando el autobús, porque aparqué justo al lado de la parada. Sin esperarlo, me dio un puñetazo en la frente que me tiró al suelo. Luego, me dio otro en el ojo, que ya me dejó sin visión. Cuando me reincorporé, ya vi a un mogollón de gente agarrándolo y llevándoselo de allí, mientras él me decía que a ver si le gritaba ahora», resumió. 

Rechazó una cirugía

La víctima no sabe cómo el hombre lo reconoció, ya que nunca se habían visto cara a cara. Tras la agresión, llamó a una ambulancia y a la Guardia Civil. Fue trasladado al HULA, donde lo atendieron sin poder tratarlo profundamente debido a la hemorragia que presentaba. Al día siguiente, al ser atendido por la especialista, se le ofreció someterse a una cirugía, pero él lo rechazó. El abogado de la defensa le preguntó por este hecho, a lo que la víctima le respondió que no le daba confianza la operación y prefirió asesorarse con otros médicos para tratar de salvar el ojo. «En ningún momento me dijeron que podría conservar la visión con alguna cirugía. Eso jamás estuvo sobre la mesa. Hablábamos ya de no perder el ojo completo. La operación que me ofrecían no tenía ningún objetivo concreto y que ya verían qué hacían cuando estuviera en la camilla. Eso no me dio confianza», relató el empresario. 

La gravedad de su lesión hizo que tuviese que dejar de trabajar y dejar también su pasión, las motos, ya que fue motociclista en su día y seguía participando en pruebas hasta entonces. Por ello, reclama una compensación por daños morales y no solo económicos. El juicio quedó visto para sentencia este jueves.