La tradicional cita del 1 de noviembre en Monterroso recuperó el pulso tras el parón del año pasado
01 nov 2021 . Actualizado a las 16:41 h.Riadas de gente, colas kilométricas, «leirapárkings», olor a churros y churrasco flotando en el aire, vendedores reivindicando la calidad de su género, patrullas de agentes vigilando el recinto. Tras el parón obligatorio por la pandemia, la Feira de Santos de Monterroso recuperó este primero de noviembre el pulso, y lo hizo por todo lo alto. Con miles de personas serpenteando entre los puestos, preguntando precios, catando alimentos y, en general, ganando un poco más de terreno a la normalidad.
Darse una vuelta por la Feira de Santos es como zambullirse en un centro comercial de los productos de la tierra en el que puedes encontrar casi de todo a lo largo de los más de 200 puestos instalados. Lo mismo compras un paraguas a tres euros que disfrutas de unos tragos de sidra bajo un toldo o te compras un cortacésped. Pero los productos de temporada, y especialmente los apegados a la Ulloa, son los grandes protagonistas. Al amparo de la cúpula, este 1 de noviembre uno podía llevarse para casa botes de miel casera a siete u ocho euros, castañas a tres euros el kilo o nueces a cuatro. También queso Arzúa Ulloa a cinco euros. Carne, jamones, embutidos, empanadas, ropa, calzado, artesanía, productos de panadería... la lista es interminable, casi tanto como la marea de gente, aunque los veteranos dicen que ha habido años mejores.
Porque, como dice el dicho, cada uno ve la feria como le va en ella. «Hai moita xente, pero menos ca outros anos», comentaba un comerciante de quesos y miel, «pero non nos podemos queixar, o que máis o que menos, vai picando». Diferente veía la jornada una vendedora de castañas, que aseguraba que «hai xente, pero non compra».
Lo que es indiscutible es que la Feira de Santos, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media, vinculada a un impuesto sobre la sal, es para muchos una cita obligada en el calendario. Darse un paseo por su feria de ganado, los puestos y después comer una ración de pulpo a nueve euros o de churrasco a ocho, es la forma ideal de disfrutar del festivo. Este año, los que no pudieron acercarse, tuvieron la oportunidad de seguirla a través de Internet. Porque la tecnología también ha llegado a una de las ferias más antiguas de Galicia.