La noche del domingo fue, como en la peli de los hermanos Marx, una noche operística. Para unos, canto de alegría, para otros, el canto del cisne, moribundo. Y tras la noche llegó el alba y con ella, el resultado se convirtió en el camarote de los hermanos Marx, una aglomeración sin sentido en la que cabe de todo.
Vayamos por partes: alcaldes que dimiten, Antonio Gato, después de perder ante un correligionario, que si resulta condenado en la segunda vuelta en los juzgados veremos que hace. Otro alcalde, el de Muras, Issam Algnam, que se marcha cabreado por falta de apoyo de su partido o, sobre todo, de sus vecinos.
Es de suponer también que monseñor Quintáns y acólitos de Sanidade seguirán empecinaos en no ofrecer en el HULA los servicios de Hemodinámica y demás porque tienen a chulería no hacerlo, caiga quien caiga, o sea, resultados electorales al canto. Pero la Obra es así, sus asuntos no son terrenales y así nos va.
¿Qué pasa con Orozco? ¿Se va? Al menos los posibles acuerdos con los partidos que pueden apoyar a su partido parten de que se vaya. Vaya, vaya . ¿Y Jaime Castiñeira? ¿Se queda? Dice, con una falta de la realidad que atemoriza, que como lista más votada está dispuesto a gobernar. Qué decir de Ciudadanos. ¿Servirá para algo a los conservadores con sus cortos resultados? ¿A qué dedicarán su tiempo libre? No conviene olvidarse, por si alguien lo hacía, de la Diputación. Lara Méndez, Manolo Martínez, Santín, es la guerra, damas y caballeros. Vamos, lo que decíamos al principio, el camarote de los hermanos Marx en pleno Lugo.