La iglesia de Pol que parece «unha palleira» y que tardó tanto como El Escorial

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

POL

Los vecinos alertan de goteras en un edificio de poco más de 40 años

17 may 2023 . Actualizado a las 13:29 h.

Poco más de cien metros y varios siglos separan las dos iglesias de la parroquia de Caraño (Pol). La vieja conoció tiempos mejores; la nueva aún espera que lleguen. La vieja, de origen medieval y aumentada en el siglo XVIII, tiene un grave deterioro, que se nota sobre todo en la falta de cubierta. La nueva, con poco más de 40 años de antigüedad, ya empieza a padecer también problemas en la cubierta, hasta el punto de que vecinos de la parroquia se quejan de que llueve dentro.

La historia de la iglesia nueva, cuya construcción se decidió en los años sesenta por el mal estado de la vieja, parece una sucesión de calamidades. Las dos se ven desde la carretera que pasa por la parroquia hacia el vecino concello de Baleira, pero hay que acercase mucho a la nueva para saber que se trata de un edificio religioso. La falta de campanario y de cruces en el exterior complican la identificación. Hay un rosetón en la parte alta de un lateral, y un vistazo por las ventanas permite ver una amplia nave, en la que más de cien personas se sentarían sin estrecheces. Las paredes, con ladrillo y sin pintar, chirrían como las de muchos edificios en un paisaje verde.

«Parece unha palleira». Es la sentencia de una vecina de la parroquia, mientras otra recuerda que la construcción duró casi diez años, de mediados de los sesenta a mediados de los sesenta. «Foi case coma a obra do Escorial», comenta con algo de humor. El edificio puede llamar la atención por sus paredes exteriores sin pintar o por el deterioro de la cubierta sobre el porche, pero cuesta identificarlo como templo; tanto, que algún sacerdote llegado de fuera para un entierro o músicos de orquestas contratada para las fiestas han preguntado alguna vez a vecinos dónde está la iglesia.

Aunque la iglesia no genere entusiasmos por su aspecto exterior, en la parroquia se le guarda afecto por la aportación a los trabajos: los vecinos colaboraron en las obras y daban de comer en sus casas a albañiles llegados de fuera para trabajar. El deterioro de la vieja propició que el retablo fuese llevado a restaurar, aunque su paradero actual parece una incógnita: el alcalde, Lino Rodríguez, remite al Obispado de Lugo, y en esa institución prefieren no pronunciarse sobre el asunto.

Sobre la posibilidad de restaurar la vieja hubo algunos comentarios, pero palabras que no derivaron en inversiones. El alcalde incluso comentó, hace años, la posibilidad de solicitar que fuese declarada Bien de Interés Cultural, pero sin avances hasta ahora. Mientras tanto, la vegetación devora una nave en la que ya no se intuye ningún esplendor del pasado, y la nueva, mucho más reciente, ya tiene achaques.