Curvas y límites de velocidad en la LU-120 después de las largas rectas

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

VILALBA

La carretera que va de Vilalba a Paraxes tiene buen firme, pero obliga a circular con precaución en el último tramo

18 ene 2019 . Actualizado a las 21:30 h.

Por cinco ayuntamientos (Vilalba, Cospeito -en dos tramos-, Abadín, Castro de Rei y A Pastoriza) discurre la carretera LU-120, que muestra en sus 30 kilómetros una buena descripción geográfica y económica de la comarca chairega, Cuando se circula por los primeros kilómetros, se ve a la izquierda la sierra de A Carba, al norte de Vilalba, y al fondo la de Meira, que marca el límite oriental chairego. Cerca de la carretera se ven explotaciones ganaderas y parte del tráfico pesado corresponde a camiones cargados de leche, algo que se se explica mejor por las industrias que tienen su sede en Vilalba y en Meira.

El cruce de O Arneiro, sitiuado en la intersección con la LU-113 (Rozas-Abadín), está prácticamente a mitad del trayecto, y supone casi el final de un trazado y el comienzo de otro. Se acaban las largas rectas y pronto empiezan las curvas; los límites de velocidad se reducen también y en algunos puntos no se puede circular a más de 50 por hora.

Lo que está presente en la carretera, sea en su zona más recta o en la que tiene un perfil algo sinuoso, es la abundancia de pistas, de vías y de caminos que salen de la LU-120. En todo el trazado, cerca de la calzada hay casas así como negocios de todo tipo, desde talleres mencánicos hasta gasolineras pasando por bares. En Muimenta, además, el polígono industrial está al lado de la carretera.

La vía fue ampliamente reformada, en dos fases, en la pasada década. Primero se arregló entre Vilalba y O Arneiro; luego, entre O Arneiro y Paraxes. Solo en esa segunda fase la inversión superó los cinco millones y medio de euros, con actuaciones importantes tanto para los peatones como para los automovilistas: se habilitó una senda peatonal en la entrada a Muimenta, se amplió el puente sobre el Miño en Ponte de Outeiro y se diseñó una rotonda para la intersección con la LU-132 (Paraxes-Vilanova de Lourenzá).

Final con poca visibilidad

El final de la carretera, que desemboca en la N-640, es también uno de los puntos más complicados de los 30 kilómetros de recorrido. Si se continúa hacia Meira, hay que girar a la izquierda con una maniobra en la que no de dispone de una amplia visibilidad. Igual situación se da si se circula desde Lugo por la N-640 y se deja la carretera nacional para tomar la LU-120.

Los cinco ayuntamientos que atraviesa ya reflejan la importancia de la vía en la comunicación interior de la comarca. La posibilidad de incorporarse a la A-8 y a la AG-64 en Vilalba refuerzan el papel de una carretera que ofrece rectas y curvas casi a partes iguales.