Adiós al inspector Maxi, uno de los pioneros en la lucha contra el narco en Galicia e investigador clave en la Nécora

OBITUARIOS

El inspector Maxi, durante un acto interno de la Policía Nacional el día de su despedida.
El inspector Maxi, durante un acto interno de la Policía Nacional el día de su despedida. Cedida

Integró la primera unidad policial enviada desde Madrid para investigar a contrabandistas reconvertidos a narcotraficantes, un combate que mantuvo durante su trayectoria profesional

27 sep 2022 . Actualizado a las 18:48 h.

El Cuerpo Nacional de Policía ha perdido a uno de sus integrantes más simbólicos en Galicia: el inspector Maximiliano Álvarez, conocido por todos, compañeros e investigados, por Maxi, cuyo fallecimiento este fin de semana ha causado un gran duelo en la institución a la que dedicó su vida. Su funeral, el pasado domingo en su ayuntamiento natal, Muíños (Ourense), fue un ejemplo del cariño y respeto de quienes compartieron uniforme con él durante 40 años de servicio y quisieron acompañar a su familia.

El inspector Maxi integró aquella discreta unidad policial que, en 1989, aterrizó en Pontevedra, procedente de la Brigada Central de Estupefacientes en Madrid, para constatar las preocupantes informaciones que llegaban a la capital. Afirmaban que los contrabandistas de tabaco de las Rías Baixas habían dejado atrás el Winston de batea para entregarse al tráfico de fardos de hachís y cocaína. Antes de llegar a Galicia, el inspector Maxi estuvo destinado en el País Vasco y en Madrid.

Él y otros tres compañeros (uno de ellos a caballo entre las Rías Baixas y Madrid) cimentaron la denominada lucha contra el narco en Galicia. A su llegada a la Comisaría de Pontevedra, los narcos campaban a sus anchas y ellos se encontraron con un escenario selvático al que pusieron coto con una investigación que acabó causando un seísmo sociológico en Galicia: la operación Nécora (1990). Por eso fue uno de los testigos principales de la Policía Nacional, tres años después, en el juicio celebrado en la Casa de Campo en Madrid.

Desde 1995, con plaza fija en Pontevedra, siguió trabajando desde la ciudad del Lérez contra el crimen organizado en la provincia, en Galicia y sus ramificaciones en España. Luego llegó la creación de las Unidades de Droga y Crimen Organizado (Udyco), en donde fue jefe de grupo en Pontevedra hasta unos cinco años de su retirada, que pasó a integrar el grupo de robos de la brigada provincial de Pontevedra. Allí se jubiló en el 2018, de la misma manera que trabajó siempre: sin hacer ruido. Sus compañeros, coetáneos o más jóvenes, lo recuerdan por encima de todo como una persona extremadamente discreta: «Era silencioso en su actividad policial y personal, también buena persona, de las mejores que conocí en el cuerpo», recuerda uno de sus últimos superiores.

Otro compañero, igualmente integrante de aquel grupo pionero que aterrizó en Galicia en 1989, expone: «Ha sido un palo demasiado duro, era un amigo, mucho más que un compañero. Lo hicimos todo juntos, si echo la vista atrás, en cada situación lo veo conmigo ayudándonos mutuamente. Ya policialmente, era muy efectivo, y eso, en esta profesión, es fundamental».

Otro compañero, que lo conoció recién llegado a la Udyco de Pontevedra cuanto tenía 26 años, explica que Maxi estaba muy pendiente de los jóvenes: «Nos enseñaba y apoyaba. Era muy tranquilo y reconocido en toda la Policía Nacional, incluso entre los investigados. Sabían que él hacía su trabajo, pero era respetuoso y tenía palabra. Maxi era un caballero, descanse en paz».