Real Oviedo, con el juego aéreo por bandera pese al miedo a las alturas

Emilio Rosanes

OPA RACING

CESAR TOIMIL

El conjunto ovetense, ante una nueva era tras la destitución de Javier Calleja

11 abr 2025 . Actualizado a las 20:28 h.

Un único punto obtenido en los diez últimos encuentros disputados, seis jornadas sin celebrar un gol, diecisiete puntos de distancia que nos separan de la salvación con apenas veinticuatro por disputarse. Números que golpean como puñales y nos obligan a afrontar una dura realidad, alejada de aquellos sueños que parecían posibles. Pero también es en esa misma realidad, cruda y difícil, donde se nos brinda una de las lecciones más valiosas que ofrece el deporte y la vida: la gestión de la adversidad.

Es ahora, en estos momentos oscuros, donde emerge lo verdaderamente importante, lo que trasciende al marcador, porque queda mucho más que defender unos puntos, queda una familia, la gran familia verde, esa que no se rinde, la que resiste, incluso, cuando las luces se apagan y cae el telón, la que, con 9.360 almas valientes, rompió barreras y firmó un récord histórico de pasión y fidelidad.

Una familia que, hoy más que nunca, necesita ser cuidada, ser escuchada, ser abrazada, porque no hay peor error que el de dejar que la frustración nos transporte a decisiones propias de la inmadurez, esos errores de vida tan determinantes que, cometidos en juventud, se pagan, durante toda la vida, con el precio del alejamiento de quienes más queremos y más necesitamos, con el dolor de mirar a los lados y haber dejado de encontrar las miradas cómplices de quienes nos sostenían.

Porque en el mundo real no existe un sistema VAR que enmiende nuestros errores desde un despacho celestial, no existen las repeticiones ni las líneas calibradas para señalar el fuera de juego de una palabra mal dicha, de un silencio a destiempo o de una reacción que se llevó por delante personas irreemplazables. Pero también en el mundo real existen ángeles que nos alimentan de abrazos que reconstruyen, de palabras que calman, de silencios que escuchan y de sonrisas que contagian, porque cuando todo parece perdido, es cuando más fuerte late el corazón de los que nunca se rinden.

Alcanzamos la jornada trigésimo quinta y, con ella, una nueva batalla. Esta vez, en tierras asturianas, donde nos espera el Real Oviedo, un rival que, pese a navegar en zona noble, ha vivido en las últimas semanas una de esas sacudidas que nos recuerdan lo volátil que es este deporte que amamos. La sorprendente decisión adoptada por la propiedad del club ovetense de prescindir de Javier Calleja, que había guiado al equipo hasta puestos de promoción de ascenso a la máxima categoría constituye una nueva muestra de la impaciencia que, cada vez con más frecuencia, se convierte en juez implacable en los banquillos de nuestro fútbol.

En su lugar, aterriza Veljko Paunovic. Un nuevo timón, nuevas ideas y una nueva energía para sumar cuatro de los seis puntos posibles desde su llegada a un equipo que ha sentido los vaivenes de ese mercado invernal en el que salieron Jaime Vázquez, Carlos Dotor, Alberto del Moral y el portugués Masca, y en cuyo lugar llegaron nuevas piezas buscando encajar en el puzzle ovetense. Es el caso de Nacho Vidal, determinante desde su llegada en el lateral diestro y de César De la Hoz, relegado al banquillo desde la llegada del nuevo técnico.

La plantilla carbayona, aunque competitiva, parece caminar ahora sobre una fina cuerda. En posiciones vitales, como el centro de la defensa, la sombra de una lesión o de una sanción amenaza con dejar al equipo sin alternativas. Y ahí, en esa fragilidad, es donde habita el alma de este deporte, en la capacidad de reinventarse ante la adversidad, en esa constante danza entre el control y el caos.

SISTEMA DE JUEGO

1-4-1-4-1 con Sibo en el pivote desde la llegada de Paunovic

Desde su llegada, el técnico serbio Veljko Paunovic ha implantado un cambio importante en la manera de entender el juego. Donde antes reinaba el equilibrio táctico de Javier Calleja con su clásico 1-4-2-3-1, ahora florece una propuesta más atrevida amparada en el sistema de juego 1-4-1-4-1.

En esta nueva sinfonía azul, Aarón Escandell pone calma bajo palos. En la retaguardia, se erige un bloque en el que Nacho Vidal brilla desde el lateral derecho, con David Costas y Dani Calvo, con permiso de Oier Luengo, sosteniendo el centro de la defensa, y con Carlos Pomares y Lucas Ahijado disputándose el lateral zurdo. Kwasi Sibo en la posición de pivote aportando equilibrio, por detrás del recorrido de Santiago Colombatto y la magia eterna de Santi Cazorla o el ímpetu de Jaime Seoane. Bandas para el desborde de Haissem Hassan y Paulino de la Fuente, tratando de llenar el vacío momentáneo del lesionado Ilyas Chaira, con Alemao, presumiblemente, como referencia ofensiva, con opciones para el internacional uruguayo Federico Viñas, buscando reencontrarse con su mejor versión tras un amargo período de inactividad por lesión.

La lesión de última hora de Paulino De la Fuente podría dar entrada en el once titular a su sustituto natural, Sebas Moyano, o la reubicación en banda de Alemao para que Federico Viñas actúe como referencia ofensiva.

Mientras, el lateral zurdo Rahim Alhassane, el incorporado César De la Hoz en sala de máquinas, Sebas Moyano en banda, Álex Cardero y Francisco Portillo en la media punta y Daniel Parahiv como referencia ofensiva, ven reducido su protagonismo, esperando, desde la sombra, irrumpir cuando el destino les reclame.

No obstante, si algo ha caracterizado a Paunovic a lo largo de su carrera como entrenador es su sello personal en forma de rotaciones, sembrando incertidumbre y manteniendo el nivel competitivo en todos sus jugadores.

ESTILO DE JUEGO

Más directo y vertical desde la llegada del nuevo técnico

Los ovetenses muestran un posicionamiento en bloque de presión medio-alto, efectiva y solidaria, donde la presión no asfixia al poseedor de balón, pero sí enmudece las líneas de pase con una solidaridad contagiosa. Una presión que activa al grupo entero tras la pérdida, como si un resorte invisible les hiciera saltar al unísono en busca del balón perdido.

Sin embargo, bajo esta intensidad, aún subsisten ciertas fisuras. Distancias entre líneas que no han sido corregidas y que permiten al adversario encontrar pasillos por los que avanzar, espacios que han marcado diferencias en encuentros que se deciden por detalles.

En acciones de ataque posicional, los carbayones adolecen de cierta previsibilidad, el juego elaborado pierde sorpresa y es ahí donde Paunovic ha girado el timón, observándose una  mayor inclinación hacia un fútbol más directo, más vertical, en una apuesta que no se debe al azar, sustentándose en el poderoso y preciso golpeo de su guardameta Aarón Escandell y en el imponente juego aéreo de su referencia ofensiva, Alemao, determinante en los duelos individuales a este nivel.

Cuando recuperan el balón en terreno adversario, hacen uso de una excelente velocidad y verticalidad, sabiendo aprovechar los espacios de manera altamente efectiva, circunstancia que han evidenciado de forma determinante en encuentros anteriores.

FASE OFENSIVA

Líderes en goles conseguidos de remate de cabeza

Cuando el Real Oviedo despliega su ofensiva, lo hace con una intención clara y reconocible: abrir el campo, encontrar aire por bandas y alimentar el área rival de centros laterales. Su juego exterior no constituye un recurso de emergencia, parte de un meticuloso plan de partido que tiene como objetivo aprovechar una de sus mayores virtudes: el dominio del juego aéreo, faceta en la lideran la clasificación de la categoría en duelos individuales ganados.

Y si el balón se detiene, tampoco hay respiro, porque esa misma fortaleza en disputas de balones aéreos, les convierte en rivales temibles a balón parado. Cada acción de estrategia se transforma en oportunidad real, en instante que puede determinar el destino del encuentro.

A nivel individual, este Real Oviedo tiene piezas que marcan diferencias. La omnipresencia de Dani Calvo en la fase de iniciación del juego aportando la templanza necesaria en el primer pase y el equilibrio defensivo aportado por el nuevo posicionamiento de Kwasi Sibo. En los costados brillan dos talentos que parecen jugar con el viento a favor: Haissem Hassam e Ilyas Chayra, aportando desborde, regate y velocidad, aunque, en ocasiones, su instinto les lleva a caer en el individualismo, en esa tentación de querer ser héroes cuando el guion pide coros.

Y en punta de lanza, como faro, Alemao, un delantero que no solo reina en las alturas, sino que sorprende por su potencia en la conducción y por esa inteligencia instintiva para aparecer en el lugar exacto en el momento oportuno, lo que le convierte en determinante en acciones de balones aéreos, transiciones y segundas jugadas, una amenaza constante que siempre deja su huella.

FASE DEFENSIVA

Mejorables en el seguimiento de marcajes

Pese a sus virtudes, el conjunto ovetense sigue arrastrando heridas que no han sanado con el paso de las jornadas. En cada transición defensiva se abren grietas que aún no han logrado cerrar. Su defensa, firme y sólida en apariencia, sufre cuando el balón vuela hacia sus espaldas, donde, entre dudas y espacios, los rivales han encontrado un autopista hacia la esperanza.

Incluso, en su principal fortaleza, el poderío mostrado en el juego aéreo, se esconden sombras, ya que, pese a imponer respeto en los duelos individuales, se han observado desconexiones en la vigilancia de los marcajes, especialmente tras centros laterales y en acciones de estrategia, errores que se han traducido en pérdida de puntos, como en los recientes encuentros disputados en Eibar y Granada, donde el desenlace pudiera haber sido bien diferente de haber observado más compromiso con la vigilancia mencionada, en un tramo de temporada en el que  cada detalle importa y cada error se paga, con sudor o con lágrimas.

Además, los datos hablan de una fragilidad en la realización de interceptaciones, lo que ha permitido a sus adversarios sentirse cómodos en zonas peligrosas, donde los disparos desde media y larga distancia se convierten en una amenaza real. Una debilidad que rivales, como el Deportivo, han sabido leer con claridad, golpeando desde el borde del área con la frialdad de quien sabe exactamente dónde hacer daño.

En definitiva, nos espera un desplazamiento que va más allá de los tres puntos, viajamos a un escenario ideal que respira fútbol, el Carlos Tartiere, convertido en templo de emociones compartidas cuando las familias azul y verde se conviertan en almas gemelas que sueñan con un reencuentro al escuchar en el estadio el Volveremos de Melendi, convertido en himno del Real Oviedo y de todos los que amamos este deporte, y, en este caso, mucho más apropiado para la familia racinguista que el Tocado y hundido, la Canción de amor caducada o el Jardín con enanitos del mismo autor.